El dinero no trae la felicidad… salvo que sepas cómo invertirlo. Y sino, que le pregunten a la UD Ibiza y a Fernando Soriano. Porque el nuevo director deportivo del Dépor fue el ‘arquitecto’ capaz de convertir el capital monetario de Amadeo Salvo en éxito. Un trabajo que cristalizó en que la UD Ibiza, un club refundado con tan solo seis años de vida, alcanzase la Segunda División en 2021 y se mantuviese con holgura en su primer año en el fútbol profesional.
Fernando Soriano fue reclutado por Salvo a finales del 2018, en medio de la primera temporada del conjunto pitiuso en Segunda B, una categoría que alcanzó tras desembolsar casi medio millón de euros para hacerse con la plaza que había dejado vacante el Lorca Deportiva.
Ese dinero invertido demostraba qué tipo de proyecto quería construir la UD Ibiza. Pero hacía falta un arquitecto. Y Salvo pensó en Fernando Soriano para el puesto. En enero del 2019, el maño fue presentado como director deportivo, un puesto en el que nunca había trabajado. Su meta global no era otra que «cohesionar» la estructura deportiva de la entidad. Pero había un objetivo mucho más tangible y necesario para lograr el éxito en el césped: confeccionar una plantilla capacitada para ascender.
Ese mismo invierno, Soriano ya remodeló buena parte de su plantilla incorporando a 6 jugadores de nivel y experiencia que le permitieron dar un salto de calidad: Unai Albizua, Mariano Gómez, Javi Bonilla, Ferran Giner y dos ‘conocidos’ del deportivismo como Raí Nascemento y Jordi Sánchez, autor del gol que dejó al cuadro blanquiazul sin ascenso en la final contra el Albacete.
Poco después, Andrés Palop dejó de ser el entrenador, al entender el club que la mejora con él (cogió al equipo en descenso en la jornada 5 y era octavo) no era suficiente tras las nuevas incorporaciones invernales. En su lugar llegó otro mito del sevillismo: Pablo Alfaro. El técnico respondía a ese perfil que buscaban de hombre contrastado en la categoría. Sus cifras en 12 partidos (6 victorias, 5 empates y 1 derrota) condujeron a que el Ibiza se quedase a solo tres puntos de cuarto puesto y le hicieron ganarse la confianza de la entidad para el siguiente curso.
Un curso en el que Fernando Soriano asumía las riendas desde el principio. Su decisión fue acometer 13 fichajes en el mercado veraniego. Entre casi todos ellos, el denominador común de tratarse de futbolistas con muchos ‘tiros pegados’ en la categoría, independientemente de su edad, como los casos de Germán Parreño, Kike López, Rubén Alves, Javi Pérez o Pep Caballé. A ese perfil mayoritario se le unió el de jugadores expertos procedentes de Segunda, como Morillas o Javi Lara. Y también alguna apuesta joven como Kwasi Sibo.
El Ibiza peleó por el liderato durante la primera mitad de la temporada. En invierno, Soriano no dudó en retocar el plantel con futbolistas que otorgasen un salto de calidad, como Pierre Cornoud o Borja Martínez. En plena pelea por el primer puesto, con el Atlético Baleares a tan solo dos puntos, el coronavirus paralizó la competición y frenó sus opciones de ser campeón. Al cuadro ibicenco le tocó afrontar los playoff exprés como segundo. Y en las semifinales, el Cornellà de Fernández Romo y el exdeportivista Juan Giménez le derrotó. Tocaba volver a empezar.
Continuidad… a medias
El hecho de no ascender no provocó en Ibiza un terremoto, pero hizo que muchas cosas cambiasen. Aunque Fernando Soriano apostó por darle continuidad al bloque de los ‘pesos pesados’ de la plantilla como Parreño, Kike López, Morillas, Alves, Grima, Lara, Javi Pérez, Rodado o Cirio, no dudó en aprovechar una oportunidad de mercado y asumir riesgos con el entrenador: Juan Carlos Carcedo.
El técnico riojano quería empezar su carrera en solitario tras muchos años acompañando a Unai Emery. Y Soriano, que había estado dirigido como jugador por el binomio Emery-Carcedo en el Almería, le dio una oportunidad que, a la postre, fue ganadora. A mayores del técnico, Soriano y su equipo de trabajo (de tres scouts, entre ellos Juanjo Expósito) detectaron los puntos débiles y los compensaron con fichajes como Goldar, Manu Molina, Davo o Castel, que en Ibiza dieron un evidente impulso a su carrera.
En la última temporada de Segunda B, disputada bajo un novedoso formato, la UD Ibiza fue capaz de quedar campeón tanto del primer subgrupo como de la segunda fase. En medio de esa carrera, logró eliminar al Celta en Copa del Rey con un extraordinario 5-2.
A mayores, el equipo ibicenco culminó la hazaña con su ascenso a Segunda, tras empatar con el Castilla y vencer al UCAM. En esa fase de ascenso, la solidez defensiva que mostró durante toda la temporada fue clave. Ninguno de sus dos rivales fue capaz de marcarle, mientras que en los 24 partidos anteriores solo recibió 10 dianas.
Fernando Soriano lo había conseguido: en su segundo año dando forma a un proyecto ambicioso pero sin experiencia, había logrado construir un equipo sólido capaz de ser regular y asaltar la Segunda División. Una meta que el Ibiza tenía, pero nada fácil de conseguir solo con dinero. Apoyado en el trabajo de Fernando Soriano y su equipo, lo logró.
Llegar y mantenerse
El salto de categoría no provocó que la UD Ibiza se volviese loca. El club balear reiteró su apuesta por la continuidad, manteniendo la base del equipo. A mayores, mezcló talento contrastado como Álex Gálvez, Pape Diop, Cristian Herrera o Miguel Ángel Guerrero con apuestas jóvenes como las de Miki Villar, Gonzalo Escobar, Appin o Bogusz.
A pesar de que el equipo manejaba una renta de 5 puntos con respecto al descenso, la racha de 6 jornadas sin vencer provocó que Amadeo Salvo decidiese destituir a Carcedo, teóricamente con el beneplácito de Fernando Soriano, que apostó por Paco Jémez para que el equipo reaccionase y elevase sus prestaciones. Algo que apenas logró, a pesar de que consiguió una salvación muy holgada.
La incorporación del técnico andaluz no fue lo único que ‘tocó’ Soriano en ese invierno en el Ibiza, pues el director deportivo concretó 4 fichajes: Juan Ibiza, Álvaro Jiménez, Raúl Sánchez (actualmente en el Castellón, fue pretendido por el Dépor en el último verano) y Nono. De ellos, solo el primero fue importante para Jémez, que acabó logrando la permanencia ya sin Soriano en el club.
El maño había acordado con Salvo poner fin a su relación después de tres temporadas y media de muchos aciertos, algún fichaje con poco rendimiento y, sobre todo, éxito deportivo. Un éxito que ahora busca emular en el Dépor para volver a convertir el dinero en felicidad.