El Dépor Abanca derrotó este sábado al Rayo Vallecano (3-0). Sin embargo, la historia más bonita del partido tuvo lugar detrás de una de las porterías de Abegondo. Allí, Manu y María, dos hermanos de Fene, vivieron su particular derbi. Él como rayista, ella como aficionada del Deportivo. Al mismo tiempo, su padre David Rodríguez se encargó de retransmitirle por videollamada el partido a las jugadoras del Rayo que no pudieron viajar.
La ilusión (por el fútbol) mueve montañas y el amor por unos hijos más si cabe. Sino que se lo pregunten a este fenés y a su mujer. Padres de una deportivista de 6 años y un rayista de 8, recorrieron este sábado los 40km que separan su localidad de Abegondo para cumplir el deseo de los niños. Querían vivir su propio derbi. “Ha sido un día de muchas emociones. En la primera vuelta ganó él, ahora le ha tocado a ella”, expresa David entre risas en el pospartido.
Por momentos, las restricciones llegaron a amenazar su presencia. “Mirábamos todas las semanas las noticias, estábamos pendientes. Tan pronto levantaron las restricciones, lo primero que hicimos fue llamar a las taquillas del Dépor para ver si se podía ir (al partido). Nos dijeron que sí, pero que solo había entradas para los socios del club. Ahí pinchamos, se nos estropeó un poco el plan, pero teníamos claro que íbamos a ir sí o sí a verlo; desde la valla o como fuese”, afirma con rotundidad.
La semana previa al partido estuvo repleta de tensión en casa. “Los peques estuvieron más nerviosos de lo que nos esperábamos. Date cuenta que llevaban sin ir a un partido un año, entonces, los nervios, el roce de los derbis, los piques… Manu le decía: ‘Hace 15 días os metimos tres’, y ella, la pobre, le contestaba: ‘Ah, pues igual esta semana ganamos nosotros’. Y al final, ganaron, ganaron”, prosigue a carcajadas.
Sin poder acceder a la ciudad deportiva, esta familia de Ferrolterra encontró acomodo en la valla, detrás de una de las porterías. “Dentro de lo malo, son niños y sabían que por las limitaciones no podían entrar, un señor les dijo que se podían sentar encima del capó del coche para estar más cómodos, y ellos lo vivieron como si fueran unos hooligans”, narra entre risas.
La historia del niño, de Manu, es muy curiosa, su pasión por el Rayo llegó de una manera casual. “Se hizo de la franja con tres años. Un día estábamos en casa viendo un Barça-Rayo (masculino) y él preguntó cuál era el equipo de la camiseta blanca y roja, le dije que el Rayo Vallecano y, desde ese día, hasta hoy”. León, Gijón, Vallecas… Son muchos los lugares que ha visitado la familia por cumplir el deseo del crío de seguir a su equipo.
En casa, Manu no tenía referencias rayistas, nadie seguía al equipo madrileño, fue él quien le metió el gusanillo a los mayores. “A raíz de empezar a viajar con el niño por ahí, de ver cómo lo tratan y ver cómo se portan con él, empiezas a cogerle afición a ese club, y ahora la verdad es que estamos todos enganchados”, pronuncia. Todos menos María, claro. “La niña salió del Dépor. Gracias al padrino y a la madrina, que son aficionados del equipo blanquiazul y siempre decían: ‘La vamos a hacer del Dépor’, y así ha sido”, sonríe David.
Videollamada con ADT y Andújar
El Rayo viajó a A Coruña sin ADT ni Paula Andújar. Como el encuentro no era televisado, Paula tramó un plan con David para la retransmisión. Él mismo lo detalla: “Solemos hablar por las redes sociales, Paula me contó que la habían expulsado, y me dijo: ‘Ya vamos hablando, pero a lo mejor me retransmites el partido’. Yo no tenía problema ninguno. Y así fue la historia”.
¿Pero cómo se las apañó David? “Hicimos una videollamada a tres entre por Whatsapp. Yo apoyé el móvil en la valla y les íbamos narrando lo que pasaba porque, claro, las jugadas de cerca se veían perfectamente, pero lo que sucedía en el área contraria no se apreciaba, y se lo íbamos contando verbalmente”. Andújar y ADT no solo vieron el partido, también empujaron a través de la pantalla. “Dentro de lo malo (del resultado), ellas animaban al Rayo Vallecano, yo creo que alguna compañera las escuchó gritar”.
Gritos insuficientes, eso sí, para puntuar en Abegondo. Porque, esta vez, ganó el equipo de María. Hubo revancha. El broche final a la historia lo pone el progenitor: “Antes no teníamos la ilusión de que llegara el fin de semana para ver el fútbol, ahora, con estos dos, estamos deseando que llegue para ver tanto al femenino como al masculino. Y volveremos a viajar por los estadios cuando se pueda”, concluye. El amor de unos padres, la pasión de sus hijos. Historias de Rayo y Dépor.