Saber cómo ganar es importante. Pero si al final no acabas ganando, el saber sin resultado apenas sirve de nada. Y menos en este final de temporada, en el que las urgencias aprietan en todos los puntos cardinales de la tabla. También para el Dépor, que fue capaz de mantenerse en lo más alto de la tabla gracias a un Cornellà 0-1 Deportivo en el que supo cómo ganar a un incómodo equipo a través de su plan. Pero en el que acabó ganando gracias a su pegada en momentos puntuales y al acierto de su defensa y su portero en otros. Detalles que antes salían cruz y ahora tocan cara.
Porque sí, el Dépor fue mejor que el Cornellà. Encontró la forma de llevar el partido a su terreno en el primer tiempo y acertó una de las -pese a tener el dominio- pocas situaciones de gol que produjo. También concedió poco, más allá de situaciones concretas bien generadas por el rival. Pero al mismo tiempo, fue incapaz de controlar y matar el duelo en el segundo acto y acabó dando gracias por el desacierto del rival, que le ayudó a llevarse tres puntos de oro.
Un carril derecho complementario y Yeremay
De nuevo sin Lucas Pérez y sin Mella -de inicio-, el Deportivo fue capaz de encontrar fórmulas para atacar y evitar encallar en su previsibilidad. Si ante el Rayo Majadahonda fue capaz de superar a un equipo que le buscó arriba, frente a un Cornellà que le esperó mucho más, tuvo diferentes vías para progresar y generar más juego que ocasiones.
El equipo blanquiazul firmó una primera mitad de buen nivel ofensivo, a pesar de que en el último tercio no tuvo el acierto necesario para concretar ese volumen de fútbol en situaciones de gol. Tuvo ritmo y encontró alternativas variadas gracias a un carril derecho muy complementario… y a Yeremay Hernández.
Idiakez repitió el once del Cerro del Espino, aunque realizó pequeñas modificaciones en los roles de alguno de sus futbolistas. Ante un Cornellà que se estructuraba en un bloque medio a partir de un 4-4-2 que se convertía en 4-1-3-2 cuando quería ‘saltar’ a robar, Imanol priorizó generar superioridades numéricas en iniciación. ¿Para qué? Precisamente para provocar ‘saltos’ del rival. Para hacer que picase, se desestructurase y así evitar un Sabadell 2.0.
Es decir, el Dépor quería que el Cornellà fuese a por él. Y para ello apostó por emplear a casi siempre a tres futbolistas en inicio de juego. Cuando no era Germán, era uno de los dos mediocentros. A mayores, por delante de ellos se ubicaba casi siempre el otro pivote, con el objetivo de ofrecer una referencia por delante sobre la que apoyarse para girar el juego, pero también generar que su rival fuese a por él, como cebo.
De este modo, con esos tres futbolistas en el inicio, el Deportivo tenía casi siempre superioridad numérica. Una superioridad que supo cómo aprovechar gracias a la complementariedad que en el carril derecho tuvieron, sobre todo, el omnipresente Villares y Ximo.
La posición del de Vilalba ‘bailaba’ en función de la altura que cogía el lateral. Si el defensor se quedaba bajo, Villares rompía. Bien por dentro, bien hacia fuera. Todo con el objetivo de arrastrar a uno de los mediocentros o llevarse la marca del lateral zurdo rival. Cuando era el capitán el que se lateralizaba en la base, Navarro cogía vuelo y, desde otra ubicación, amenazaba también por delante.
De este modo, uno y otro lograban bien generar espacio dentro para las apariciones al apoyo de Hugo Rama -con la clara instrucción de jugar al primer toque un tercer hombre fuera-, bien ejercer como receptores exteriores en buena situación para progresar o bien producir un uno para uno a Davo contra el central zurdo en caso de jugar en largo, hacia las caídas a banda del asturiano, que volvió a partir como segundo punta.
Con esta complementariedad entre Villares y Ximo, el Dépor logró construir con relativa fluidez sus ataques. Para el resto, tuvo a Yeremay Hernández. El canario, situado en el carril opuesto al lado fuerte del Deportivo, apenas ejerció como primer receptor. En vez de acudir al apoyo, se quedó mucho más fijo, en su posición en el carril intermedio izquierdo, esperando a que la jugada pudiese progresar hacia ese lado. Una vez el equipo giraba el juego, el canario aparecía para recibir entre líneas y sembrar el caos.
Sin un acierto definitivo y quizá con algún regate de más o malas tomas de decisiones finales, el ’10’ deportivista volvió a ser un arma capaz de construir ventajas. Aunque gracias al trabajo colectivo y no -exclusivamente- a su inspiración. Porque el bloque no le pidió ser alfa y omega.
Directos para jugar de cara… y al espacio
El Deportivo pudo construir con relativa solvencia en el primer tiempo gracias a los mecanismos citados. Pero tuvo otros recursos. El primero de ellos, el balón directo sobre Barbero. A pesar de no hacer un buen encuentro, la presencia del ariete andaluz da al equipo una salida en largo para las disputas aéreas. Y aunque el punta no las gane, si su entorno se posiciona de manera óptima, se pueden crear situaciones de gran peligro.
El Dépor apostó no en pocas ocasiones por jugar directamente hacia su referencia ofensiva. Con Davo picando a su espalda para cazar alguna peinada que no se dio, la escuadra de Idiakez sí sacó rédito tanto de las pocas dejadas de cara como de los segundos balones. Porque en segunda línea, muy cerca del único pivote del Cornellà que protegía a los centrales en esas situaciones, trataba de ubicar a dos futbolistas: siempre Hugo Rama y Villares o Yeremay.
De este modo, el Dépor fue capaz de encontrar superioridades atacando de cara en ese carril central que, de otro modo, no hubiesen llegado. No las aprovechó del todo, pero existieron gracias a la buena interpretación grupal del plan. Un plan que, además, le permitía viajar junto y estar preparado para ser muy agresivo en el press tras pérdida, gracias también a la óptima activación de sus futbolistas.
De este modo, el equipo coruñés era capaz de negarle muchas salidas a un Cornellà cómodo a la contra. Y así, iba colocando el partido hacia su vera. Algo que terminó de concretar con el 0-1, llegado a partir de esa salida de 3+1 que le dio tiempo y espacio, pero también de la actitud de los jugadores de fuera para amenazar al espacio. Fue el caso de Balenziaga, que amagó primero y cuando el balón fue a banda, volvió a picar a la profundidad en el momento perfecto para encontrar el pase largo de Martínez con ventaja y poner el centro atrás, a la llegada de segunda línea de Rama, que puso el Cornellà 0-1 Deportivo.
Sin acierto ni energía
El tanto hacía justicia a lo visto en el choque, aunque el Cornellà pudo empatar en una acción aislada que se convirtió en paradón de Parreño y dos córners peligrosos. El partido cambiaba y el equipo de Riutort dio un paso adelante tras el descanso en cuanto a la presión: pasó de ser relativamente pasivo a emparejar piezas. El escenario era otro y el Dépor no lo supo aprovechar.
Por un lado, porque el equipo coruñés desperdició numerosas opciones de contragolpe. Claras ocasiones erradas o malas decisiones privaron al cuadro herculino de finiquitar el choque, a pesar de encontrarse con mucho espacio a espaldas de la última línea y situaciones de -prácticamente- igualdad numérica. El Dépor no corrió bien, penalizado también por una versión de Mella castigada físicamente y lejos de su habitual frescura.
Si en las transiciones el Deportivo erró, tampoco tuvo capacidad para tener el balón. Algo más lógico, puesto que la presión alta del Cornellà dificultaba esta circunstancia y el colectivo blanquiazul sufría para contrarrestar las ofensivas locales. El cuadro catalán era muy vertical. Jugaba dentro a los apoyos para mover la estructura foránea y rápidamente buscaba el pase más profundo. O, directamente, golpeaba arriba. La clave fue que, poco a poco, el conjunto local fue ganando cada vez más segundos balones, algo que provocaba que el Dépor no pudiese salir.
El choque estaba peligroso y a falta de 20 minutos, Idiakez contrarrestó la evidente falta de energía de los suyos dando entrada a Alcaina y Rubén López. La presencia del punta y del canterano, lanzas en el 4-4-2, revitalizó la primera línea de presión. Y con ella, al resto del equipo. Porque los dos futbolistas más adelantados ensuciaban el juego del Cornellà y permitían al resto ir hacia delante con más seguridad.
Fue así hasta el tramo final, en el que el bloque locatario tocó corneta y el Dépor se atrincheró para defender bien el área y amarrar el valiosísimo Cornellà 0-1 Deportivo. Saber con qué plan vencer y ejecutarlo en las áreas para ganar. Tan simple. Tan difícil.