Un día al rojo, otro día al negro. Así es la Cultural Leonesa, una ruleta rusa que llega a Riazor después de 11 partidos sin saber todavía lo que es empatar. El cuadro dirigido por un ya algo cuestionado Eduardo Docampo se mide al Deportivo en un momento bajo de la temporada, después de dos derrotas consecutivas contra rivales de la cola de la clasificación. Dos partidos perdidos que le han hecho pasar de mirar hacia arriba a volver a estar más pendiente del retrovisor.
Irregular. Esa es la definición evidente de un equipo al que Docampo no ha logrado dar solidez. El conjunto culturalista trata de dominar los encuentros desde la presión alta y su capacidad para tener el balón, pero no está logrando imponerse en esos contextos por su desacierto en el último tercio y una fragilidad defensiva evidente. Y si no se adelanta, sufre. Porque cuando lo hace, también sabe replegarse, guardar la ropa y salir al contragolpe aprovechando su buena dosis de velocidad ofensiva y su capacidad para desplegarse.
La Cultural Leonesa es el quinto equipo que más goles ha encajado (15), pese a haber dejado la portería a cero en 5 encuentros. Una muestra más de esos dientes de sierra que están lastrando a un conjunto que varía entre el 4-2-3-1 y el 4-3-3 gracias a la capacidad de Alberto Solís para jugar dentro o fuera según convenga. El excapitán del Celta B es el futbolista más talentoso del mediocampo del cuadro leonés, que en ataque construye más de lo que termina produciendo y, por ende, materializando. Su volumen de goles esperados (xG) es más que aceptable con 1,27 por encuentro. Pero solo promedia 1,18 goles por partido. Demasiada poca eficacia.
Obolskiy es la mejor metáfora de esa ruleta rusa. No solo por su origen, sino porque aunque suma al juego del equipo desde su capacidad para jugar de espaldas, trazar desmarques y ser un ‘perro de presa’ en la presión, apenas está viendo puerta. El delantero referencia -que el pasado curso fue una pesadilla en Riazor– suma 2 tantos, los mismos que el exdeportivista Pablo Trigueros. El central es una de las grandes amenazas en el balón parado. Con una diana más, 3, Roberto Alarcón es el máximo goleador del equipo amparado en su gran golpeo de media y larga distancia.
Alarcón es el paradigma de los extremos culturalistas: futbolistas que parten fuera pero generan superioridad dentro. Una definición en la que encaja Alarcón, pero también Percan. El canterano de la Cultural Leonesa suele partir por la derecha, pero más para aparecer en zonas intermedias o dar profundidad al espacio. Porque los carriles exteriores suelen estar reservados para los ofensivos Muguruza y Joel López. Este último, que ha llegado libre desde el Arsenal, apunta a titular. En la derecha es probable que entre Saúl González, igualmente con gusto por atacar.
La Cultural Leonesa, poco sólida
Precisamente esa tendencia alegre de los laterales le da mucho en la fase con balón a un cuadro leonés que quiere y puede ser vertical en último tercio, pero que deja huecos atrás. No logran frenar esa sangría Amelibia y el citado Trigueros, una consolidada pareja en el eje de la zaga. Por delante, Tarsi y el pontevedrés Kevin Presa son dos de las tres patas de un centro del campo completo: sabe tener el balón, ofrece llegada y es sólido cuando toca defender replegado.
Sin embargo, pese a sus buenos mimbres, la irregularidad está matando a la Cultural Leonesa. Demasiado expuesta a veces -sobre todo cuando no se adelanta- y poco eficaz en relación a su volumen de juego. El equipo leonés llega a A Coruña sumido en busca del impulso para salir de la depresión y empezar a escalar de nuevo hacia el pico. Si la ruleta rusa dice rojo, el Deportivo tendrá un problema. Porque la Cultu es capaz de todo. Si, en cambio, el conjunto herculino impone su plan, todo apunta más al negro para el conjunto visitante, que ha sumado solo seis puntos a domicilio pero tres de ellos fueron en el complicado campo del Algeciras.