Con muy poco a lo que aferrarse. El Cultural 1-0 Deportivo alejó al equipo coruñés del objetivo. Pero, sobre todo, fue una manera de destruir parte de lo construido en la reciente buena racha de resultados. Porque el cuadro herculino se quedó sin identidad en el Reino de León. Careció de agresividad sin balón ni ritmo con pelota al principio. Y aunque en torno al ecuador del primer tiempo empezó a mejorar, los ajustes de la Cultu y el 1-0 terminaron por volver a hacer colapsar a un bloque muy lejos de su mejor versión e incapaz de ofrecer respuestas.
Por mucho que dispusiese el Dépor de alguna ocasión clara, el choque siguió la tendencia que viene manteniendo el equipo a domicilio, donde no termina de encontrar fluidez. Pero es que, además, tuvo el agravante de la vulnerabilidad. Perdió su solidez habitual y sufrió mucho más que en otros encuentros con resultados parecidos.
¿Dónde he olvidado mi ritmo?
Óscar Cano sorprendió en su once con un único cambio: Isi por Villares. Al vilalbés se le esperaba en el lateral por el ‘convaleciente’ Antoñito o como una de las tres patas del mediocampo. Pero su sitio estuvo en el banquillo. Y durante los 90 minutos. El técnico granadino pretendió ganar control en el centro del campo con Isi Gómez. Y lo cierto es que el madrileño se lo dio. Aunque al equipo le faltó en el primer cuarto de partido ritmo con balón y, sobre todo, sin balón.
Con pelota, el cuadro herculino apostó por sortear la primera línea de una Cultural claramente estructurada en un 4-4-2 en bloque medio lateralizando a Rubén Díez hasta la altura de Pepe y Pablo. El maño generó ese 3 contra 2 para crear la primera superioridad y permitió, así, ganar metros a Antoñito. Pero de nada valía ese mayor número de futbolistas para ejecutar los primeros pases, pues la Cultu permitía al Dépor tocar ahí. Los dos puntas (Solís y Obolskyi) basculaban ‘flotando’ y los extremos no ‘saltaban’ a presionar. Priorizaban estar cerca de los mediocentros para cerrar pases interiores.
Así, el conjunto leonés no picaba en el anzuelo. Y el Deportivo, que tenía a los dos centrales y a sus tres centrocampistas prácticamente a la altura de balón y muy anclados en su zona, era incapaz de progresar asociándose.
El conjunto blanquiazul no se soltó nada con pelota en esos primeros 20 minutos. Careció de movilidad. De dinamismo. Pero su gran problema estuvo, sobre todo, en fase defensiva. Porque el Dépor empezó defendiendo en 4-2-3-1 con un marcaje zonal cuando su rival sacaba el balón jugado. Sabía el equipo deportivista que la Cultu no tenía problema en jugar en largo. Y no quiso estirarse ni desordenarse. Sin embargo, en ese afán de mantener la estructura, careció de agresividad.
Porque el bloque visitante no inquietó al poseedor, al que permitió tomarse todo el tiempo del mundo para decidir y ejecutar en salida de balón. Pero, sobre todo, no persiguió los apoyos de los atacantes de la Cultu, que pudieron recibir y tocar de cara. Una y otra vez, los constantes mecanismos de tercer hombre permitían al cuadro leonés progresar. Tanto con envíos más directos (la mayoría) como con pases filtrados.
La Leonesa inquietaba en un inicio de partido horripilante por parte del Dépor por pura cuestión de intensidad y orden. El choque estaba descontrolado y peligroso para un equipo descoordinado en el press, contemplativo y poco agresivo en la marca.
Ajustes que mejoran
El Dépor necesita control para sentirse cómodo. Pero solo el alcanzar un elevado grado de intensidad en fase ofensiva y defensiva le permite llegar a ese control. Así fue también en León, donde no todo fue malo. Porque a partir del ecuador del primer tiempo, el Deportivo le encontró el pulso al partido. ¿Cómo? Con un par de ajustes.
Por un lado, el conjunto dirigido por Óscar Cano dejó atrás el 4-2-3-1 zonal que estaba empleando para dificultar (mal) la salida de balón de su rival. El cuadro herculino empezó a emparejar hombre a hombre y elevó sus líneas. Fue, por lo tanto, más agresivo. Eso incomodó a la Cultural, que ya no tenía tiempo y espacio para decidir cómo jugar. Y además, sus atacantes receptores ya no recibían sin oposición.
Esa medida empezó a decantar el choque a favor del Dépor, que comenzó a recuperar con más prontitud el balón. Y como su rival sufría, también gestionaba mejor la pelota. El bloque deportivista se encontraba más cómodo. Y eso le hizo ganar movilidad y atrevimiento en su fase ofensiva. El equipo herculino empezaba a circular el balón más rápido, mezclaba sus carriles para salir y sus movimientos para amenazar. Ya no era todo por fuera y al pie.
El conjunto de Riazor no estaba tan encorsetado. La creación y ocupación de espacios empezaba a aparecer. Y Rubén Díez comenzó a encontrar líneas de pase hacia los apoyos de Mario Soriano, Lucas y Quiles. El Deportivo se juntaba en la derecha, su lado fuerte del ataque. Con pases dentro primero para encontrar luego fuera a Antoñito, hacía bascular a la Cultu. Su rival se hundía -excesivamente- para defender el área. Eso le permitía generar espacio en la frontal, desde donde Quiles fabricó varias acciones de peligro.
El bloque deportivista atacaba mejor. Y eso le hacía estar muy asentado en campo rival, bien predispuesto para recuperar rápido y seguir atacando. La Cultural no tenía opciones de contraatacar. Y hasta el descanso, el Dépor disfrutó de sus mejores minutos.
También después del intermedio, cuando Cano modificó la salida de balón retrasando a Isi a la altura de Rubén y los centrales. Cuatro jugadores más Olabe para, si su rival se decidía a presionar, atraer a más futbolistas y encontrar más espacios. Y así sucedió.
La Cultu dejó atrás su posicionamiento medio poco presionante y se fue algo más arriba, lo que otorgó al Deportivo la posibilidad de verticalizar. Bien con juego directo a la espalda, bien con pases filtrados por dentro, el cuadro herculino encontró el modo de hacer daño a su rival en un par de situaciones muy claras. Aunque todo a costa de volver el choque algo más inestable, al caer en el ida y vuelta.
Acción… sin reacción
El partido apuntaba más hacia el Deportivo que nunca, pero Eduardo Docampo detectó la fuga de agua y la arregló: fuera Alberto Solís, dentro Jesús Álvarez. La Cultural dejaba atrás el 4-4-2 que no le estaba permitiendo presionar bien y pasaba a estructurarse en un 4-1-4-1 que le permitía saltar arriba a la presión sin descuidar el espacio entre la medular y la defensa que el Dépor estaba conquistando cada vez con más frecuencia.
El cambio sentó que ni pintado al equipo local, que construyó el Cultural 1-0 Deportivo desde ese movimiento sin réplica por parte del equipo herculino. El Dépor entró en pánico el nuevo escenario y ofreció sensación de vulnerabilidad y desconcierto. De no saber cómo resolver el nuevo enigma. La Cultu empezó a presionar muy arriba prácticamente hombre a hombre y asfixió al Dépor. Y con un hombre más en el medio enfocado a ejercer de referencia por delante de la zaga en vez de un mediapunta como Solís, terminó de ‘matar’ a su enemigo en una acción de desajuste máximo.
Rubén Díez saltó a presionar tarde y mal. Y quedó eliminado por Álvarez, que pudo filtrar a la espalda de la línea conformaban Quiles, Olabe, Isi y Soriano. Allí esperaba el volante Kevin Presa, pero también un Obolskiy que cayó al costado izquierdo. Ni uno ni otro tenían a un deportivista lo suficientemente cerca, pues el equipo había vuelto a caer en esa tendencia de contemplar el balón y ser poco agresivo con posibles receptores. Todo por no desordenarse para, finalmente, desordenarse igualmente.
El ruso recibió en un punto ciego para Antoñito, Pepe no llegó a tapar el centro y Tarsi, el otro volante -que ya podía descolgarse gracias a jugar con tres-, atacó el segundo palo entre Pablo y Lebedenko.
El gol terminó de culminar un proceso que había comenzado desde el primer cambio del partido. Y que el Deportivo no supo revertir a pesar de sus modificaciones. No fue capaz de encontrar a Mario Soriano cuando este pasó a jugar por dentro para darle amplitud al equipo con Saverio. Y no fue capaz de tener paciencia para circular, mover el balón lado-lado e ir metiendo atrás a la Cultural en el tramo final, ya en medio del caos y acumulando delanteros en el verde pero pocas referencias exteriores para hacerse ancho y encontrar profundidad.
De este modo, el Dépor se quedó sin respuestas. Fue un equipo sin alma al inicio y aunque pareció encontrarse tras sobrepasar el ecuador del primer acto, el nuevo escenario planteado por el rival y terminó por hacerle colapsar. Tanto que firmó un pobre Cultural 1-0 Deportivo que le aleja del objetivo en la tabla pero, sobre todo, le reencuentra con viejos fantasmas.