Hay obras artísticas que, por su belleza, trascienden a su tiempo e incluso llegan a oídos de los poco interesados en la materia. En 1822, el músico Franz Schubert empezó a crear una composición que nunca terminó. Pero no por ello dejó de pasar a la historia. De hecho, precisamente su ausencia de final ha hecho que quizá el nombre suene todavía más entre los ‘profanos’ por su curiosa particularidad. Fue la Sinfonía número 8 o Sinfonía Inacabada.
Lo cierto es que, salvando las distancias, algo de eso tuvo también el Deportivo 2-2 Cultural Leonesa. Porque el conjunto deportivista firmó un encuentro por momentos primoroso, difícil de superar en cuanto a tempo e intensidad. Fue un Dépor que supo cuándo pasar del adagio al presto y que golpeó forte, pero no lo suficiente como para tumbar a su rival.
El conjunto coruñés brilló con luz propia en ataque. Y atacó tan bien que eso le permitió defender igualmente bien, salvo en un lapsus de 10 minutos en los que la Cultural dio un paso adelante, agitó el partido y le quitó la batuta a un Deportivo que sonó al ritmo de la partitura de Olabe, Isi, Rubén Díez y Soriano. Fue una obra bella, pero inacabada. Absolutamente insuficiente para acercarse al objetivo, pero de carácter optimista en cuanto a las sensaciones.
Combinación en estado puro
Óscar Cano apostó ante la Cultural Leonesa por reforzar lo que funciona. El once del técnico granadino empieza perfilarse y las novedades en el once comienzan a responder casi exclusivamente a sustituciones obligadas. Una de esas entradas en la alineación fue la de Roberto Olabe, con el que el preparador deportivista certificó su enésima combinación del centro del campo de tres. Cano colocó al ex del Alcorcón como pivote. Y su presencia en el eje flanqueado por Isi Gómez y Rubén Díez terminó por ser la mezcla definitiva. Porque el trío terminó por dar una fluidez mayúscula a la circulación.
Tanto Rubén como Isi, lateralizados, participaron muy activamente en el inicio de juego de un Deportivo que, como es habitual, buscó juntar -pero no demasiado- mucha gente en esa zona para encontrar soluciones de pase y, a la vez, atraer al rival. Un día más, lo consiguió, aunque sin tener que ‘abusar’ tanto de las recepciones al apoyo de Quiles y Soriano. El Dépor fluyó gracias a la movilidad de todas sus piezas, implicadas en una circulación que logró ser tremendamente veloz.
De este modo, ante una Cultu que no terminaba de ser presionante pero tampoco lograba tapar sus vías de agua aposentada en el 4-4-2 de bloque medio, el conjunto herculino recuperó esa tendencia tan habitual el pasado curso de acumular pases en un sector para hacer que el rival se junte y, una vez logrado, girar el juego. Los cambios de orientación fueron una constante dentro de la fase ofensiva del equipo blanquiazul, que logró activar a sus laterales gracias a esas acciones previas que les permitieron aparecer en carrera en vez de estar esperando en la banda la recepción.
Así, el cuadro de Riazor encontró la fórmula para ser profundo por fuera y, a la vez, sumó opciones para romper por dentro a base de combinaciones cortas. Se juntaron ‘los buenos’ y el Deportivo tiene muchos en el carril central. La creación y ocupación de espacios, decisiva en un modelo de juego como el del equipo blanquiazul, fue ejemplar. Movilidad con sentido.
El resultado fue un primer tiempo con 12 disparos y una expectativa de gol de 1,59 (siempre según el modelo de Wyscout). Por comparar, en los 90 minutos y el añadido de los partidos ante la Balona, el Mérida, el Celta B, el Castilla, el Sanse y el Algeciras, el Dépor chutó menos que en el primer tiempo ante la Cultural.
Y claro, precisamente esa brillantez a la hora de viajar juntos, disminuir las distancias de relación y circular bien y rápido ayudó a protegerse mejor y, en definitiva, a volcar el juego hacia la portería de Salvi Carrasco. Porque cuanto mejor ataca el Dépor, mejor defiende. El equipo estuvo muy bien preparado para la pérdida y, más allá de su acierto en la fase defensiva, firmó una gran primera mitad también en la transición hacia atrás.
Un borrón en un buen cuadro
En el primer tiempo, el Deportivo dejó a la Cultural Leonesa en un único disparo. Fue, encima, desde lejos, lo que condujo a que el rival llegase al descanso con solo un 0,03 de xG (gol esperado). Clave en ese sentido fue la manera de atacar del conjunto de Cano, que terminó hundiendo al conjunto leonés. Pero también su forma de presionar. Como decimos, la buena estructura del Dépor en fase ofensiva, con piezas móviles pero siempre ordenadas para no descompensarse, le permitió ser muy solvente en transición defensiva.
Con Olabe siempre compensando y tremendamente acertado en las lecturas tácticas para ensuciar los contragolpes del rival, el Deportivo volvió a demostrar que ya apenas sufre corriendo hacia atrás. Porque no es impetuoso ‘saltando’ a la presión, porque suele acumular más piezas por detrás del balón y porque está circulando mejor la bola y, por ende, estando más cerca de la pérdida. De hecho, una buena transición defensiva local acabó en el 1-0. Lo que el Deportivo no logró desde su brillante ataque posicional lo consiguió pillando desordenada a la Cultural.
Sin embargo, en un contragolpe el cuadro leonés encontró el 1-2. Las vigilancias eran correctas, como trató de explicar Cano en rueda de prensa. La toma de decisión también, hasta llegar al área. Ahí, Isi se resbaló ante Percan y Jaime le abrió una puerta en el último momento para perfilarse hacia dentro y golpear.
Del descontrol a la paciencia en el Deportivo 2-2 Cultural
Un par de desgracias individuales en esa acción y en el 1-1 -fruto de un mal despeje de Lapeña-, unidas al tremendo acierto de la Cultural, voltearon el encuentro. El Deportivo debía remar después de manejar muy bien a su rival hasta el 1-0 gracias a una presión acertada en el primer tiempo. Porque los de Cano mezclaron un 4-4-2 en bloque alto y medio que impidió a la Cultu progresar y generó numerosos robos desaprovechados por los locales.
Tras el primer gol, el partido se descontroló. El conjunto de Eduardo Docampo empezó a jugar más directo y el Dépor no ganó duelos y se descoló. Eso fue haciendo que el equipo coruñés perdiese la manija del choque. Y aunque terminó por recuperarla, el 1-2 le dejó grogui.
Había que reaccionar y Cano retiró a uno de esos ‘sostenes’ para pasar a un 4-2-3-1 con el que pobló más las bandas sin perder referencias ofensivas por dentro. La Cultural dejó de presionar y el equipo, más golpeado moralmente que llevado por las prisas, no terminó de recuperar la fluidez. Hasta que Cano volvió a intervenir y con una simple modificación de piezas, terminó de desatascar el choque. El Dépor ganó en desborde con Yeremay más Narro por la izquierda y en autosuficiencia con Trilli por la derecha. Además, Quiles volvió a ganar espacio regresando al costado y apoyado por Kuki, que ejerció como segundo punta, con Soriano en el doble pivote con Díez.
El equipo coruñés, al contrario que ante el San Fernando por ejemplo, tuvo paciencia en una situación muy similar. Movió el esférico, siguió intentando juntar al rival en una zona para girar rápido a la contraria y dio la sensación de que solo le faltaron unos minutos más para culminar la remontada tras hacer subir el Deportivo 2-2 Cultural al marcador.
Pero la sinfonía estaba destinada a ser inacabada y no a rematar con unas notas finales por todo lo alto que hiciesen levantar al público. Está siendo caprichoso el fútbol con el Deportivo de Óscar Cano, negándole muchas veces el premio merecido (Castilla o Cultural) y regalándole triunfos menos dignos (Algeciras). ¿Reforzará al equipo la imagen esta composición o el único alimento empiezan a ser ya solo los puntos? Solo el corto plazo lo dirá.