El CD Badajoz respira, aunque sin dejar de mirar hacia atrás. Porque el cuadro que dirige José María Salmerón llega hoy a Riazor, diez jornadas después de medirse contra el Deportivo en el Nuevo Vivero, en una situación mejor de la que tenía antes de aquel encuentro de nefasto recuerdo para el equipo blanquiazul. En la ida, el bloque extremeño venció en el último minuto, confirmó su reacción y salió de los puestos de descenso. Y desde entonces, no ha vuelto a pisar la zona roja.
Pero una cosa es que el Badajoz respire y otra muy diferente que lo haga de manera holgada. Para nada. Porque la escuadra pacense llega a Riazor con los deberes por hacer. Desde aquella victoria ante el Dépor, tan solo ha ganado dos partidos más: en Pasarón al Pontevedra y en casa frente al Alcorcón. Dos victorias de nueve posibles que le han impedido alejarse de los puestos calientes.
Así, el CD Badajoz puede ver el vaso medio vacío ante esa dificultad para lograr imponerse a sus rivales, que le lleva a verse a solo dos puntos del descenso. O puede verlo medio lleno, pues en esa serie de encuentros que van desde el Deportivo hasta el Deportivo gracias a este calendario asimétrico, únicamente ha sucumbido dos veces: frente al Mérida (1-0) y ante el San Fernando (2-1), en su última salida.
La que sufrió en el Iberoamericano es, por lo tanto, la única derrota en el año 2023 de un equipo al que le cuesta mucho ganar, sí. Pero que también vende muy cara su piel. Sobre todo tras la remodelación que sufrió en enero, cuando dio de baja a 5 futbolistas e incorporó a 4 nuevas piezas previa autorización del administrador concursal. Porque sí, los últimos meses en el Badajoz han estado marcados por la inestabilidad institucional. Una inestabilidad que pudo haber acabado hace unos días, cuando el grupo inversor mexicano Atlantic Capital ultimó la compra de todas las acciones del club.
El CD Badajoz, con un carril central más poderoso
Los movimientos en el mercado de invierno se han focalizado, sobre todo, en el carril central de la plantilla. Y es que los 4 fichajes ocupan ese pasillo. Al joven central Juanmi García y al veterano Josete Malagón se le han unido el mediocentro ‘todoterreno’ Jannick Buyla y el exdeportivista Gorka Santamaría. De ellos, el punta vasco parece el único que no ha logrado hacerse con una plaza fija en el once de José María Salmerón, aunque ha alternado 4 titularidades con 2 suplencias y marcó su primer tanto del curso en su tercer encuentro.
La participación desde el inicio del vasco en su regreso a Riazor o de Ferrón (autor del gol en la ida) es una de las incógnitas en el once de un José María Salmerón que, tras probar sin éxito el 4-4-2 ante el Sanse, podría apostar por regresar al 5-4-1 aprovechando la vuelta a la lista de Juanmi García y el carrilero diestro Carlos Cordero tras cumplir sanción. Aunque otra opción sería reforzar un mediocampo en el que Buyla es fijo y Mancuso suele estar a su lado con un tercer hombre como Raúl Palma.
Sea como fuere, todo apunta a que a Riazor llegará un equipo reactivo, que prima el orden defensivo como argumento principal para llegar a la victoria. Porque el Badajoz concede relativamente poco, aunque promedia un gol en contra por partido desde la llegada de Salmerón en la jornada 6. Así, desde el rigor sin balón busca provocar que el rival se equivoca y, entonces, atacarle.
Para ello cuenta con piezas con talento en último tercio, pues David Soto, Zelu y Adilson son extremos muy punzantes. Este último ha entrado en la convocatoria, aunque ha carecido de continuidad en las últimas semanas por cuestiones extradeportivas relacionadas con su renovación automática en caso de alcanzar un número concreto de titularidades. Sin embargo, Salmerón comentó esta semana de que el portugués había padecido problemas físicos que no le han impedido viajar a A Coruña.
Sin la presencia de Adilson desde el inicio, el CD Badajoz pierde un activo importante para ese plan de transiciones ofensivas desde el que, probablemente, buscará dañar al Deportivo. De hecho, no le viene nada mal medirse a un equipo como el herculino, que quiere la pelota y al que tratará de herirle desde una reactividad que le ha hecho respirar, pero no mucho.