Cuando eres pequeño quieres que te repitan tus cuentos favoritos una y otra vez, esos que te sabes de memoria y casi siempre tienen final feliz. Pasa lo mismo con las historias que te llaman la atención y te marcan a lo largo de tu vida; aunque ya las conozcas te gusta volver a escucharlas, da igual que su trama no vaya a cambiar. En el fútbol femenino hay jugadoras que llevan años y años en Primera División, otras acaban de aterrizar aún en la élite. Habitualmente, el espectador suele empatizar con los guiones enrevesados, con los que se salen de lo habitual. Porque una carrera no tiene que ser lineal para acabar en lo más alto. De hecho, lo frecuente es que tenga muchas curvas, muchos altibajos.
En el verano de 2016, el Dépor recuperó su sección femenina. Tras absorber al Orzán, empezó a confeccionar su plantilla para empezar a competir en Segunda División. La idea era firmar talento autóctono, jóvenes promesas de Galicia, sin embargo, no era una norma cerrada y hubo excepciones. Por ejemplo, desde Ávila llegaron Perdi y Elvira, una mediocentro y una delantera. Y por el camino incorporaron a una astorgana: Cris Martínez.
En el trayecto que va de Ávila hasta la ciudad herculina, a Perdi y a Elvira se les ocurrió su nombre y, acto seguido, llamaron a Manu Sánchez para proponérselo. Conocían a Cris del fútbol regional de Castilla y León, y pensaron que podía ser buena opción. El técnico no sabía cuál era su nivel, así que de entrada le ofreció una prueba, la invitó a entrenar con el equipo. Ella, sin pensárselo demasiado, aceptó. «Si no te sirvo, échame», le soltó con sinceridad. Casi inconscientemente, se convirtió en una de las primeras piedras del proyecto. Porque sí, un par de sesiones después ya formaba parte de la plantilla a todos los efectos.
En el Santa Ana, su equipo de Astorga, actuaba de mediocentro. En A Coruña tuvo que adaptarse a una nueva posición: la de lateral derecha. «Casi al primer entrenamiento, Manu y Aitor me dijeron: ‘Tú eres lateral’. Y hasta ahora». Con los vicios típicos de quien retrasa su posición en el medio de su carrera, Cris se caracteriza por su vocación ofensiva. Es un auténtico pulmón, tiene buen pie, y le gusta mucho pisar línea de fondo para luego colgarla al área.
De aquella primera temporada, de la 2016-17, solo quedan en el Dépor otras cuatro jugadoras: Miriam, Laura Vázquez, Nuria y Tere Abelleira. Cris es la única ‘forastera’ que resiste. Además de adaptarse a una nueva posición, la maragata se ha ido adaptando a lo que requería el proyecto en cada momento. De entrada no acusó el paso de regional a Segunda, como ahora no ha acusado el salto a Primera. En su debut en la máxima categoría se ha convertido en una de las mejores laterales de la liga. Y recientemente ha renovado con el Deportivo hasta 2022.
«Yo cuando jugaba en regional lo hacía con mis amigas, y ahora aprendo en cada entrenamiento. Ha sido un aprendizaje continuo durante estos cuatro años«. En esa frase que ella misma pronuncia se resume la historia de Cris Martínez: de ser mediocentro en liga regional a acabar convirtiéndose en una de las mejores laterales de la Primera Iberdrola, de llegar por casualidad al proyecto del Dépor ABANCA a ser uno de sus pilares básicos. Hay ejemplos que deberían ser repetidos una y otra vez, como los cuentos de la infancia.