El Balompédica Linense 0-0 Deportivo volvió a reverdecer viejos fantasmas en el deportivismo. Porque su equipo fue, un día más, incapaz de imponerse a domicilio. Tras superar esa mala dinámica lejos de Riazor en Talavera y golear al Badajoz, el cuadro herculino no le pudo dar continuidad a su gran momento de resultados con un nuevo triunfo.
¿Fue otro paso atrás? Bueno, quizá no. Porque el Dépor es capaz de controlar cada vez más cosas de las que suceden en los partidos fuera de casa. De hecho, apenas concedió situaciones de gol a un rival que en el Ciudad de La Línea empuja y mucho. Le faltó continuidad en su juego ofensivo. Aunque fue variando el plan durante el choque y encontró los caminos suficientes para, en un día algo más inspirado, batir al menos una vez a De la Calzada. Pero al contrario que una semana antes, la puntería brilló por su ausencia.
El plan controlador
El Deportivo saltó a La Línea de la Concepción con la clara intención de controlar la mayoría de variables posibles. Óscar Cano dio la oportunidad de regresar al once a Villares por Isi Gómez. Y sorprendió con Pepe Sánchez en lugar de Lapeña al lado de Pablo Martínez.
El conjunto coruñés apostó al principio por construir sus ataques asociándose desde la zona de iniciación, al contrario que ante el Sanse, por ejemplo. Así, Rubén Díez, por la derecha, y Villares, por la izquierda, ejercieron como interiores de ese tercer elemento para conformar una primera línea desde la que dar salida limpia al balón.
No lo hacían para generar superioridad, pues la Balona Linense se jugó con solo un punta (Joao Pedro) tanto en defensa como en ataque. Se trataba de tener piezas en amplitud para progresar por fuera y hacer bascular a una Balona que se estructuró en un 5-4-1 en el que las marcas eran prácticamente al hombre, aunque en un bloque medio que permitía que el Deportivo diese el pase hacia adelante para, entonces, acosar a quien correspondiese.
Así, ante la densidad de futbolistas que esperaban por dentro, el Dépor tenía claro que debía jugar por fuera como prioridad. Porque, al margen de minimizar el riesgo en caso de pérdida, la presencia de Villares y Rubén Díez en ese rol de ‘tercer central’ para sacar el balón jugado, atraía a uno de los dos mediocentros de la Balona.
De este modo, la intención del Deportivo fue, una y otra vez, jugar con las marcas individuales del Linense para provocar que se desestructurase. Clave en este sentido fue el trío Lebedenko-Villares-Soriano, muy protagonista en esa primera mitad en la que el equipo coruñés cargó su ofensiva por el pasillo izquierdo.
Villares iniciaba, Soriano acudía a recibir dentro para arrastrar al carrilero y Lebedenko rompía al espacio que liberaba el madrileño. Soriano volvía a bajar para recibir y era Villares quien atacaba la profundidad, con Lebedenko fijando al extremo Koroma. Daba igual. Se trataba de trazar movimientos complementarios que desordenasen al rival a partir del recorrido que el equipo ganaba con Villares en vez de Isi en ese sector.
Pero más allá de conceder tres buenas ocasiones, lo cierto es que la Balona firmó un gran ejercicio defensivo. Tenía las responsabilidades y situaciones bien depuradas. Y la concentración no falló. De este modo, fue muy habitual ver cómo el equipo gaditano llegaba a cerrar con hasta seis hombres en última línea cuando Lebedenko se posicionaba alto y Koroma le seguía.
Así era complicado. Y más cuando el Deportivo no metía demasiados efectivos por delante de la línea de balón para primar tener una buena red de seguridad en caso de pérdida. Es curioso cómo el Dépor de Cano suele ser un equipo más agresivo sin balón que con él. Precisamente por esto último: prioriza el equilibrio, sabedor de que su talento ofensivo le puede dar para ganar sin exponerse sobremanera.
Así, fue en esos momentos de presión tras pérdida cuando el Deportivo elevó su intensidad para tratar de recuperar rápidamente y, así, cazar descolocada a la Balona. Pero el conjunto andaluz tenía muy clara su idea. Y su primera opción era mirar lejos para buscar el cambio de orientación y cazar a su rival en un uno para uno. Como decimos, no lo consiguió porque un día más, el Dépor manejó muy bien esas situaciones. Tan solo en una presión agresiva desajustada con el equipo en fase defensiva amenazó la Balona en su gran ocasión. Control absoluto a costa de ser algo más previsible en ataque.
El plan del ida y vuelta
La idea era buena y el equipo había tenido ocasiones, aunque aisladas. Pero no entraron y había que buscar una forma de romper ese Linense 0-0 Deportivo. Y esa pasó por quebrar ese control y entrar en un juego más de ida y vuelta. No es algo con lo que el Dépor se sienta demasiado cómodo, como así se demostró. Pero Óscar Cano y su cuerpo técnico sabían que mantener lo de la primera parte era, probablemente, chocarse contra un muro.
Por eso, aunque pueda parecer que no, el técnico intervino al descanso. Antoñito y Lebedenko se posicionaron más altos, mientras que los tres mediocentros se pegaron mucho a los centrales, aunque ya sin incrustarse en esa línea. Con esa estructura de 2+3 muy juntos, el Deportivo trataba de estirar al Linense.
Porque el cuadro andaluz fue a presionar arriba con cuatro jugadores. Y así se generaba un espacio entre esos ‘atacantes’ y los defensas que el Dépor ampliaba más jugando, en muchas ocasiones, directo al espacio. No se trataba de ganar sí o sí esos envíos a la espalda, sino de al menos cazar el segundo balón aprovechando las distancias entre líneas del rival.
El ritmo del choque se elevó. Las imprecisiones, evidentemente, aumentaron. Pero el Dépor no logró producir con ese tipo de fútbol. Porque no cazó envíos largos. Por puro desacierto, tampoco encontró ese pase dentro a Mario Soriano que hubiese sido decisivo para tejer algún ataque controlado y con espacio para correr. Faltó precisión.
Y si a partir de ataques posicionales el equipo coruñés no generó situaciones de gol, tampoco lo hizo robando el balón. Y eso que siguió siendo agresivo (para muestra, la amarilla de Quiles). Pero la Balona Linense interpretó muy bien esa presión. Y aunque no desarboló a un sólido Dépor, tampoco le concedió situaciones para robar y contraatacar.
El plan ofensivo
El Linense 0-0 Deportivo no contentaba al equipo coruñés. Y en el último cuarto de partido, apareció el ‘tercer plan’ de Óscar Cano. El técnico retiró a Villares para dar entrada a Saverio, lo que indudablemente cambiaba la estructura. Porque Mario Soriano no se fue al interior izquierdo, sino que pasó definitivamente a ocupar esa posición de mediapunta que ya venía pisando ‘de facto’ en su rol de falso extremo.
El Dépor ganaba, claramente, un hombre más de ataque a costa de desprotegerse. Pero en ocasiones, desprotegerse no equivale a sufrir en defensa. Porque con un futbolista a mayores por delante de la línea de balón y Soriano flotando con libertad, el cuadro herculino encontró más fluidez. El choque pasó a jugarse prácticamente en una única dirección: a la meta de De la Calzada. Porque el Deportivo fijaba con más futbolistas la sobrepoblada defensa linense. Y eso generaba más tiempo y espacio para cocinar el fútbol por dentro.
Con el equipo más asentado en campo rival y jugando a un mayor ritmo por las prisas del marcador, el Deportivo rondó el área y tuvo el triunfo en el cabezazo al travesaño de Quiles. Además, sufrió todavía menos en defensa precisamente por ese asentamiento y hundimiento del rival. Mientras, la entrada de Arturo le dio esa posibilidad de mezclar esos ataques más hilados con los envíos directos para que se los quedase el punta murciano.
Pero el Dépor no terminó de producir un caudal parecido al de Riazor. Y pagó su falta de puntería en las pocas pero claras situaciones de gol que tuvo con un botín escaso. Fueron tres planes, cero acierto, un punto y la sensación de dar un paso atrás en lo ofensivo y, a la vez, dos hacia delante en el cerrojo que el equipo ha impuesto a sus rivales. Ahora, también a domicilio.