El Deportivo continúa sin ganar fuera de casa, pero también sin perder. Y no se trata de ser conformista, sino de saber apreciar que la igualada ante el Rayo Majadahonda, más allá del punto, poco se parece a las logradas en Las Palmas o Almería. Porque lo último que ves es lo que queda en la memoria y eso fueron las paradas salvadoras de Dani Giménez, pero la imagen del equipo blanquiazul distó mucho de la de las últimas salidas.
Insiste Natxo González en que nos olvidemos de imaginar fuera de casa al Dépor de Riazor. Pero si hay una versión que el técnico quiere de su equipo a domicilio, seguramente sea muy similar a la del Cerro del Espino. Los coruñeses volvieron a no tener el control de la pelota, pero esta vez sí dominaron la escena durante gran parte de los minutos. Al menos mientras tuvo cierta lógica.
El equipo blanquiazul no pudo monopolizar el balón, en parte por la elección de personal del técnico. Con Bóveda y Didier Moreno por la banda derecha, ese costado quedaba prácticamente inutilizado. Incluso intercambió las posiciones de Carlos y Quique arriba para que el sevillano actuara a pierna cambiada y aportara algo de luz a esa zona. El Dépor se defendió bien en tres cuartos y cada robo era peligro. Hasta tres ocasiones claras tuvo en el primer tiempo, siempre con Carles Gil prendiendo la mecha. El valenciano fue el que mejor interpretó el juego en ese periodo, pero Quique no supo rematar en boca de gol dos buenos centros de Saúl y del propio valenciano. Y cuando Carlos se disponía a hacerlo tras otro balón al área, fue derribado de forma descarada sin que el árbitro viera penalti.
El cambio de Natxo al 5-3-2 le permitió al Dépor frenar las estampidas locales y atacar con más sentido en el tramo final
Todo parecía ir sobre ruedas hasta que los locales metieron el partido en la batidora. El Rayo, uno de los equipos mejor trabajados en la categoría, resuelve sus duelos a vida o muerte. Iriondo no quiere empates y por ello deshizo su defensa de cinco inicial para cambiar anchura por profundidad y castigar el balance coruñés de banda a banda. En ese ida y vuelta lo más sorprendente fue que el marcador no se moviera. A cada sprint de Aitor García respondía Borja Valle, que rozó el gol primero y lo logró después, aunque en situación ilegal.
Hasta seis ocasiones claras tuvo el Dépor para llevarse el encuentro, con Bóveda y Expósito sumando remates fallidos. Antes y también después de que Natxo contrarrestara la maniobra del técnico rival con su propia medicina. El paso al 5-3-2 anuló las estampidas locales y permitió desplegarse en ataque con más sentido, pero la falta de acierto evitó que el equipo volviera a A Coruña con tres puntos, aunque no con la sensación del trabajo bien hecho: «Me voy más tranquilo tras este partido», sentenció el técnico vitoriano.