El Cádiz visita Riazor este domingo (21:00 horas), pero en la memoria de todo el deportivismo quedará siempre el encuentro de ida que enfrento al conjunto gaditano con el coruñés. Dicen que cuando más brilla una estrella es cuando está a punto de apagarse, y eso lo confirmó Lucas Pérez en aquel choque de la primera vuelta. El excapitán del Dépor dio en el Nuevo Mirandilla su última gran exhibición vestido de blanquiazul.
En la jornada 17, Deportivo y Cádiz se midieron en un duelo marcado por la urgencia de ambos. El equipo herculino, que había coqueteado con el descenso en las semanas previas, llegaba a tierras andaluzas tras salir de la zona roja y con nuevo inquilino en el banquillo. El Cádiz, recién descendido, tampoco atravesaba su mejor momento: firmó un arranque de curso muy por debajo de las expectativas y ocupaba una posición impropia para un aspirante al ascenso.
Esa agitación también se reflejó sobre el césped, en un partido con absolutamente de todo: penaltis concedidos y anulados por el VAR, goles por ambos bandos —incluido uno en propia puerta— y hasta una expulsión. En medio de todo ese caos, hubo un futbolista que emergió por encima del resto: Lucas Pérez.
En un duelo muy especial para el de Monelos, el ‘7’ rayó la perfección en una actuación digna de un jugador de su calidad. Lucas regresaba a Cádiz, tierra en la que es muy querido y último equipo en el que estuvo antes de su vuelta al Deportivo.
En una primera mitad igualada, los blanquiazules se adelantaron en el marcador con un gol en propia puerta. El conjunto local igualó la contienda tras un centro rematado por el centrocampista Álex Fernández. Tras el paso por vestuarios las tablas en el electrónico y la calma del encuentro se acabaron, todo por culpa de un Lucas Pérez que hizo un segundo tiempo de ensueño.
Una segunda parte de 10… o de ‘7’
Nada más arrancar la segunda parte, Lucas volvió a adelantar al Dépor con una acción marca de la casa: gran recorte en el área y una definición de calidad para batir al guardameta rival. Con el marcador a favor, el conjunto herculino pareció entrar en una pesadilla durante un cuarto de hora en el que todo lo que podía salir mal, salió mal.
En primera instancia, el colegiado señaló un polémico penalti provocado por Helton Leite que fue transformado por Álex Fernández, igualando de nuevo la contienda. Poco después, otra acción polémica tuvo lugar en el área contraria. Pablo Vázquez cayó tras ser agarrado por un rival y, a pesar de que en directo el árbitro señaló los once metros, el VAR intervino para que Lax Franco corrigiese su decisión. Para colmo, estos minutos se coronaron con la expulsión de Mella por doble cartulina amarilla, dejando al Deportivo con diez en los minutos finales.
En la adversidad es cuando los grandes líderes tiran del carro y Lucas, como capitán del equipo, fue lo que hizo en ese complicado momento. El ‘7’ remó contracorriente para llevarse tres valiosos puntos de Andalucía a Galicia. A falta de unos diez minutos volvió a adelantar a los suyos rematando, desde dentro del área, una buena dejada de Barbero. Pero el 2-3 no era suficiente para él y tuvo que sacar un truco final para ponerle el broche al encuentro.
En una falta, a unos 30 metros de distancia de la portería, el coruñés no se lo pensó dos veces y chutó directamente. Con su pierna izquierda ensayó un seco y potente disparo que limpió las telarañas de la escuadra de la portería gaditana. Nada pudo hacer David Gil para detener un disparo digno de los mejores. Entonces, Lucas pidió perdón por tercera vez en el encuentro, a una afición amarilla que reconoció el gesto del de Monelos como es debido, con una ovación y coreando su nombre.