Hay futbolistas que dejan su huella en el verde y, una vez colgadas las botas, lo abandonan. Se dedican a otros sectores, se centran en cumplir viejas ilusiones que van más allá del rectángulo de juego, y modifican sus rutinas. No todo va a ser fútbol. Los hay también que se niegan a dejarlo y, aún retirados, rechazan salir de los vestuarios. Mudan su papel y pasan a ser entrenadores, directores deportivos, preparadores físicos, analistas… Dentro de este último grupo aparece un viejo conocido de Riazor, que no es otro que Lionel Scaloni (Rosario, 16 de mayo de 1978). Hombre de confianza de Jorge Sampaoli, el exdeportivista se ha embarcado de lleno en las dos últimas aventuras de su paisano.
Con Sevilla como punto de partida en la élite, su primera experiencia en un banquillo tuvo lugar un año antes en el fútbol base mallorquín. De la mano del Cadete A del Son Caliu, Lio se estrenó en solitario. Fue una relación que se extendió durante solo una temporada, momento en el que Sampaoli lo reclutó para su staff en el Sevilla y modificó su rol. Entonces el rosarino pasó a ser ayudante del técnico y analista de rivales. Incorporado de manera oficial en octubre de 2016, vivió en Nervión su primer gran reto. Con un equipo que fue de más a menos, disfrutó hasta octavos de la Champions League. Rememorando, de paso, aquellos años gloriosos en A Coruña.
La conclusión de la temporada actual significó también el fin de su estadía en el club andaluz. Precedido por unos últimos meses ya repletos de rumores, su primero cambió de aires y él le siguió. Argentina, su tierra natal, fue el destino. Y en concreto, la Albiceleste. Pero esta nueva misión no le resultará del todo desconocida al menor de los Scaloni, que ya en su etapa como jugador había sido convocado por la selección nacional de su país. Con el último título de entrenador en proceso, seguirá viviendo en España y viajando para cada compromiso. Seguro que a pasión no le gana nadie, es el último soldado del amateurismo.