Cuando hace más de una década la delicada situación económica del Deportivo comenzó a condicionar sobremanera la planificación deportiva de la entidad herculina casi todas las miradas se dirigieron hacia la cantera, convirtiéndose así El Mundo del Fútbol de Abegondo en poco menos que el epicentro en el que se apoyaban las esperanzas de la afición de cara a rememorar y volver a disfrutar algún día de las gloriosas noches de fútbol brindadas por el conjunto blanquiazul.
Desde entonces han sido muchos los jugadores que, año tras año, han ido surgiendo de las categorías inferiores del club, incluidas algunas generaciones cuyos logros a nivel nacional hicieron aumentar esas ilusiones, el último de ellos protagonizado por el equipo cadete en la temporada 2013-2014 al proclamarse campeón de España de su categoría. Sin embargo, a la hora de la verdad, el salto entre el Fabril y el primer equipo se ha convertido en un obstáculo casi insalvable para la inmensa mayoría y ha terminado por echar al traste con esas ilusiones.
La llegada al banquillo del Deportivo de un técnico como Joaquín Caparrós, a quien no le temblaba el pulso a la hora de dar oportunidades a los más jóvenes, pareció abrir de par en par las puertas del primer equipo a los canteranos. Iago Iglesias e Iván Carril fueron los primeros en asomar la cabeza en busca de un hueco en el fútbol profesional y debutar en la Primera División, pero muy pronto quedó patente que el trayecto entre Abegondo y Riazor no iba a ser un camino de rosas.
Piscu, Iván Pérez, Seoane, Rochela, Xisco, Bergantiños, Lassad, Laure, Adrián López, Fabricio, Raúl García, Juan Domínguez o los casos más recientes de Bicho, Insua y Cardoso, la lista de jóvenes promesas surgidas de Abegondo desde entonces es muy extensa, pero a excepción de Laure, ninguno llegó al primer equipo para quedarse, y los que lo hicieron terminaron por abandonar la entidad protagonizando salidas presididas por la polémica. En la inmensa mayoría de los casos a los productos surgidos de Abegondo no les quedó otra opción que hacer las maletas y buscar en otros equipos los minutos que, por unas u otras circunstancias, se les negaban en el Deportivo, y todos ellos emprendieron la aventura con un espejo en el que reflejarse, el caso de Álex Bergantiños.
El mediocentro de la Sagrada Familia encadenó tres temporadas jugando en calidad de cedido, las dos primeras enrolado en las filas del Xerez y en la última de ellas disputó la primera mitad con el Granada para terminar la campaña en tierras catalanas defendiendo la camiseta del Nástic de Tarragona. Su buen hacer durante estos años, unido al descenso del Deportivo a la Segunda División, brindó al coruñés la oportunidad de pasar a formar parte del equipo de sus amores en el verano del 2011. Bergantiños estaba ante la oportunidad que llevaba buscando desde niño, se aferró a ella con uñas y dientes, y a base de trabajo y entrega se ha convertido en uno de los pilares del actual vestuario blanquiazul.
Desde entonces han sido muchos los que han intentado seguir sus pasos, con Rochela, Seoane, Juan Carlos, Bicho, Cardoso, Luis Fernández e Insua como máximos exponentes de esta política de cesiones con las que el club pretende que sus jóvenes valores demuestren si están capacitados para competir al más alto nivel, pero varios de ellos no han sido capaces de cumplir con las expectativas generadas y ya no pertenecen a la entidad herculina.
En las próximas semanas se volverá a vivir un nuevo episodio de la dura travesía a la que se enfrentan los canteranos en búsqueda de un hueco en la Primera División, ya que club y nuevo entrenador deberán decidir si el futuro de alguno de los jugadores que regresan de sus cesiones pasa por seguir los pasos de Álex Bergantiños y hacerse un hueco en el Deportivo, con especial atención al caso de Insua tras su gran campaña en el Leganés culminada con el histórico ascenso de los madrileños. Para otros como Juan Domínguez o Róber puede que se trate sólo del primer tramo de un largo camino cuyo único objetivo es el de volver algún día a casa.