Dio igual la evidente necesidad de tener que ganar sí o sí para proseguir con la remontada. Dieron igual los flashes de Vietnam del partido de ida. Dio igual la expulsión. El Deportivo 4-1 Fuenlabrada fue una muestra más de que el equipo blanquiazul rezuma una determinación y una confianza extremas, fruto de haber dado con la tecla a nivel táctico y de los resultados.
El Dépor es un equipo nuevo, totalmente diferente a esa versión ramplona que exhibió durante buena parte de la primera vuelta. De jugar al ralentí, a hacerlo a toda velocidad. A la carrera de Yeremay y Mella, los alfiles de Abegondo. Pero también con los impulsos de Villares, Davo o Ximo Navarro. Todos propulsados por el pie izquierdo de un Lucas soberbio que también ha encontrado hueco para subirse, de vez en cuando, al cohete.
Sin tiempo que perder
Ante un Fuenlabrada que basa buena parte de sus opciones para sumar en su físico y su fe, el Deportivo salió muy metido. Debía igualar la intensidad y subir las revoluciones del partido, pero sin caer en la precipitación. Un difícil equilibrio que encontró pronto. No tenía tiempo que perder y antes del cuarto de hora ya ganaba 2-0. Un resultado que indicaba pegada, una de las cualidades que le había sido esquiva durante toda la mitad inicial de campeonato. Pero un marcador que era también fruto de un flujo de juego que apuntaba constantemente hacia la portería de Belman.
Ante un Fuenlabrada que trató de presionar alto a partir de un 5-3-2 que buscaba ahogar en los carriles exteriores al Dépor y minar la habitual conexión de los defensores deportivistas con Yeremay, el conjunto blanquiazul no se lo pensó. ¿Me vienes a buscar arriba? Juego en largo a tu espalda.
Mal negocio es el de presionar tan alto al conjunto de Imanol Idiakez ahora que ha encontrado la fórmula para rodear a Lucas Pérez de jugadores tan móviles, agresivos al espacio y con capacidad en el uno para uno.
De este modo, casi de manera constante, el Deportivo inició el juego en los instantes iniciales en largo, buscando la espalda de la zaga visitante y, sobre todo, las caídas a banda de un hiperactivo y acertado Davo.
La prioridad era no acumular pérdidas en zonas comprometidas y estresar a un equipo con limitaciones. Avasallarle por ritmo. Si no gano el primer balón, gano el segundo. O presiono tras pérdida para recuperar y correr. Correr. Esa fue la obsesión del Dépor. Algo que logró en los citados ataques posicionales poco elaborados, pero también en transición. Porque cada duelo que el cuadro coruñés ganaba (y fueron muchos en el primer cuarto de encuentro gracias a la activación y al posicionamiento) se convertía en un martirio para el Fuenla.
La recuperación era como un silbato que ponía a funcionar a los diablos blanquiazules. Fuese la zona del campo que fuese, el Dépor miraba hacia delante. No pausaba. Mella y Yeremay corrían hacia delante para amenazar. Davo se ofrecía para acelerar, Villares acompañaba y era Lucas quien la pedía al pie para elegir por dónde iba a discurrir el rayo.
¿El resultado? 1-0 en un córner que surgió fruto de una recuperación y una caída a banda de Davo para colocar un centro al área, donde aparecían los ‘alfiles’. 2-0 tras ganar un envío directo del Fuenlabrada e, inmediatamente, atacar el espacio para aprovechar la precisión quirúrgica de Lucas.
Protegidos
La expulsión surgió de una nueva jugada en la que Davo había sido capaz de ganar un nuevo envío largo cayendo a banda. Pero el giro de guion obligó a variar el plan. Con un 2-0, ya no tenía sentido exponerse tras cada pérdida buscando recuperar y correr. Eso, unido a la pérdida del futbolista capaz de aportar soluciones en el juego directo a pesar de sus limitaciones en los duelos provocó que el Deportivo se fuese aculando cada vez más atrás.
No importó lo más mínimo. Ante un Fuenlabrada con muchísimas dificultades para atacar en posicional, tenía sentido resguardarse y jugar con la ventaja. Lucas por delante de una línea de 4 en la que Mella y Yeremay ejercían de sacrificados extremos. Todos priorizaban defender la zona para no resquebrajase. Por detrás, otra línea de 4 con zagueros expertos, muy concentrados y en un buen momento para negarle cualquier atisbo de ocasión al Fuenla.
El equipo coruñés vivía tranquilo. Pero sabía que debía seguir amenazando. Porque, a pesar del control, un gol del rival podía volver a complicar mucho las cosas. Lo hizo el Dépor en la última jugada del primer acto, cuando Villares sí se atrevió a salirse un poco del tiesto para ejecutar uno de sus habituales robos y conectar con Lucas con todo el bloque atrás. ¿Demasiado lejos del área? No para este Dépor. El de Monelos temporizó y mientras Yeremay ejercía de distracción, Mella abrasó a su par en la carrera para colarse por el sector diestro y estampar contra Belman la sentencia antes del intermedio.
Acompañad a Lucas
Esa jugada como epílogo del primer tiempo enseñó al Deportivo que el camino en la segunda mitad pasaba por Mella. Precisamente por eso Idiakez modificó ligeramente el plan. Lucas es menos Lucas si ejerce de punta de lanza en solitario. El de Monelos debía tener más socios a su alrededor. Y el elegido fue el todavía juvenil.
El nuevo ‘3’ del Dépor debía seguir trabajando en defensa, pero pensando en no hundirse demasiado para, en cuanto el equipo dispusiese de balón, poder acompañar a Lucas en punta. Se trataba de rodear al capitán para amenazar algo más en los envíos directos y, sobre todo, para otorgarle una vía sobre la que lanzar.
De este modo, un Mella más delantero por dentro que nunca fue el encargado de estirar al Dépor una y otra vez. No era necesario que recibiese envíos en largo: su mera presencia, con desmarques constantes a la espalda provocaba que la última línea del rival se sintiese amenazada y tuviese que recular. Eso daba más tiempo al Deportivo, que podía gestionar el ataque con pausa y proteger el resultado teniendo un poco el balón.
Precisamente gracias a ese posicionamiento más centrado, lejos de una banda en la que ya no era necesario, el Deportivo encontró el 3-0. Balón directo hacia Lucas que Sotillos no despeja con contundencia y Mella caza. El santiagués encara a la defensa y focaliza la atención de toda la defensa mientras, por el otro lado, se escurre Yeremay para recibir el pase filtrado y sentenciar.
Quedaba media hora y el Deportivo se dedicó a dejar que el tiempo corriese y a gestionar cargas de sus titulares y necesidades de minutos en sus suplentes. Precisamente por ese afán de querer que siguiese sumando volumen de juego entró Barbero para ‘ejercer de Mella’. Quizá el partido pedía a Quintero o Alcaina por condiciones, pero tuvo sentido la entrada del almeriense a nivel de gestión, aunque no tanto táctica.
Sin sus alfiles, el Deportivo perdió amenaza. Un mal menor con el choque prácticamente resuelto, a pesar del despiste en la protección del punto de penalti entre Jaime y Barcia. No era mal resultado el 3-1, pero Lucas Pérez todavía se había guardado el último cartucho de energía para ejercer de puñal al espacio en una carrera que recordó al delantero poderosísimo al espacio por el que el Arsenal pagó una millonada y que, evidentemente, ya apenas existe. El delineante de los cohetes ejerciendo como proyectil. Un bonito déjà vu para amarrar el Deportivo 4-1 Fuenlabrada y celebrar el nuevo Dépor, ese que por fin vuelve a saber jugar a la carrera.