Manuel Losada, Chollas, analiza el último partido del Deportivo. En esta ocasión, el equipo de Óscar Cano tuvo que esperar hasta los minutos finales para conseguir superar al Mérida por la mínima. Justamente gracias a un penalti convertido sobre Yeremay que ejecutó Quiles a la perfección.
“Acepten la injusticia, traguen el veneno, que todo se equilibra al final” la famosa frase del loco Bielsa podría valer para el partido que el Deportivo ganó, in extremis, este fin de semana en contrapunto al que le empató el San Fernando en la última acción del partido en otra jornada pasada.
Entrando en el tema del partido, intentaré abreviar un poco el análisis, porque entiendo que pueda ser demasiado extenso en algunas ocasiones o para determinadas personas. Para los devoradores de titulares o para los de la LOGSE (LOE o LOMLOE, actualmente), como diría Goyo Jiménez, se lo paso a resumir en pocas palabras: el Depor ganó, gracias a una gran acción en el descuento de Yeremay, un partido que, por méritos y a pesar de no estar tan brillante como suele ser en Riazor, mereció ganar antes.
La fase ofensiva del Deportivo – Mérida
Dejando a un lado las bromas, el Dépor salió con un once inicial en el cual destacaba una banda izquierda inédita, compuesta por recién llegados, Levendeko y Saverio. Los centrales fueron Jaime y, el cada vez más imperial, Pablo Martínez y, para completar la defensa, en los laterales estuvieron Lebedenko y Antoñito. Por delante, los centrocampistas fueron Villares, Olabe y Rubén y los 3 más avanzados fueron Saverio, Lucas y Quiles. Por lo tanto, para este partido, Óscar decidió optar por Jaime en lugar de Lapeña y por Saverio, por segunda semana consecutiva, en lugar de Mario Soriano como “novedades” más destacadas.
Con balón, vimos en la primera parte como, en la fase de inicio, Rubén y Olabe ocupaban los espacios laterales para la salida de balón; incluso, varias veces estaban los 2 a la vez en esos espacios, siendo Villares el que ocupaba la base. Los laterales, en esta primera parte, estuvieron “altos” y con toda la banda para ellos, sobre todo, por la derecha, Antoñito. Ofensivamente, al Deportivo le costó más generar que en anteriores ocasiones como local y, como ya comentamos en otros artículos, hubo mucho tráfico por dentro. Si en otras ocasiones lo achacábamos por la falta de jugadores especialistas o que ocupasen esos espacios exteriores, en esta ocasión, bajo mi punto de vista, fue por un asunto de intenciones (tácticas). Por otro lado, en la segunda parte, Óscar intentó modificar esto, repartir de forma distinta los espacios y colocar a los laterales más “bajos”, sobre todo, Lebedenko. Sin embargo, las intenciones tácticas ofensivas siguieron el mismo patrón: intentar entrar por el sector central con paredes o combinaciones rápidas, pases “de la muerte” muy complicados y entre muchas piernas, con acciones individuales (excesivamente, en varias ocasiones)…
El resultado de todo esto fue que el Deportivo tuvo menos control del partido que en anteriores ocasiones en Riazor debido, bajo mi punto de vista, a dos principales motivos: 1. La insistencia del juego interior: el Dépor insistió y persistió en entrar por dentro la inmensa mayoría de las veces y 2. El rival: el domingo se vio uno de los mejores planes de partido y forma de contrarrestar, por parte del rival, en prácticamente toda la era Cano.
En relación al primer punto, la obstinación de jugar e intentar profundizar y generar ocasiones por el sector central, unido al atasco que se generaba en ese sector, terminaba acelerando y precipitando el ataque deportivista contra un bien plantado muro por Juanma Barrero. En la relativo al segundo punto, el equipo emeritense “flotaba” ante los intentos de ataque deportivista y no picaba en esa intención ofensiva de hacerles “saltar”. Los jugadores del Mérida tenían muy claro qué hacer defensivamente. Estos, casi siempre posicionados en replegado/plegado bajo un 1-4-4-2, basculaban y tapaban líneas de pase pero casi sin realizar movimientos hacia adelante que descubriesen su espalda y alargasen los espacios interlineas.
Con esto, el buen funcionamiento defensivo del Mérida unido al acúmulo de jugadores por dentro, entorpeció, y mucho, el ataque deportivista, ya que no encontraban su característico y peligroso juego entre líneas que tan bien maneja el equipo de Óscar Cano. El equipo herculino insistía en esas asociaciones interiores y aunque chocaba una y otra vez contra la muralla emeritense era capaz, debido a su gran capacidad técnica y talento, de generar ocasiones lo suficientemente claras como para haberse adelantado en el marcador en varias momentos.
A los 20 minutos de la segunda parte, Óscar ya había metido dentro del terreno de juego a Mario Soriano y Svensson y, estos, agitaron el partido. Svensson fue un auténtico incordio para la defensa del Mérida. Entró “enchufadísimo”, con un ritmo y movilidad ofensiva mucho más alta que el resto, muy voluntarioso (en el buen sentido de la palabra) y se peleó hasta con el banderín de córner. Cuando un equipo está atascado, como lo estaba el Depor el domingo, estos jugadores son “mano de santo”, son contagiosos y le dan un vuelco al partido y a tu propio equipo. Soriano también tuvo un papel muy destacable. Al bueno de Mario, como dije la semana pasada, no se le puede achacar nada, estaba en una racha en la que no estaba a su más alto nivel pero viéndolo este domingo parece que vuelve a ir encontrado “su mejor versión”. Se movió mucho y bien, se asoció, dio un pase espectacular y medio a Lucas Pérez que este casi convierte en gol, tiro, tras una gran jugada, un balón al palo, otra por encima del larguero, etc. Más no se le puede pedir en media hora…
Después, en el 87, entró Yeremay y, ya sabéis, la lio. Cogió un balón, hizo un gran cambio de ritmo, “rompió al defensa, se metió delante de él y penalti (de esos llamados tontos) claro.
Acto seguido, gol de Quiles; alivio y delirio en Riazor.
La fase defensiva del Deportivo – Mérida
En el Depor, en funcionamiento defensivo, utilizó posicionamientos altos siempre que pudo y en la primera media hora no le concedió gran cosa al Mérida. Otra cosa fue en las transiciones defensivas, de las que hablaremos más adelante; ahí, sí sufrió más el equipo herculino. Aunque el Depor no sufrió en exceso, como comenté con anterioridad, sí que se vieron vías de acceso más claras para el rival por la banda izquierda deportivista. No quiero individualizar este déficit defensivo deportivista en las ocupantes de esa zona, Lebedenko y Saverio. Personalmente, creo que tenía más que ver con un problema organizativo/de funcionamiento defensivo del Depor a nivel colectivo y/o de las buenas prestaciones de la banda derecha del Mérida. Desde esa banda derecha del Mérida, izquierda del Deportivo, llegaron peligrosas opciones para los visitantes en forma de centros al área o caídas a banda y evoluciones/asociaciones por esa zona.
En la segunda parte, hubo momentos en los que el Mérida dominaba el partido y el Depor sufrió más en ese tramo. En ese tramo del partido, el equipo de Óscar Cano estaba muy “largo” y el Mérida tuvo la capacidad de gestionar bien el balón y llegar a la portería defendida por Mackay; sin embargo, en esa última zona le faltó pegada al equipo visitante. El Mérida, tuvo varios reinicios desde el portero realmente interesantes desde el punto de vista táctico y como bastante variedad, además. En uno de esos reinicios, el equipo visitante, consiguió acabar llegando desde su área al área deportivista construyendo a través de una muy buena ocupación del espacio, movilidad, buenas combinaciones y la herramienta táctica del tercer hombre. Que el Depor sufriera defensivamente, además de porque atacó mal (y, a partir de ahí, después el rival le contraatacase o construyese ofensivamente), fue en gran parte por el buen hacer del equipo visitante.
Transiciones
En relación a la transición ofensiva, siempre peligrosa en el Deportivo, casi no pudo desarrollarla debido a que el Mérida también trabajó bien en este aspecto. Como comentamos, sus reinicios de portería estaban muy trabajados y algunas veces libraban la presión deportivista o perdían la posesión en situaciones poco complicadas a nivel defensivo lo que no le dejaba opción al Deportivo para contraatacar. En partidos anteriores en Riazor, veíamos como el Deportivo iba a apretar los reinicios en corto rivales con mucha efectividad y era capaz de robar en campo rival para contraatacar desde ese posicionamiento avanzado, en esta ocasión no pudo disponer de esta posibilidad.
En relación a las transiciones defensivas, comentamos en otros artículos lo bien que estaba en este ámbito el Deportivo y como era capaz de recuperar muy rápido tras pérdida y los rivales no eran capaces de generarle peligro. En esta ocasión no fue así. El Depor atacó peor que en ocasiones anteriores y, en consecuencia, defendió peor las transiciones ofensivas rivales. Como comentamos, los jugadores deportivistas pecaron, en varias ocasiones, de individualistas, de insistir por dentro, de pases muy difíciles… Todo esto, se tradujo en que cuando perdían la posesión del balón no estaban estructurados espacial y numéricamente para elaborar una buena presión tras pérdida. El equipo de Óscar Cano tenía mucha gente por dentro, muy cerca y/o a alturas muy similares y, ante esto, el Mérida, cuando robaba, tenía muy claro qué hacer: combinaciones rápidas (y precisas) para sacar el balón a una banda y lanzar la contra por esos sectores. El equipo visitante explotó las transiciones ofensivas con bastante peligro pero con poca pegada de cara a portería.
A DESTACAR
Pablo Martínez
Otro gran partido del central deportivista. Inexpugnable en los duelos individuales (rasos y aéreos), serenidad y buena toma de decisiones con balón… jerarquía. A todo esto hay que añadirle que tiene un martillo en la cabeza, pudo haber convertido más de un córner en el primer gol deportivista, pero se le resistió.
Soriano y Svensson
Qué bien les vino este partido a ambos. Cada uno en su estilo de juego, con sus armas, con su forma de expresarse en el campo pero los dos con unas ganas enormes de aportar y demostrar y dándole al Depor lo que necesitaba en ese momento del partido. Espectaculares. Que los que entran del banquillo lo hagan sin un mal gesto ni una mala cara y aporten tanto, es vital para un equipo que tiene unas aspiraciones tan altas como el Deportivo.
Yeremay
Ya van varios artículos en los que comento sobre él que cuando coge el balón tienes la sensación que “algo” va a pasar y que si tiene la posibilidad de tener un 1×1 “se la va a hacer al defensa». Pues eso, este domingo “se la hizo”. En este aspecto, sé en primera persona de lo que hablo, me hizo exactamente lo mismo como entrenador rival cuando estaba en el Fabril. Cuando lo ves encarar así…se masca la tragedia. Yeremay es bueno, imprevisible, valiente (se jugó el 1×1 en el descuento) y, sobre todo, listo.
Kaoru Mitoma, jugador del Brighton y Doctor en CCAFYD, concluyó en su tesis sobre el regate que los jugadores más habilidosos tendían a mantener una postura erguida mientras regateaban y a conseguir que sus oponentes estuvieron más abajo en su campo de acción. A esto, hay que añadirle lo listo que fue metiéndose por delante para que el defensa lo arrollase.