Cristóbal Parralo aterrizó en A Coruña con una misión clara: ascender al Fabril a Segunda División B. Tras intentos fallidos con José Luis Devesa y Manu Mosquera, la dirección deportiva decidió apostar por un técnico foráneo, que venía con el aval de su gran labor en el Damm de Barcelona y también una amplia experiencia como jugador de Primera División. Once meses después, Parralo ha conseguido el objetivo y lo ha hecho además por la vía más rápida, como primero de grupo y venciendo al Cacereño en la ronda de campeones.
Pero la temporada ha estado lejos de ser fácil y placentera para el técnico cordobés. Precisamente por eso, por no ser gallego, Parralo comenzó con la desconfianza de muchos, pues un sector de la afición no ve con buenos ojos la ‘catalanización’ del filial: solo cuenta con ocho gallegos en plantilla y cuatro de ellos apenas han gozado de minutos. Además, el inicio de campaña fue muy irregular y, mediado ya el mes de noviembre, el Dépor B era sexto y veía al líder a seis puntos de distancia.
Pero todo cambió en la 14ª jornada, cuando el Fabril goleó por 5-0 al Ribadumia con un once muy similar al que se asentaría para el resto de la temporada y que firmaría desde entonces unos números espectaculares: 61 puntos de 75 posibles, 56 goles a favor y 14 en contra. Además, el filial evidenció trabajo, pues corrigió progresivamente todos sus errores de las primeras semanas y se convirtió en un equipo sólido y que controlaba los partidos de principio a fin.
Es decir, un equipo que empezó el curso temblando en cada córner o falta lateral, que sentía pánico y se lo hacía sentir a cualquiera que se acercara por Abegondo, cerró el mismo manteniendo la portería a cero ante el Cacereño, conjunto absolutamente dominador del juego aéreo y que dedicó los 90 minutos de la ida a colgar balones sobre el área de Álex Cobo.
Además, la llegada de tanto jugador foráneo provocó división en el vestuario durante las primeras semanas, con grupos claramente definididos y un ambiente de tensión muy por encima de lo habitual y lo sano dentro de un filial y que estalló con las ya famosas declaraciones de Óscar Pinchi. Pero también eso fueron capaces de corregirlo poco a poco Cristóbal y su cuerpo técnico. Como prueba y anécdota: fue precisamente Pinchi uno de los futbolistas que interrumpió la rueda de prensa de Cristóbal el pasado domingo para abrazar y saltar con su entrenador.
Con el objetivo cumplido, quizás el principal debe que se pueda achacar a Parralo en su primer año al frente del filial sea el ostracismo al que se vieron sometidos varios de sus futbolistas, pues redujo sus hombres de confianza a 14-15 y dejó sin minutos ni convocatorias a varios hombres de la casa como Anxo, Naveira, Ángel o Hugo Rama. Especialmente llamativo el caso de este último, que la temporada pasada fue muy importante en el que era su primer año como sénior y en esta apenas dispuso de 8 titularidades.
Quizás se podría haber conseguido el ascenso con toda la plantilla en dinámica, más aún teniendo en cuenta que se trata de una etapa formativa y que la orientación siempre tiene que ser la de formar jugadores para el primer equipo, pero nunca se sabrá si fue un mal necesario.