Su comprensión del juego pese a la juventud le ha llevado a ser uno de los hombres fuertes de Borja Jiménez durante todo el curso. Pocos o ninguno entienden como él las necesidades del compañero, las ubicaciones del rival y la acción técnico-táctica que pide la jugada. Pero en muchas ocasiones, se quedaba únicamente en eso. Hasta el pasado sábado, el día en el que Mario Soriano fue mucho más que intangibles.
En el fútbol es fundamental interpretar el contexto y saber cómo obtener ventajas. Ser la pieza que da continuidad al juego. Pero incluso lo es más saber cómo dar la estocada y transformar esas ventajas en acciones definitivas. Algo que Soriano hizo ante el Linares. En el día ‘D’ y la hora ‘H’, Mario hizo su partido perfecto. Ayudó al Deportivo a crear un contexto de partido ideal, de pausa y control para someter al rival. Y a su vez, un Deportivo más predispuesto a tener pausa y control, ayudó al mediapunta a brillar. Fue una retroalimentación. De la parte al todo y del todo a la parte.
El sábado, Borja Jiménez tenía el ‘as’ de Soriano guardado en la manga. Y no dudó en ponerlo encima de la mesa al descanso. Pese a que el equipo mandaba en el marcador, el Deportivo no había estado del todo cómodo. Así, dio salida a un William De Camargo que en la posición de mediapunta por la izquierda no termina de fluir e introdujo en el mismo rol a Mario Soriano. El papel le va como anillo al dedo al futbolista cedido por el Atlético de Madrid, que desde su ingreso en el campo dio la sensación de estar en uno de ‘sus días’.
Y vaya si lo fue. Porque Mario Soriano, al que a veces los datos tangibles no hacen justicia a su aportación colectiva, completó su partido perfecto también en cuanto a números. Siempre según Wyscout, el madrileño tuvo su porcentaje de acierto más alto de todo el curso -contando participaciones de más de 25 minutos- en sus acciones. Con un 88%, estuvo preciso en 29 de las 33.
Así, el ‘8’ acertó por primera vez este curso (sin contar participaciones con pocos minutos) el 100% de sus pases, ya que los 23 que dio fueron buenos. Un dato al que se le podría poner la pega del riesgo, pues solo 2 fueron largos y únicamente otros 2 hacia delante. Sin embargo, esto permite entender y poner en valor todavía más el papel de Mario: ayudar a dominar y a amasar pelota, pero siempre con sentido y la intención de dañar.
Gol, asistencia y ¿preasistencia?
Más allá de lo que benefició la circulación de balón, Soriano fue decisivo en el área rival. Porque el centrocampista marcó un gol, el cuarto en su cuenta particular este curso, que desequilibró por completo la semifinal. Fue, al contrario que en las otras ocasiones, en una acción de más de dos toques. El mediapunta se ubicó en el ‘cuadrado’ entre extremo-lateral-central-mediocentro rivales con tiempo y espacio suficientes como para girar. Un acierto. Ya de cara, fue a por un rival y le superó. Sin apenas margen, hizo lo mismo con el segundo para plantarse ante Razak y definir con la izquierda al palo corto.
El 2-0 fue su momento álgido, pues acertó en los 2 regates que intentó (en los últimos minutos falló otro). Pero no su único gran momento, pues Soriano completó su gran actuación con la asistencia del cuarto tanto a Quiles. Gol y pase de gol.
¿Se puede pedir más en los 45 minutos más añadido que jugó Soriano? Es difícil. Pero como anécdota, el futbolista perteneciente al Atleti otorgó la preasistencia en el 3-0. Más allá de que este concepto esté cargado de cierto tono burlesco, lo cierto es que en muchas ocasiones puede ser el pase clave de una jugada. Es decir, en determinadas situaciones es más importante o difícil el pase al futbolista que da la asistencia de gol que la propia asistencia en sí.
Sin embargo, en este caso, ni la asistencia ni la preasistencia tienen un valor excesivo. Porque fue Álex Bergantiños quien se inventó el gol con un zapatazo en una situación de poco peligro. Pese a ello, la preasistencia quedará ahí registrada. Y es una buena metáfora de la alta implicación de Soriano en el dominio deportivista, pues el gol llegó tras una larga jugada colectiva. Porque ante el Linares, Soriano fluyó, pero también remató. Y así, fue algo más que un hombre que juega para la gente que sabe mucho de fútbol, como diría aquel Benzema que no tenía como rutina sumar cifras y cifras.