El Real Madrid Castilla 1-0 Deportivo fue la primera derrota del conjunto coruñés con Óscar Cano al mando y la segunda de este curso. En Valdebebas, el cuadro herculino hizo méritos para al menos rascar algo, aunque completó un partido de contrastes. Porque pasó de tener buenos momentos en el primer tiempo a producir bastante poco en el segundo acto. Con once y con diez. Se podría decir que el Dépor firmó en el cómputo global un encuentro decente, aunque algo lejos del gran optimismo que quiso transmitir su entrenador. Pero ahora mismo, decente no es suficiente.
Atraer para que Quiles genere
Óscar Cano apostó por introducir solo un cambio en el once con respecto al encuentro contra el Linares. Álex Bergantiños dejaba a su sitio a un Villares que debía ejercer como pivote más retrasado. Es el granadino un entrenador que apuesta sobremanera por ayudar a establecer relaciones en el césped desde la optimización de las potencialidades de sus jugadores. Y resulta evidente que, a día de hoy, el vilalbés no es un mediocentro puro, sino que brilla más cuando tiene libertad para el ida y vuelta. Sin embargo, entendió Cano que el ’22’ podía funcionar bien en ese rol de ofrecer los primeros pases jugando de cara y, a la vez, ejercer como corrector en situaciones defensivas de campo abierto. Y realmente acertó en la apuesta.
Porque el plan del Deportivo con balón era muy similar al del primer partido de Cano en el banco: buscó juntar mucho sus piezas por dentro, en torno al balón. Atraer desde el inicio de juego la presión de un Real Madrid Castilla que busca a sus rivales muy arriba. De este modo, con Villares incrustándose entre centrales para generar la primera superioridad numérica ante Arribas y Álvaro Rodríguez, el Dépor buscaba progresar por dentro a través de hacer ‘saltar’ también a Dotor y Mario Martín. Y así, generar espacios para Quiles y Soriano. La idea es que ambos, partiendo desde la banda, ejerciesen como mediapuntas acudiendo a recibir a los intervalos generados entre las piezas madridistas.
No fue casualidad que, nuevamente, el carril derecho deportivista fuese el lado fuerte para atacar. Porque en ese sector se juntó un Rubén Díez de nuevo muy clarividente junto a un Alberto Quiles capaz de detectar esos espacios y de hacer dudar una y otra vez a Peter y Pablo Ramón. Y es que el 3-5-2 en fase ofensiva del Castilla era asimétrico en defensa, ya que Tobías sí ejercía como lateral derecho, pero el citado Peter se quedaba a medio camino. Ni era extremo encargado de Antoñito, ni era lateral. A esa relación Díez-Quiles se sumó el propio Antoñito, más amenazante al espacio -de nuevo apareciendo más que estando- que Raúl Carnero, aunque igual de desafortunado con balón.
De este modo, con las piezas juntas y afinadas, el Deportivo fue capaz de acertar tanto en el sentido de la circulación como en su ritmo. Tuvo el cuadro coruñés buena velocidad de juego ofensivo gracias a su capacidad para atraer y abrir a un Castilla agresivo y poco ancho. Encontró las ventajas con giros de juego y tuvo profundidad. Pero le faltó, un día más, acierto en último tercio. Porque muchas jugadas prometedoras no se culminaron en gol o bien se perdieron por el desacierto en el último pase. Sobre todo cuando el encargado de decidir era un Antoñito muy participativo, pero nuevamente errático en esa penúltima ejecución para concretar.
Más dificultades
El Deportivo de La Coruña se fue perdiendo al descanso. Pero las sensaciones distaban mucho de ser negativas. Sin embargo, tras el intermedio, el Castilla se ajustó sin balón. El equipo dirigido por Raúl González entendió que iba ganando y que no era necesario ser tan presionante. Y empezó a adoptar una actitud parecida a la del Deportivo sin pelota: más pasividad. La intención era no partirse y permitir circulaciones en situaciones más estériles.
De este modo, el Deportivo ya tuvo más dificultades para encontrar a Quiles. Y la banda derecha dejó de producir tanto. Tan solo en recepciones más esporádicas de un Rubén Díez que entendió muy bien dónde ubicarse siguió generando el equipo por ese carril, que buscó reactivar Cano sin éxito con Kuki y Narro. Mientras, en el otro lado del campo Mario Soriano asumía galones. Aunque más por insistencia que por encontrar verdaderas situaciones de ventaja.
Y es que el Dépor seguía moviendo el balón, pero ya no encontraba esos pases verticales que antes sí. Y cuando lograba juntar al Castilla en un lado y girar al otro, la amenaza era inexistente. En varias ocasiones se plantó Raúl con opción de uno para uno. Pero nunca aprovechó esa circunstancia para desbordar.
De todos modos, el equipo coruñés seguía ‘estando’ en el partido. Ya no fluía como antes, pero rondaba el área de De Luis. Hasta que la expulsión de Lapeña lo cambió todo. El conjunto herculino se quedó con uno menos y aunque se juntó para no exponerse y, a partir de ahí, recuperar el control, ya no lo logró.
Un bloque bajo, pero incómodo
Y es que la roja terminó por evitar que variase el Castilla 1-0 Deportivo. Porque aunque la escuadra coruñesa tuvo la gran ocasión de Kuki Zalazar, lo cierto es que el partido cambió radicalmente desde que el equipo coruñés se quedó con un hombre menos. Anteriormente, el cuadro de Cano sí había estado bien sin balón, salvo en el error del gol.
Pero tras la expulsión, el Dépor se juntó en un bloque medio-bajo y cedió la iniciativa a su rival para evitar que le rematase al espacio. Pero ni logró defenderse bien, ni apenas opciones de contragolpe, ni fue capaz de asentarse en campo contrario con posesiones largas.
Álex Bergantiños entró por Villares para conformar un 4-4-1 que buscaba no ser presionante, pero dejó maniobrar demasiado a su rival. El Castilla manejó el esférico a su antojo. Y ante la poca agresividad visitante tanto con el poseedor como con las amenazas entre líneas, pudo matar. Las piezas del Deportivo referenciaban su zona, pero la respuesta no era efectiva ante un Madrid que fluía y era ancho.
De este modo, la disposición tan retrasada no permitía al Deportivo asegurar su puerta. Y, a la vez, le impedía asentarse en campo rival. Porque cuando recuperaba, todo el bloque estaba excesivamente lejos del área de De Luis. Había demasiado espacio que recorrer, pocas referencias -y más sin Svensson para atacar el espacio- y muchos rivales cerca para realizar la presión tras pérdida. Lo que el Dépor lograba en la primera mitad juntando piezas en la circulación para evitar transiciones defensivas, ahora lo hacía el Castilla.
Así, con uno menos y un plan reactivo que no funcionó pero pudo hacerlo de acertar en la ocasión final, la escuadra herculina no pudo mover el Castilla 1-0 Deportivo del electrónico de Valdebebas. El equipo coruñés había hecho un partido con varias luces y alguna sombra. Pero a este Dépor, por el momento, firmar un encuentro decente no le es suficiente. Y menos contra la calidad del filial merengue.