Entiendo a Arribas. No lo justifico y creo que un profesional debe intentar controlarse más, pero a 180 pulsaciones, con la tensión propia de un derbi y teniendo en cuenta que es el mismo árbitro que no le señaló un claro penalti contra el Villarreal, entiendo que puedas perder los papeles y digas cosas de las que luego te arrepientes por las consecuencias que tienen.
Es fácil verlo desde fuera, pero hay que ponerse en la situación de Arribas. Cuando ocurre la acción sobre Nolito que le cuesta la segunda amarilla, el equipo ya había pasado por el vestuario en el descanso y se había comentado la no expulsión de Wass y el agarrón que sufrió Luis Alberto dentro del área en la jugada previa al empate del Celta. Si a eso añades que consideras que ese colegiado te ha perjudicado en otros partidos y que en la entrada entiendes que tocas primero balón, la sensación de impotencia es muy grande.
Piensas que la roja le puede costar el encuentro a tu equipo, un Dépor que, hasta ese momento, había hecho una excelente primera media hora y que tenía controlado a un rival que pelea por entrar en Europa y que tiene mucho potencial ofensivo. Todo el trabajo puede no servir de nada, aunque al final los blanquiazules lograrán un meritorio empate por todo lo ocurrido durante los noventa minutos (además de la expulsión, la lesión de Lux y los problemas físicos al final de Borges que hicieron que casi acabasen con nueve).
Ojalá que no vuelva a pasar porque unos segundos te cuestan tres partidos de sanción. Pero todos, en algún momento, hemos sentido rabia por algo que consideramos una injusticia. No lo justifico, pero sí entiendo que reaccionase así. De todos modos, seguro que la próxima vez cuenta hasta diez.