Atorado. El Alcorcón 3-1 Deportivo puso de manifiesto una realidad palpable: el conjunto coruñés es capaz de controlar lo que sucede en Riazor, pero le cuesta un mundo trasladar una versión parecida a sus partidos a domicilio. Ante el que a día de hoy es el mejor equipo de la categoría, la escuadra coruñesa ofreció una pobre versión. Porque nunca llegó a estar cómodo con balón, incomodado por la fabulosa presión de su rival. Y sin él, se desajustó en las situaciones suficientes como para que el equipo alfarero acabase llevando un partido igualado más a su terreno.
Lucas Pérez volvió a salir al rescate para levantar un partido que estaba perdido e incluso generar el espejismo de la remontada. Pero el Dépor no terminó de dormir el partido y lo acabó pagando gracias a la calidad de su rival, que tiró de banquillo para refrescar el ataque, encontrar la luz y hundir al Deportivo.
Sin salida
Uno de los Dépor menos fluidos de la temporada tuvo una razón de ser: el Alcorcón. El conjunto alfarero demostró por qué es el equipo menos goleado de toda Primera Federación. Firmó un ejercicio defensivo excepcional. Porque desde un 4-4-2 en bloque alto y en el que cada jugador tenía asignada su zona, incomodó cada circulación del Deportivo. La premisa de los amarillos era ‘saltar’ al receptor ante cada atisbo de pase hacia delante del equipo coruñés. El objetivo era que los blanquiazules no recibiesen con espacio ni tiempo.
Atraer con los tres medios cerca de los centrales no fue la solución, porque el Alcorcón no picaba. Tenía los espacios perfectamente repartidos. Colocaba a Chiki y a Lara como primeros hombres en la presión. Muy cerca de ellos se encontraban Mosquera y Moyano, prestos para terminar de cerrar los espacios interiores. Y con Pablo García pendiente de Villares y los laterales Morillas y Víctor García de Soriano y Quiles, la ventaja alfarera la daba la ubicación de Bustos.
El extremo derecho dejaba totalmente libre a Pablo Martínez, invitando al Dépor a iniciar con él a través de un cambio de orientación, sabedor del riesgo que supone ese tipo de pases y de la escasa capacidad de progresión que podía dar el central por ese carril exterior.
De este modo, el Deportivo no encontraba la fórmula para establecer siquiera una primera ventaja en los pases iniciales. Y cuando lograba salir de la tela de araña, se encontraba con pocas referencias por delante de balón para progresar. Así, el filtrar esos balones interiores no fue sinónimo de generar ventajas para el equipo de Cano. Porque Quiles, Soriano o Lucas Pérez nunca pudieron girarse y atacar de cara. Siempre con un tipo respirando en el cogote y con una ayuda del rival para apretarles, el cuadro herculino vivió en la incomodidad absoluta.
El Alcorcón jugaba en tan pocos metros que rápidamente hacía falta -no hubo un solo contragolpe- o se replegaba por detrás de balón. Una vez instalado unos metros más arriba, al Dépor le tocaba volver a empezar, como quien dice.
El conjunto de Fran Fernández atoró al Deportivo. No había forma de hacer daño al bloque alfarero… salvo una.
Agresividad al espacio
Y esa fórmula era ser agresivo al espacio. El Alcorcón 3-1 Deportivo enseñó los déficits del cuadro herculino ante rivales que se cierran muy bien. El Dépor carecía de cualquier tipo de amenaza por fuera, sin extremos ni laterales naturales. Así que trató de atacar por dentro a base de asociación corta, al igual que ante Unionistas. Pero el Alcorcón defendió mejor, mucho mejor, que el bloque salmantino.
La intención del Dépor era juntar a sus piezas ahí para encontrar un resquicio y filtrar un pase definitivo a la espalda de la defensa. Sin embargo, su rival apenas le concedió a Isi, Rubén, Soriano, Lucas o Quiles la posibilidad de recibir entre líneas bien perfilados para poder ser más agresivos. Como decimos, el reparto de marcas, las distancias y las ayudas del Alcorcón fueron sensacionales.
¿Qué quedaba entonces? Los envíos más largos. El Deportivo, sabedor de que no posee gran velocidad en su línea más ofensiva, apenas amenazó al espacio. Pero tan solo generó peligro de verdad cuando alguna de sus piezas trazó un desmarque más agresivo y vertical. Porque ante una presión tan buena de un enemigo que achica en tan pocos metros, es imprescindible asustar a la espalda.
Con Pablo Martínez sin coger altura por fuera y con Mario Soriano más pendiente de aparecer entre líneas, el Dépor tenía totalmente inutilizado el carril izquierdo. Solo le quedaba el derecho. Es verdad que para sorprender en ese tipo de acciones suele ser adecuado encontrar previamente una ventaja. El Dépor no lo logró y por eso apenas amenazó en este sentido. Sin embargo, aunque solo fuese por generar incertidumbre al rival, se echó de menos algún movimiento más de este tipo.
Lo hizo Villares en un par de veces y la primera acabó en la ocasión más clara del Deportivo. Y lo hizo Lucas Pérez en la acción del 1-1. Fue súper básico y, sin embargo, efectivo. El de Monelos detectó el espacio y lo atacó en diagonal. Falta y golazo por la escuadra. Una genialidad surgida de una acción en la que el Dépor, con nada que perder, fue agresivo.
Presionar sí. Hacerlo regular, también
El Deportivo no fluyó con balón, de acuerdo. Pero sí estuvo relativamente bien sin él. Al menos hasta el 1-0. El conjunto herculino apostó por ser más agresivo en su presión que el propio Alcorcón. También en 4-4-2, la intención del Dépor era ensuciar los primeros pases de un equipo que busca salir con el balón jugado desde atrás. Para ello, Lucas Pérez y Rubén Díez debían compenetrarse muy bien en esa primera línea y negarle la salida fácil a un equipo que implica al portero, sus dos centrales y a Mosquera.
Eran 4 contra 2, por eso resultaba clave que los acosos de los deportivistas obligasen al Alcorcón a progresar por fuera y no le permitiesen regresar dentro, hacia Mosquera. Rubén Díez era el encargado de controlar al coruñés. Y en los primeros compases lo hizo bien.
El Deportivo era muy agresivo y si el mediocentro Moyano o el mediapunta Javi Lara descendían a implicarse en la construcción atrás, Isi u Olabe no dudaban en acompañar. La intención era provocar la salida de su rival por fuera para, ahí, ahogarle. Y como mal menor, permitir que fuesen los centrales Babin o Castro quienes tuviesen que tomar la decisión de qué hacer con el balón sin posibilidad de pase sin riesgo.
Sin embargo, poco a poco, este buen press se fue diluyendo. Y en una concesión colectiva no demasiado grave, que empezó permitiendo demasiado a Babin, el Alcorcón penalizó sobremanera con el 1-0.
Tocaba remar, pero el tanto descompuso al Deportivo, que se puso a correr detrás del balón como pollo sin cabeza en muchas ocasiones. El Dépor empezó a tener distancias entre líneas, a medir mal, a no ser agresivo por llegar muy tarde…
Fueron los peores minutos de los visitantes, que acabaron con la expulsión de Mackay. Pero con 10, cuando pintaban bastos, el equipo deportivista encontró la luz con la genialidad de Lucas y se dotó de razones para pensar que incluso era posible ganar.
Se vio tan capaz de vencer que entró en un ida y vuelta que, como dijo Cano, no le favorece. Y los cambios del Alcorcón acabaron por reactivar a un conjunto alfarero que encontró en alguna jugada demasiada facilidad por el poco entendimiento de un Dépor que, en vez de juntarse y cerrar el partido, se estiró y lo abrió.
Aun así, el empate cuando el empate ya era tangible, solo una genialidad de Berto desequilibró de nuevo la balanza hasta el Alcorcón 3-1 Deportivo que castigó el flojo partido del equipo coruñés en líneas generales.