El Deportivo logró, hace escasos días, dejar prácticamente finiquitado su centro del campo con la incorporación de Rubén Díez. El mediapunta zaragozano llegó hace un año al Tenerife previo pago de unos 250.000 euros tras su gran curso en Segunda con el Castellón. Pero a las órdenes de Ramis y en un modelo de juego poco adecuado para él, no logró acercarse al rendimiento de su temporada 20-21. Ahora, el Dépor ‘pesca’ a un futbolista con ganas de resarcirse, que sabe que sí puede encajar como anillo al dedo en la propuesta de Borja Jiménez y que ofrece un perfil distinto al del resto de centrocampistas deportivistas.
Precisamente por eso el Deportivo ha fichado a Rubén Díez. El cuerpo técnico blanquiazul parece claramente decidido a apostar este curso desde el principio por la figura del enganche. Y ese rol casa a la perfección con Mario Soriano. Pero el madrileño era el único futbolista del plantel que podía actuar con naturalidad ahí. Para añadir más recursos llega Rubén Díez, un jugador con unas características muy diferentes a Roberto Olabe e Isi Gómez, dos hombres más enfocados a actuar en el doble pivote. O, en el caso de iniciar con tres centrocampistas, a situarse en el primer (Álex Bergantiños) o el segundo escalón (Villares) del centro del campo.
Así lo dicen sus condiciones y así lo demuestran sus datos del pasado curso 21-22, recolectados por Wyscout. Como vemos en el radar, Olabe es claramente el centrocampista con mejor nivel defensivo. Mientras, Isi Gómez actuó mucho encorsetado al perfil derecho y sin demasiada libertad para llegar, aunque de los tres fue el que más remates y regates promedió. Por su parte, Rubén Díez sumó claramente más que sus nuevos compañeros en el apartado de asistencias. Pese a ello, el zaragozano fue exiliado a las bandas en el inamovible 4-4-2 de Ramis. Y ahí, distó mucho del llamativo mediapunta del Castellón que convenció al propio Tenerife.
De hecho, tan solo hace falta comparar los datos de la pasada temporada con los de la anterior. En el Heliodoro, Díez fue un futbolista mucho más enfocado a aparecer en la zona de finalización, bien en el carril interior o bien en las bandas. Pero siempre partiendo desde posiciones próximas a las líneas de la cal. Rubén promedió en Tenerife más centros, más asistencias esperadas (expected Assists o xA) y más implicación defensiva, que se refleja también en algunas de sus estadísticas sin balón. Pero, en general, tuvo menos participación en el circuito de juego de su equipo y, sobre todo, mucha menos cuota de gol. Es decir, sirvió más que comió.
Rubén Díez, un futbolista total en Castalia
Porque la diferencia entre el Díez de Tenerife y el de Castellón fue su liderazgo. Capitán en Castalia y ’10’, Rubén era el principio y el final del conjunto ‘orellut’. Un futbolista total, con libertad para aparecer en casi cualquier zona del campo. Jugaba, hacía jugar y finalizaba.
Comparándolo con los centrocampistas con más de 800 minutos disputados en LaLiga Smartbank 20-21, vemos cómo el maño no era el futbolista de la medular más participativo del CD Castellón (círculos rojos). Ni siquiera el que, en general, acertaba más en el pase. Pero su preponderancia crecía cuando se trataba de ser incisivo. Así lo reafirma tanto su volumen como su acierto en pases progresivos. Dos métricas que le colocan en el cuadrante de los más determinantes desde esta capacidad para asociarse buscando hacer progresar el juego. Y, por tanto, haciendo daño.
Así, su habilidad para proteger el balón le llevó a ser también uno de los centrocampistas con más tendencia al regate o a la conducción hace dos temporadas. Sin embargo, no es este un recurso de cara a la galería. Porque el zaragozano tiene como principal virtud dar fluidez al juego. Su cabeza funciona un GPS que tiene al resto de los 21 ‘puntos’ ubicados perfectamente en el césped en cada momento en el que se predispone a recibir. Si puede pasarla, no la retiene. Y, por lo tanto, tan solo emplea las acciones individuales cuando necesita escapar de presión. No es veloz, pero sí hábil para salir del regate corto.
Díez puede ocupar la segunda línea del equipo en toda su extensión, siempre que sea para asociarse y no para dar profundidad a través de sus carreras. Su capacidad para interpretar los espacios le permite aparecer en muchas ocasiones flotando con libertad en último tercio. Y ahí sabe ser definitivo, gracias a que acompaña su visión con una excepcional rango de pase. En corto, en medio, en largo, con el exterior y hasta con la izquierda. Rubén Díez es decisivo desde su golpeo y eso le lleva a ser también una amenaza a balón parado.
El Deportivo suma cifras con Rubén Díez
De este modo, si el Deportivo logra que Rubén Díez recupere un rol similar al papel protagonista que tuvo en el Castellón 20-21 en Segunda, se garantizará cifras muy interesantes para un futbolista ‘no delantero’. Sobre todo, teniendo en cuenta que baja una división. Porque hace dos cursos, Rubén fue el cuarto centrocampista más goleador de la categoría de plata, con 7 dianas. La mayoría de sus tantos llegó a partir de un lanzamiento de media o larga distancia. Pero también acertó llegando al remate, más por aparecer y demostrar su gran primer toque, que por imponerse. De hecho, no promedió un alto número de xG (goles esperados) y tampoco estuvo en el top de los más rematadores. Algo que demuestra la dificultad de sus dianas.
Además, ofreció 4 asistencias. Es decir, generó directamente 11 tantos. Una cifra elevada y más teniendo en cuenta que el Castellón bajó con únicamente 35 goles marcados. Es decir, fue decisivo en, aproximadamente, el 30% de los goles de su equipo. Una barbaridad.
Su debe, sin balón
Mientras, el momento sin balón es el principal debe del aragonés. Díez mejoró sus cifras bajo la disciplina de Ramis en el Tenerife. De hecho, es un futbolista que no negocia el esfuerzo. Se activa bien y es intenso e inteligente a la hora de trazar movimientos en la presión. Pero no destaca en la temporización y, sobre todo, ha sufrido en Segunda en el cuerpo a cuerpo.
De este modo, Díez fue el peor centrocampista en duelos aéreos ganados en la campaña 20-21. Su 1,70 de altura no le ayuda. Tampoco el hecho de ser, además, un futbolista liviano. De hecho, Rubén apenas promedió 2,5 interceptaciones por cada 90 minutos jugados y su implicación y éxito en duelos defensivos en general fueron bajos.
Un futbolista decisivo
Pese a su déficit sin balón, que será menor en Primera Federación, Borja Jiménez suma para la causa un futbolista, teóricamente, decisivo. Así lo fue hace nada en Segunda y así debería serlo en una categoría inferior. Más que nada porque aunque en Tenerife su año estuvo exento de protagonismo, en los ratitos que jugó demostró que su falta de oportunidades respondía más a un difícil encaje con las exigencias de Ramis que a un bajón real en su fútbol.
La interpretación del juego a través de su dominio del espacio-tiempo es la principal virtud de un Rubén Díez que, en eso, tendrá a Mario Soriano como principal competidor y a la vez socio. Recibiendo al pie suma fluidez, ya que además sabe jugar de espaldas y proteger el balón. Se perfila bien -también para usar la izquierda- y aunque no destaca sobremanera en el control -no suele generar ventajas con él-, sí lo hace en el primer toque, exquisito. Por su inteligencia, pero también por su técnica. Porque, a mayores, el jugador cedido por el Tenerife añade una gran clarividencia en el último tercio gracias a su golpeo.
Rubén Díez podría influir en todo el campo como Juergen Elitim, pero alejar del área a un futbolista que mezcla virtudes del denostado Menudo y de Soriano sería, probablemente, un error. Porque Borja Jiménez suma para su plantel ritmo en la circulación y desequilibrio en el área en su segunda línea.