Más claro, agua. Óscar Cano definió como «ridícula» la actuación de su Deportivo en Badajoz. Porque el conjunto blanquiazul firmó su peor encuentro desde que el granadino está en el banquillo, justo en el medio de una semana en la que recibió al Córdoba y deberá acoger la visita del Racing de Ferrol. Pero, ¿por qué fue tan malo el partido del Deportivo en Badajoz? Lo analizamos aportando algunos datos ilustrativos.
Dos partes bien diferenciadas
El Badajoz-Dépor estuvo lejos de ser un encuentro con un guion lineal. La expulsión de Mario Soriano a los 64 minutos de juego modificó la dinámica de un choque en el que el cuadro coruñés tuvo el balón la mayor parte del tiempo sin opción alguna de hacer daño. Mientras, su rival esperaba cómodo, paciente hasta encontrar su oportunidad.
El equipo herculino acabó agazapado atrás, con un hombre menos, tratando de aguantar el chaparrón y buscando un contraataque que nunca se dio. Eso le hizo acabar el choque de la decimoquinta jornada con una cuota de balón casi calcada a la de su rival, aunque ligerísimamente inferior, siempre según Wyscout: 50,2% contra 49,8%. Por segunda vez en la temporada, el Dépor tuvo menos la pelota que su contrario -la primera fue justo ante el Córdoba unos días antes-.
Sin embargo, este dato estuvo totalmente condicionado por la roja a Soriano, pues en la primera hora de juego, el bloque de Cano gestionó el esférico un 60,5% del tiempo.
Tenerla por tenerla
Sin embargo, una cosa es tener el balón y otra hacer daño con él. No sabemos si el Deportivo estuvo muy pendiente o no del partido de España en los octavos de final, al que apeló Antoñito. Pero lo cierto es que se pareció mucho a ‘La Roja’ contra Marruecos. Porque el conjunto deportivista trató, como siempre, de progresar a través de una asociación preferiblemente en distancias relativamente cortas. Pero lo que hubo fue mucho pase y poco avance.
Al contrario que en otros encuentros con Cano, el Dépor estuvo carente de dinamismo en su juego. Fue un equipo plano. Un conjunto que como el propio entrenador volvió a destacar, «se pasó la pelota por pasársela». Ante un Badajoz colocado en 5-4-1 en bloque medio y poco presionante -una altura y una actitud similar a la de Marruecos contra España-, el equipo coruñés fue incapaz de alcanzar zonas del campo de verdadero peligro.
Con Lapeña y Pablo Martínez siempre por detrás del balón, el Deportivo también junto ahí a Rubén Díez e incluso en ocasiones a Isi Gómez. Tres o incluso cuatro futbolistas en esa primera línea de iniciación para generar superioridad ante el único punta local y a la vez estar protegidos en transición defensiva. Pero el Badajoz no ‘saltaba’ y con Olabe y el interior posicionado más alto también cerca de la base, el Dépor carecía de referencias por delante del balón para progresar.
Y eso que Mario Soriano abandonó la banda de manera sistemática. Pero el madrileño estaba demasiado solo. Él y Quiles eran las únicas referencias interiores de un Badajoz que, muy juntito, podía controlarlo todo perfectamente. No le importaba que el Deportivo se la pasase en su campo. Y estaba preparado para morder por dentro gracias a su línea de cinco atrás, que le permitía controlar los movimientos de Max -que buscaba fijar a varias piezas alejado de la jugada- y los escasos desmarques verticales de Antoñito y Carnero.
No fue de extrañar que en esos primeros 60 minutos de juego sumase su cuarto partido del curso con más pases -siempre comparado con esa franja temporal-, pero el segundo con menos pases progresivos. De sus 391 intentos, solo 34 supusieron un avance significativo. Además, únicamente el 70% de ellos fueron acertados.
Así, en la red de pases del Dépor en ese período analizado destacan las combinaciones entre Lapeña y Olabe (31 envíos entre ambos), Lapeña y Martínez (30) y Rubén Díez con Lapeña (25). Díez solo encontró 3 veces a Soriano y ninguna a Quiles. Isi Gómez conectó hacia delante con los mediapuntas 6 y 4 veces, respectivamente. Demasiado poco.
El Deportivo en Badajoz, inofensivo
De este modo, no fue de extrañar que el Deportivo en Badajoz se quedase únicamente en 2 chuts totales. Ambos se dieron en los 16 primeros minutos de juego. Desde ahí, la nada más absoluta a nivel ofensivo. Algo comprensible cuando el plan fue echarse atrás para al menos defender el punto en inferioridad, pero tremendamente pobre en el once contra once.
El Deportivo fue inofensivo. No tuvo mecanismos para hacer daño porque nos los encontró en su plano ataque posicional. Y porque el Badajoz apenas le dio opciones de contragolpe. En una de ellas, tras una recuperación de Soriano, el equipo coruñés chutó por primera vez: Quiles condujo y se ganó posición de remate en la frontal. Su chut se fue fuera.
Poco después, el Dépor logró una de sus escasas profundizaciones por los costados, con Antoñito atacando la espalda del joven Edu Sánchez. El centro del andaluz no encontró rematador, pero Rubén Díez cazó el balón suelto y habilitó a Raúl Carnero, que probó por primera y última vez a Royo. Esa progresión por los costados fue apenas su única vía para generar algo. Y se dio demasiado poco.
A partir de ahí, el Deportivo no encontró más el camino para inquietar al meta. Solo produjo 9 centros, 2 de ellos precisos. Y únicamente logró 4 toques en el área. Tampoco las escasas acciones a balón parado le dieron rédito. La nada.
Buena defensa con un despiste final
Óscar Cano entendió que el Deportivo no iba a ningún lado con esa tendencia. Y quiso darle un giro de tuerca al choque retirando a un centrocampista (Isi Gómez) por un fantasista (Yeremay Hernández). Ya sin el trivote que tanta seguridad ha dado al equipo pero que en el Nuevo Vivero no logró encontrar fluidez, el choque se abrió.
A partir de ese cambio y hasta la expulsión, el Badajoz tuvo sus dos mejores ocasiones, con un remate al palo de Mario Gómez y un chut de Alfaro que se fue rozando el otro poste. Había opciones para el Dépor también, pero el equipo estuvo rematadamente mal en ataque. No solo a nivel colectivo, sino en los duelos individuales: solo ganó un pírrico 22%. En la última media hora, el porcentaje bajó al 5% (1 de 20).
Ante esta falta de autosuficiencia, el cuadro herculino se quedó sin contraataque. Pero al menos, defendió bien. Amparado en un 4-4-1, supo cómo protegerse por dentro. Y tan solo con cambios de orientación precisos encontró el equipo extremeño la forma de hacerle daño mínimamente. Tan solo un chut de Adílson fue la producción del Badajoz con uno más, hasta que en el añadido encontró 2 remates más. El primero, de Borja García en un córner. El segundo, el del gol: cabezazo de Ferrón, que le ganó la espalda a Trilli tras un gran centro de Zelu. Un despiste para concretar el terrible epílogo a un pésimo partido.