Todo lo bueno tiene un final. Los caminos llegan a meta y las etapas se terminan. Es ley de vida y es ley del fútbol.
Este fin de semana, la Primera RFEF Femenina cuelga el cartel de cerrado en su fase regular con (casi) todo por decidir. El ascenso directo, la última plaza de playoff y los dos últimos puestos de descenso se jugarán sobre la bocina y tirando de transistor.
El Dépor Abanca visita Logroño con el +3 entre ceja y ceja y la radio de fondo. Puede perder y ascender. Puede ganar cómodamente e irse al playoff. Un gol en su partido -a favor o en contra-, beneficia o perjudica a Eibar y Osasuna, sus rivales directos. Un error o un acierto lo condiciona todo para los tres equipos.
La Primera RFEF se acaba, pero más allá de las cuentas y las cábalas de las últimas semanas, me gustaría resaltar cuánto hemos disfrutado del camino. Hace unos meses, durante uno de los eternos parones de la competición, escribía aquí mismo que por primera vez no me obsesionaba el objetivo final, porque me lo estaba pasando bomba recorriendo cada semana, independientemente del resultado. Y así es, hasta el pitido final de este domingo.
Me da cierta pena que se termine la liga regular. Cuando se anunció la unificación de los grupos se vaticinaba que subiría el nivel y que todo sería más parejo. Pero ni el más optimista del lugar podía esperar algo así. El ascenso de Canarias fue épico, porque fue el primero de este Depor Abanca, por las circunstancias de aquella competición y por una plantilla grabada en nuestra memoria para siempre. Pero si este año se logra subir, será igualmente heroico por la igualdad de la competición y las alternativas semana a semana en lo alto de la tabla.
Ocurra lo que ocurra en esta última jornada, este ha sido uno de los cursos más emocionantes que personalmente recuerdo. Todas las semanas pegados a las redes sociales y pulsando F5 para refrescar resultados y clasificación. Siguiendo, como se podía, el partido de turno por Twitch o Youtube. Vibrando de nuevo con el ambiente de Abegondo. Tirando de calculadora y cuentas entre partido y partido.
Nos lo hemos pasado como niños viviendo los goles de Millene y Suárez. La magia de Ainhoa. La eficacia de Charle. Las paradas de Lucía y Yohana. El liderazgo de Cris. La irrupción de Monteagudo. La solidez de Inés y Raquel. La familiaridad de Patri y Carlota Sánchez. La vuelta de Letti. La clase de Laura. La energía de Eva. El equilibrio de Henar y Paula. El plan de Ferreras y su staff.
El objetivo del Dépor es ascender. Es el premio gordo, el botín que todos perseguimos. Es la meta que nos ilusiona y nos hace cosquillas cada vez que lo pensamos. Pero ese fin no lo es todo. El trayecto también cuenta y han sido 30 jornadas de frenesí y emoción. Dignas de recuerdo, ocurra lo que ocurra en el último escalón hacia la gloria.
Eibar, Deportivo y Osasuna. Granada, DUX y Cacereño. Los grandes protagonistas de un final de liga no apto para cardíacos, como no podía ser de otra manera.
Tienen que pasar muchas cosas, en muchas ciudades y al mismo tiempo, pero el deportivismo tiene licencia para soñar con este Depor Abanca. Eso sí, con cautela, porque ya sabemos que la fiesta nos la pueden quitar de los fuciños en menos de nada.
Nos queda vestirnos la camiseta el próximo domingo. Seguir los rituales de turno. Preparar la garganta y las palmas. Y desear que al término de los 90 minutos entonemos un “¡cuánto sufrimos, Marín!” abrazando a Ainhoa entre lágrimas de felicidad.
Es difícil, pero de queimar meigallos entendemos un rato en esta ciudad. Trabajo y compromiso por parte del Dépor Abanca no va a faltar. Fe y confianza por parte de su gente, tampoco. Esperaremos a que la pelotita dicte sentencia, a que pase lo que tenga que pasar. Y, sobre todo, a que Dios reparta suerte.