Hay lecciones del deporte que son extrapolables a la vida en general. Lo sabe bien Carolina Arbeláez (Medellín, 1995). En el mes de enero, unas molestias en la espalda -padecía una listesis y una hernia- le obligaron a parar y pasar por quirófano. Desde entonces, no ha vuelto a jugar al fútbol, sigue con su recuperación. Con el Dépor Abanca inmerso en la pelea por salvar la categoría, la colombiana narra cómo han sido todos estos meses para ella, a tantos kilómetros de su casa, y cómo está animando a sus compañeras desde fuera.
¿Cómo estás?
Me gustaría resaltar que estoy agradecida, sintiéndome mucho mejor. Desde el cuerpo médico del club han estado súper pendientes de mí y cada vez queda menos. Hay días que uno amanece así súper bien, otros no tanto; pero siempre con la mentalidad de querer mejorar. Y desde donde esté poder aportar al equipo.
En enero la lesión, en marzo la operación. ¿Cómo fue todo ese proceso?
Muy duro. Te confieso que ha sido la primera vez que he tenido que pasar por quirófano y que esta es la recuperación más larga de mi carrera deportiva. He aprendido demasiado, sé que todo esto me va a hacer mucho más fuerte. Me ha hecho darme cuenta de que lo más importante es la salud, que las demás cosas no influyen tanto como pensaba. En mi vida siempre he desayunado, comido y cenado fútbol. Y en el momento de la lesión, cuando siento dolor y ya no tenía esa calidad de vida, me di cuenta de que siempre dejaba pasar los detalles. Y un detalle es tener salud, tener a tu familia…
¿Las molestias cuándo las sentiste?
Primero, en unos entrenamientos, antes del parón de diciembre. Y ya en el último partido del 2020, contra el Barcelona, recuerdo que sentía mucha molestia, estaba cansada, dolorida… Ese mes estaba haciendo terapia, pero no sentía mejoría. Y luego el 5 de enero, contra el Granadilla, fue donde no pude más. Al día siguiente de ese partido, el dolor era tan intenso que casi no podía ni dar un paso. Ahí quiero resaltar el apoyo total del club: con el doctor Alejandro Mejuto y los fisios Álvaro Cancela y Carlos Rivas. Estuvieron siempre pendientes de mí.
¿Cómo reaccionaste cuando te enteraste del alcance de la lesión?
Al principio no te voy a negar que lloré demasiado. (Durante esas semanas previas a la operación), siempre llegaba de Abegondo a casa sabiendo lo que tenía, que tenía que pasar por quirófano y que muchas cosas iban a cambiar, y estaba súper triste. Había bajado un montón de peso y yo sabía que no solo era pérdida de masa muscular, sino que también influía el mal momento que estaba pasando mentalmente.
Supongo que al estar a tantos kilómetros de casa se hace más difícil aún.
Total. De verdad que no me quiero quejar y tampoco quiero comentar mucho sobre eso, pero la pasé demasiado mal. Mi compañera Lorena Bedoya lo vivió conmigo. Tengo que agradecerle demasiado. Fue la persona que me aguantó físicamente todas las molestias, yo lloraba prácticamente todos los días. Era dolor, cansancio, incertidumbre… Ese ‘¿Por qué a mí?’
¿Recibiste algún tipo de ayuda especial?
El club siempre estuvo 100% apoyando este proceso desde que tuve que dejar de jugar. Y Marisol, la psicóloga del equipo, me ofreció su ayuda. Pero ahí, en los días previos a la operación, ya estaba a punto de venir mi madre (desde Colombia) y sentía otro aire. Llegaba a casa, veía el balón y, como me encanta hacer freestyle, pensaba: ‘Es lo que me gusta, nunca lo he dejado de hacer, así que vamos a luchar hasta el final para volver a hacerlo’. Y traté de inspirarme, vi en Amazon Prime el documental de Rafinha (‘Resiliencia’), el de Carolina Marín… Ahí cuando sentía que no podía más, esas cosas me ayudaron, uno siempre puede más.
Carolina Arbeláez: «Yo lloraba prácticamente todos los días. Era dolor, cansancio, incertidumbre… Ese ‘¿Por qué a mí?’»
La llegada de tu madre fue el punto de inflexión definitivo.
Ella llegó el 15 de marzo y yo me operaba el día 18. Estuvo dos meses acá en A Coruña, y eso me renovó las energías. Siempre me he considerado una persona muy positiva, ante las adversidades nunca tiro la toalla. Y de eso me llené. No solo para demostrarle a las niñas de Colombia que me admiran, sino para demostrarme a mí misma que era capaz; que esta lesión no podía ser el fin de mi carrera, y estoy segura de que no lo será. Obviamente tenía que tomar un papel en el equipo. No soy en este momento (jugadora) importante, entre comillas, pero considero que el apoyo que les doy a ellas las motiva.
¿Cómo surgió lo de la bandera del Dépor que te acompaña en cada partido?
Mi madre no me dejó ir a ver el primer partido que jugábamos en casa después de mi operación (Dépor-Real Madrid), pensaba que estaba muy reciente la cirugía. Y ahí nació ese amor de querer acompañarlas juego tras juego. Sabía que me iba a costar verlas jugar y yo no poder hacerlo. Así que ella me acompañó a la DéporTienda, compré la bandera que más me gustó y ya viajé al siguiente partido, a Sevilla. Contra el Atlético no pude ir a Madrid porque tenía cita con el neurocirujano, pero encendí una vela, puse la bandera y les mandé una foto al grupo, les dije que sí creía en los milagros y que creía en ellas.
¿Mandas habitualmente ese tipo de mensajes?
Mi papel no es tanto de palabras en el vestuario, sino de demostrarles que me encantaría estar en la posición que están ellas, luchando por el equipo, por el escudo, que yo también extraño hacerlo. Y tal vez usar eso como un plus de motivación.
Querías encontrar la manera de ayudar al equipo desde ese otro rol.
En mi país siempre me había desempeñado siendo una buena líder, siempre trataba de hacer el bien por mis compañeras y mi equipo. En mi casa siempre me han educado así, es el legado que tenemos en la vida: ayudar a los demás. Si no hacemos eso, vamos sin rumbo. Acá la verdad no había tenido esa confianza. Suelo ser extrovertida, pero obviamente algunas cosas me daban pena, otras no estaba segura si hacerlas o no, por la cultura, porque estoy en otro país… Pero después de la lesión fue mucho aprendizaje. A raíz de la mejoría, tomé esas riendas de apoyar, sé que van a defender el escudo hasta el final.
El año pasado me decías: «En A Coruña, un día que uno esté aburrido o triste… simplemente va y camina al lado de la playa». ¿Lo has hecho mucho en los últimos meses eso?
Cuando mi madre llegó acá, lo primero que le mostré fue la playa, la Torre de Hércules, el Monte de San Pedro… Es una ciudad demasiado agradable, me he sentido muy bien. No solo por pequeña sino también por su gente. Desde Pablo Pereiro hasta Manu Sánchez, que tiene un apoyo incondicional conmigo. Eso para mí es muy bonito, porque estamos a muchos kilómetros de distancia, separadas de nuestras familias… Venimos por un sueño, y encontrar un lugar donde te puedas sentir tan cómoda, te hace sentir más humano, más persona. A la semana de estar en casa, ya iba caminando por la orilla del mar.
Mirando al horizonte, ¿te has marcado algún plazo para tu regreso?
Hasta ahora todo está muy tranquilo. Pienso que los médicos me lo han dejado claro: es tal cual reaccione mi cuerpo. Ellos no me dan un plazo exacto, pero la evolución es buena. Ya puedo hacer una vida totalmente normal sin sentir molestias ni nada. En fisioterapia ya estoy haciendo ejercicios de core y montando en la bicicleta estática. Son pasitos que voy dando, pero para mí son agigantados. Antes no podía hacerlo sin molestia y ahora me siento demasiado bien. No sé cuánto tiempo será, solo sé que quedan 4 finales de mi equipo, y voy a apoyarlas pase lo que pase; y esperar que venga más adelante (el regreso al verde).
Carolina Arbeláez: «Me di cuenta de que siempre dejaba pasar los detalles. Y un detalle es tener salud, tener a tu familia»
¿Sientes que en el Dépor te están esperando?
Lo único que siento es que el equipo está pensando en su permanencia, que ahora eso es lo más importante. Y todos debemos estar enfocados en eso; incluso yo, que estoy en plena recuperación. Pero, (volviendo a la pregunta), sí, yo lo siento así, pero siempre hay que esperar. Soy una persona demasiado positiva, estoy en una ciudad increíble y, si no se diera la oportunidad, sería una persona súper agradecida y feliz.
¿Hasta cuándo tienes contrato?
Actualmente, hasta el 30 de junio de este año.
Esta temporada ya no va a poder ser, pero ¿volveremos a verte jugar con la camiseta del Dépor?
Las sensaciones que tengo de volver con el equipo son impresionantes. Es un sentimiento súper difícil de explicar. Hay que esperar, no me puedo adelantar, tengo que seguir recuperándome de la mejor manera. Y quiero centrarme en cuidarme, alimentarme bien, estar bien, pensar en positivo, seguir en contacto con mi familia y Dios proveerá.
La última. ¿Cómo ves al equipo para las cuatro finales que le quedan?
Siento que no merece estar peleando por esta situación. No sé si se me entiende. Son jugadoras increíbles, somos trabajadoras incansables, hemos hecho muy buen papel desde el año pasado, haciendo historia como siempre ha hecho el Dépor. El Dépor es un equipo al que le gusta hacer historia, que está acostumbrado a hacer historia, tanto en el femenino como en el masculino. Entonces es un poco extraño, no sé si es la palabra, estar en esas instancias de tener que luchar por la permanencia. Yo siento que lo vamos a lograr, pero las cosas son partido tras partido. Luego de ver los dos últimos partidazos, no me queda duda. Te llenan de ímpetu para seguir apoyando al equipo y aprovechar hasta el último minuto que pueda estar aquí con ellas.