Luis Fernández vuelve a sonreír. Y eso es noticia. Lo es por todo el calvario que, en silencio, ha ido dejando atrás. No se puede explicar su carrera sin mencionar las desgraciadas lesiones. Le han acompañado a lo largo de los últimos años y tienen un papel decisivo en su vida futbolística. Cuando el verano pasado firmó con el Fabril, lo hizo para resetearse, para volver a empezar en el mismo sitio que había tocado las puertas del profesionalismo. Y ahora, más tarde de lo previsto, en el último tramo de liga, está siendo decisivo para el filial. Sus tres goles en las últimas tres jornadas así lo atestiguan.
Hablar del burelense es hacerlo de un chico que en 2012 pensó en dejar el fútbol. Una rotura del ligamento cruzado anterior con el Fabril hizo que su sueño se tambalease. Quienes sufren una lesión así reconocen que la recuperación es delicada. A Luis aún hoy es el día que, viendo las imágenes del fatídico momento, se le eriza la piel. Fue un punto de inflexión para él. Una vez asimiló el golpe y fue capaz de recomponerse, cambió su destino: volvió por la puerta grande; anotó 27 goles. Y lo hizo en un espacio de tiempo no demasiado grande, el que va desde la jornada 14 hasta la última eliminatoria del play-off. Con esos números, al año siguiente, Fernando Vázquez le dio la oportunidad en el primer equipo. Tuvo minutos en las 23 primeras jornadas y marcó 5 goles. Luego, poco a poco, fue desapareciendo de los esquemas.
Aquella temporada, el Dépor ascendió a Primera y Luis salió cedido al Lugo. En tierras amuralladas, el delantero, que por el camino sufrió varios esguinces de tobillo, fue de más a menos y anotó otros cinco goles. Un bagaje que le sirvió para conseguir una nueva cesión, esta vez, al Huesca. Con los oscenses luchando por la salvación, el gallego marcó en El Sadar dos goles decisivos para materializarla. Fueron sus últimos momentos perteneciendo al Deportivo. Luego, tras no convencer en pretemporada a Gaizka Garitano, se desvinculó del club. Alcorcón fue su siguiente destino. Sin demasiado acierto, en enero se marchó al UCAM Murcia. Y, semanas más tarde, se volvió a romper el cruzado. Otro 12 de febrero. Justo cinco años después.
El verano pasado, con los murcianos descendidos y con su contrato terminado, Luis pasó a ser futbolista libre en plena recuperación. Y ahí entró en escena el Deportivo. Otra vez. El club coruñés puso a disposición del jugador lucense las instalaciones de Abegondo y los cuidados de todo el personal que allí trabaja. Fue el primer paso de lo que vendría después: su regreso oficial al Dépor. Todas las partes coincidieron en que el Fabril podía ser un buen lugar para resetearse, para volver a empezar.
Ahora, ocho meses más tarde, en esas anda, reencontrándose y recuperando sensaciones. No fue un camino fácil, sus molestias en rodilla y cuádriceps evitaron que apenas tuviese presencia a lo largo de esta temporada. Pero hoy, tras gozar de minutos en 10 partidos, ya suma 5 goles. Y en la última jornada, ante el Rápido de Bouzas, fue determinante: provocó el penalti, lo transformó y asistió a Uxío en el 0-2. Es la recompensa a su lucha silenciosa. Es el premio a su tenacidad.