Dani Cancela, exjugador del Deportivo, inicia una nueva serie de artículos donde irá relatando sus vivencias en la Champions Asiática. Curiosamente, este 24 de junio su primer partido será contra el FC Port de David Rochela.
Son las 8 de la mañana en Buri Ram, una provincia al nordeste de Tailandia, cerca de la frontera con Camboya. Aquí estaremos los próximos veinte días, completamente aislados, para jugar la competición de clubes más importante de Asia. Todavía con la nariz dolorida por la PCR (la segunda en 72 horas) voy a contaros un poco la experiencia de la Champions League mas extraña de la historia, en la que mañana debutamos.
Como en todo el mundo, el COVID ha modificado por completo los calendarios deportivos del continente. Aunque muchas ligas se han desarrollado o se están desarrollando con cierta normalidad, las cuarentenas y las restricciones a los viajes entre los distintos países del continente hicieron imposible jugar con el formato normal, de partidos en casa y fuera, viajes de tres días y vuelta a la competición local.
Por eso, y tras varios retrasos (la fase de grupos debería haber empezado en marzo y parecía que se iba a cancelar de forma definitiva) se decidió que cada grupo se jugaría en una sede única bajo unas medidas de seguridad enormes. El nuestro (Thai Port, Kitchee, Guangzhou FC y Cerezo Osaka) en Buri Ram, Tailandia, un país que a día de hoy tiene más de 3000 casos de COVID diarios. Nosotros vamos todos vacunados, porque en Hong Kong cualquier persona mayor de 12 años puede pedir vez para hacerlo y hay mas disponibilidad de vacunas que demanda, pero creemos que no todos los equipos lo están.
La odisea empezó el domingo en el aeropuerto de Hong Kong. Al llegar nos dieron unos trajes y unas gafas especiales para viajar. Los aeropuertos, los aviones, estaba todo vacío. Daba la sensación de ser el protagonista de una película de ciencia ficción. Nos aislaron en el aeropuerto de Bangkok, pasamos el control de pasaportes separados del resto de viajeros y directamente a una sala especial a esperar por el vuelo a Buri Ram. La AFC (la UEFA de Asia) no nos permitía estar en contacto con nadie en Tailandia, para mantener la seguridad de la burbuja. Tampoco podíamos, como hubiésemos hecho en condiciones normales, ir en bus hasta Buri Ram, porque Tailandia tiene activado el cierre perimetral entre provincias, y si te desplazas de una a otra hay que hacer cuarentena de cinco días antes de poder hacer vida normal. El índice de vacunación es muy bajo y los desplazamientos en este país suponen un drama para el aumento de casos.
Al llegar a Buri Ram, en la misma pista del aeropuerto nos hicimos la primera PCR, y de ahí al hotel en un bus que tiene plastificado desde las puertas a los asientos. Cada equipo estamos en un hotel distinto, en el que no hay más huéspedes que nosotros. Aun así, no podemos salir de la habitación nada más que para ir a entrenar y a jugar los partidos. El resto del día tenemos que estar encerrados. Al lado de cada puerta, en el pasillo, hay una mesa. En ella nos dejan el desayuno, la comida y la cena para que nosotros la pasemos y comamos dentro de la habitación. Al acabar, tenemos que dejar la basura en bolsas que hay que cerrar con bridas en la puerta de la habitación, igual que la ropa sucia, que nos devuelven al día siguiente. Porque al ir a entrenar y a jugar no podemos ni usar los vestuarios y solo nos podemos duchar en el hotel…
Antes de venir tuvimos que descargarnos una app, y al llegar al hotel escanear un código QR con el que el Gobierno tailandés sabe en el hotel en el que estás y el número de habitación. Cada día, a las 9 de la mañana y a las 3 de la tarde, tenemos que medirnos la temperatura y subir los datos a la app. La propia aplicación te manda un mensaje cuando es la hora de subir los datos, y si no lo haces, llaman a nuestro jefe de expedición para saber qué está pasando.
Cada día previo al partido nos hacen una PCR. Hoy tocó estar a las 7.30 de la mañana en el parking del hotel para el test. En condiciones normales sería un fastidio, pero cuando pasas 22 horas al día sin salir de la habitación, estar media hora al aire libre, aunque sea con calor y para que te metan un palo por la nariz hasta tocar el cerebro parece un buen plan.
Es una situación difícil, porque no es el escenario ideal para competir. No es fácil tratarse antes y después de los entrenamientos. Calentamientos, masajes, vendajes… se hace todo muy difícil de gestionar, y me imagino que será todavía más complicado cuando empecemos a jugar. Partidos muy intensos cada 72 horas. Poco margen y pocos medios para la recuperación (no poder salir de la habitación no es la mejor manera de recuperarse de un esfuerzo) y seguramente nos pase factura a todos los equipos. Va a ser una cuestión de supervivencia.
Tampoco es sencillo desde el punto de vista mental. Se hace muy cansado y monótono estar todo el día solo en una habitación. Internet funciona solo regular y sobre todo las mañanas se hacen largas. En mi caso, trato de ocupar el tiempo en cosas que durante el año en casa no puedo hacer (estudios y trabajos) e intento no estar tirado todo el rato. Tenemos bandas elásticas, podemos hacer core, yoga… es necesario tener activados los músculos durante el día porque sino al empezar a entrenar parece que te pasó un camión por encima!
Las tardes y las noches son mas sencillas, porque en mi caso, con mi familia en A Coruña, a partir de que amanece ahí ya puedo estar viéndolos y hablando con ellos. Aquí hay cinco horas de diferencia así que el resto del día estamos, cuando la red lo permite, conectados.
Además por la tarde también es cuando entrenamos, el único momento del día en que estás al aire libre y puedes hablar con tus compañeros. Y jugar al fútbol. Porque a veces con toda esta locura de medidas, datos y cosas nos olvidamos de que la única razón por la que estamos pasando por todo esto es porque tenemos una competición que jugar. No sé si merece la pena pasar por todo esto, posiblemente no, pero no hay elección. Pero ya que estamos aquí hay que pelear por hacer algo importante. Mañana echa a rodar el balón, y espero que a partir de ahora los resultados den bien en todos los equipos y podamos empezar a pensar más en el fútbol que en el virus, y a seguir descontando los días que quedan para volver a casa sin ningún contratiempo.