LaLiga Promises femenina, Ciudad Deportiva de Abegondo, junio de 2019. Tras empatar durante el tiempo reglamentario, Athletic Club y Levante se disponen a lanzar una tanda de penaltis para aclarar quién es el semifinalista. Después de varios lanzamientos, ganan las valencianas. Acto seguido, Amaia Olabarrieta (1982), técnica del Athletic infantil, reúne a sus jugadoras sobre el propio césped y les da una charla. El mensaje es claro. «No puede ser que pregunte quién quiere lanzar los penaltis y que todas agachen la mano. No pasa nada si lo fallas, pero tienes que atreverte. Estoy segura de que al entrenador rival no le ha pasado lo mismo cuando ha preguntado».
Quizá detrás de esa simple anécdota se esconda el verdadero ADN athleticzale. Quizá de esas palabras de Amaia se pueda extraer su carácter, por qué ha llegado a la élite cuando era jugadora, por qué ha sido referente durante tantos años.
Entre 2003 y 2016, Amaia Olabarrieta fue futbolista de la primera plantilla del Athletic Club. Para entender el cambio generacional y ver cómo ha ido creciendo el fútbol femenino, hay que empezar por el principio. Y qué mejor que hacerlo con su testimonio, a través de su historia. “Cuando yo jugaba tenía que competir con chicos porque no había ni equipo ni tantas niñas que jugasen. No había esa posibilidad de poder jugar con niñas. Aunque tengo que decir que igual hasta lo agradezco, en cierta medida, porque al final hasta cierta etapa puedes competir mejor con niños y contra niños”, pronuncia.
Al margen de los hechos, en todo proceso, hay declaraciones que evidencian el avance también en la manera de pensar, en la forma de ser de las crías del siglo XXI. “Mis referentes eran Julen Guerrero, Alkiza… Jugaban en el primer equipo y esos eran mis ídolos entre comillas. Hoy en día, se lo preguntas a cualquier niña de mi equipo y te va a decir Érika (Vázquez), Vanesa (Gimbert)… jugadoras que están en la Primera Iberdrola. Al final esto siempre es más gratificante. A cualquier niña que le preguntes te va a dar un nombre de una jugadora de fútbol femenino. Es el progreso, es lo que hemos conseguido hasta ahora”, afirma.
Por eso, cuando una le pregunta a Olabarrieta por los consejos que da ahora desde la banda, a la lezamarra se le dibuja una sonrisa. “Cuando empezamos la pretemporada, siempre les digo que tienen la suerte de llevar el escudo que supongo que todas aman. Porque al final lo viven desde casa. Ser del Athletic es una religión. Desde pequeñito lo ves en casa, tus padres son aficionados del Athletic, es muy poco probable que siendo de Bilbao seas de otro equipo. Ya lo mascan desde pequeñitas”. Y prosigue con su relato: “Siempre les digo: ‘Yo a vuestra edad no tenía la oportunidad de mejorar todo lo que ahora podéis mejorar vosotras. Hacemos entrenamientos específicos, tienen preparadores físicos, entrenador de porteras… Si no aprovechan esto que tantos años nos ha costado alcanzar, sería una pena, porque realmente no les gustaría el fútbol. Pero es solo un consejo, porque al final yo les puedo decir lo que a mí me hubiera gustado, pero lo tienen que vivir ellas”, sentencia.
El crecimiento del Athletic femenino en los últimos años, se refleja, como es lógico también, en el número de fichas. “Hemos pasado de tener el primer equipo y el segundo, a tener el de Regional, que ha salido este año, el cadete y el infantil. Y esto creo que va más allá, porque hay propósito de sacar más equipos”, reconoce. Y mientras lo dice, vuelve a presumir, no sin motivo: “En el club se lleva un línea progresiva, y cada vez se consiguen más cosas. Es un orgullo. No solo por ser del Athletic, sino por ser un referente para otros clubes».
Y vaya si lo son. Las jugadoras del Athletic B, que milita en la segunda categoría -ahora conocida como Reto Iberdrola-, son profesionales. Además, el club cuenta con 1 ojeador por cada provincia vasca y dispone de una estructura exclusiva para el femenino que sería la envidia de más de un club profesional masculino. El Athletic es un clásico, se mantiene en el tiempo, pero año tras año, temporada a temporada, no deja de crecer. Bilbao siempre un paso por delante.