«Hoy renuncio a la mierda que me viene ahogando
Sacad colmillos, que esta noche arranco»
Y el Dépor, se soltó las cadenas y no hizo arder el Cartagonova, pero sí el cercano Carlos Belmonte. Ante un Albacete que marcó el gran trauma del deportivismo en los últimos años, el conjunto deportivista pasó página. Las buenas sensaciones con ausencia de resultados amenazaban con opacar las muchas cosas positivas que el equipo de Imanol Idiakez venía haciendo en las últimas semanas sin premio. Pero en un momento que empezaba a adquirir tintes dramáticos pese a los prontísimo del calendario, el cuadro deportivista rompió a jugar y a golear, con un Albacete 2-5 Deportivo que le permite sumar, ganar tiempo y le enseña el camino.
La goleada fue una tormenta (casi) perfecta. Porque tuvo reacción a un nuevo error a balón parado, pegada remontar en un abrir y cerrar de ojos y control hasta que su rival decidió convertir el partido en un cara o cruz. Paciencia para mover el balón hasta encontrar resquicios, ambición para atacar los espacios que el Alba le concedió. Porque en ataque, tenía al elefante, al tigre, al tiburón y al galgo más atinados que nunca.
Otro regalo en área propia
Comenzó el Deportivo de nuevo concediendo. El equipo salió a presionar alto, a partir de un 4-1-3-2 en el que Villares se ‘soltaba’ para perseguir al mediocentro rival que retrocediese a recoger la pelota a zona de iniciación y Mfulu debía sujetarse, con Mella y Yeremay apoyándole relativamente en una posición más interiorizada. Sin embargo, apenas dio tiempo a comprobar si el plan funcionaba, pues a los cuatro minutos, la movilidad del equipo rival provocó un córner desde la izquierda que el Dépor no supo defender.
Con Mella, Barbero y Pablo Vázquez defendiendo en la zona del primer plano y el centro de la portería, el Albacete generó un bloqueo en el segundo palo para neutralizar la marca de Quiles. Ximo era el encargado de cubrir al ex del Dépor, mientras que Villares se encargaba de Juanma. Pero Alberto retrocedió con un desmarque circular para ganar ángulo y la persecución de Ximo fue interceptada por la marca de Villares. El de Vilalba, viendo que Ximo estaba con su par, se quedó impasible y en vez de intercambiar marcas, concedió el espacio suficiente para que el andaluz engatillase.
Fue el cuarto gol encajado por el Deportivo en acciones de córner o falta lateral, después de los concedidos ante Oviedo, Huesca y Córdoba, que se suman a los penaltis de Huesca, Córdoba y Burgos para alcanzar los 7 tantos a balón parado recibidos en 7 encuentros.
El error, dramático de nuevo por un despiste individual, no acabó teniendo consecuencias ante la buena reacción del equipo. Pero fue, en gran parte, porque la debilidad en este inicio de temporada en pelota quieta no fue aprovechada por segunda vez por el Albacete. Esta vez, Agus Medina apareció sin marca alguna para atacar la superficie defendida en zona por el Deportivo.
Si era otro riesgo asumido o no, no lo sabremos. Lo cierto es que Barbero no midió bien el salto ante el gran golpeo de Fidel y Pablo Vázquez, encargado de su cobertura, no llegó a anticiparse al centrocampista local, con ventaja al llegar en carrera. Por fortuna, la pelota se fue fuera. Y con ese balón, el empate 2-2 justo antes del descanso. Algo que, con total seguridad, hubiese cambiado el devenir del encuentro.
La pegada antes que el juego
El 1-0 del Alba obligó a que el Dépor pasase a llevar la iniciativa. Y aunque el equipo fue capaz de asumir esa responsabilidad, lo cierto es que casi antes que el juego le llegó la remontada en forma de una pegada bestial. Clave para ello fue el buen hacer colectivo tanto en la circulación como en la presión. En su inicio de juego con pelota, Imanol Idiakez planteó una salida con los cuatro defensas bastante bajos y Mfulu y Villares como referencias cercanas.
El objetivo era atraer al Albacete para así generar espacios a espaldas de su centro del campo y que Mella, Lucas y Yeremay recibiesen entre líneas al apoyo para hacer progresar la jugada. El Albacete, en 4-4-2, no estaba incómodo, pues dejaba relativamente libre a Pablo Vázquez para que fuese el encargado de dirigir mientras acosaba a Barcia si era el zurdo el que tenía la pelota. El resto de futbolistas, cerraban las líneas de pase.
Pero en una buena circulación lado-lado ya con el equipo asentado en la siguiente zona, la de creación, llegó el 1-1. El cuadro herculino encontró a Obrador relativamente liberado. Yeremay acudió al apoyo y atrajo consigo la marca del lateral Álvaro, lo que generó un espacio a su espalda que Lucas Pérez aprovechó con su más que tradicional desmarque dentro-fuera que permitió al Dépor girar al Albacete atacando la profundidad.
Con Jon García demasiado lejos del de Monelos, Lucas pudo pisar línea de fondo y levantar la cabeza. Pero la segunda clave estuvo en la llegada. Porque no es lo mismo atacar el área solo con Barbero, que hacerlo con el ariete, Villares en segunda instancia e incluso Mella llegando en tercera oleada. Ninguno de los dos primeros remató, pero el balón le cayó al canterano, que se inventó una gran volea para empatar. Y aunque me quieran parar, no. Nunca me voy a parar.
Sin apenas tiempo para establecerse un nuevo escenario, la presión alta del Deportivo surtió efecto. El Albacete inició el juego desde atrás combinando y Mella entendió bien cuando ‘saltar’ de marca. Así, cuando la pelota fue al carril zurdo rival, dejó a Ále Meléndez como responsabilidad de Villares y fue a por Juan María Alcedo, al que picoteó en cuanto inició la conducción hacia dentro.
Recuperación y transición en el último tercio rival, con Barbero como bisagra para conducir, fijar y acabar en Yeremay, que colocó el Albacete 1-2 Deportivo con un remate tan sutil que impuso por su frialdad. Con matices, el encuentro de ida y vuelta empezaba a parecerse al de Córdoba. ¿La diferencia? El acierto en el área rival. Tres disparos, un acumulado de 0,41 xG (goles esperados) y 2 tantos marcados. Efectividad.
Control y amenaza
La remontada permitió al Dépor jugar, casi por primera vez esta temporada, con marcador a favor. Ya no había prisa, no era necesario nadar a contracorriente. Y el equipo pudo competir a placer. Controlando con pelota cuando tocaba, aprovechándose de un Albacete que no terminaba de ajustarse. Corría detrás de la pelota cuando el Deportivo masticaba y era incapaz de activarse tras perder el balón, lo que permitía al conjunto blanquiazul soltar a sus perros.
Así, el cuadro visitante encontraba soluciones desde esos pases interiores a Lucas, Mella y Yeremay gracias al acierto de la línea defensiva encontrándolos y a la inteligencia táctica de Villares, capaz de saber cuándo recibir o cuando caer al carril derecho para generar líneas. También a través de los envíos en largo a un Barbero que caía a las bandas, donde el equipo podía encontrar oxígeno.
Mientras, en defensa, el resultado permitió al conjunto de Imanol Idiakez jugar un poquito más protegido. Ante las amenazas interiores, el Dépor se acorazó por dentro. Menos espacio, más ayudas y más capacidad para recuperar y correr. El nivel de activación e inspiración de los de arriba le permitía poder amenazar desde muy abajo, con un Lucas con valor al volante, los dos niños acelerando el carro y Barbero persiguiendo a fondo, haciéndolo largo.
El 1-3 no llegó una primera mitad sobresaliente en lo ofensivo, pero sí lo hizo en el primer cuarto de hora del segundo tiempo. Fue de nuevo a partir de una de las tres vías de ataque (asociativo, directo y contragolpe) del Dépor: el balón largo a su ariete. Barbero cayó fuera aprovechando la tendencia de los laterales del Alba a ir hacia delante para presionar, lo que le permitió ganar el duelo a Jon García y colocar la pelota a la llegada de segunda línea. Porque el Deportivo estaba cohesionado. Cada movilidad tenía un sentido e iba acompañada del resto. Yeremay agarró el balón en tres cuartos e hizo el resto.
Con el 1-3, Alberto González se volvió ‘loco’ y se la jugó a cara o cruz. Retiró a tres defensas y a un centrocampista para dar entrada a un lateral, a dos extremos y a un delantero centro. Ante esa tesitura, el Dépor no se quiso echar atrás del todo. Pero no lograba presionar ni tampoco cerrarse cuando replegaba. El Albacete empezó a llegar más, pero en el todo o nada, el Deportivo golpeó primero. Un inicio de juego sin acoso, balón entre líneas para Lucas y el de Monelos, con tiempo y espacio suficiente no solo para pensar sino para ejecutar, trazó un pase que rasgó por la mitad las pocas vigilancias del Alba. Demasiadas concesiones. Mella para Herrera, 1-4 y partido finiquitado.
Solo quedaba que el tiempo siguiese corriendo al igual que lo hacían los dos equipos. Porque al contrario que en la primera mitad, el Dépor ni tuvo el balón, ni se cobijó tanto. Pero pudo transitar. De ese escenario caótico llegó el 2-4 y también estuvo cerca el posible 3-5, pero también se generó el Albacete 2-5 Deportivo definitivo. El Alba jugaba a pegar, pero también permitió golpear. Y eso ante un equipo que enseñó valor, amor y cicatriz, es mortal.