Ni por aire, ni por tierra. El Sanse 0-0 Deportivo deja al equipo coruñés de nuevo a dos partidos del liderato. Pero, sobre todo, le impide sacarse de encima esas malas sensaciones cada vez que compite lejos de Riazor. Porque aunque el conjunto dirigido por Óscar Cano mejoró con respecto a sus últimas salidas a partir de saber controlar a su rival y apenas sufrir, fue incapaz de dañar al Sanse. Alguna acción puntual y varias jugadas polémicas construyeron la escasa producción de un Dépor incapaz por aire, pero también por tierra.
Un Deportivo menos «purista»
Óscar Cano apuntó en la previa del Sanse 0-0 Deportivo que los movimientos en el mercado de fichajes iban a permitir ver a un Dépor menos «purista». Es decir, a un equipo con más recursos que el del juego asociativo para dañar a los rivales. Y el técnico lo quiso demostrar en San Sebastián de los Reyes. En un Matapiñonera que ya no es sintético pero no por ello estaba en las mejores condiciones, Cano apostó por mantener la estructura de dos delanteros que le hizo desbloquear el choque ante el Mérida en Riazor.
4-4-2, con Lucas Pérez ejerciendo de segundo punta en libertad, como en Cádiz, y Svensson a su lado. Una declaración de intenciones la de prescindir de un centrocampista, aprovechando la baja de Rubén Díez, y dar entrada a otro delantero. Si ese hombre es enérgico y móvil, capaz de disputar en el cuerpo a cuerpo pero, sobre todo, de ir al espacio, la receta parecía ir en una dirección: más juego directo.
Y así fue. El Deportivo que saltó al Matapiñonera fue menos «purista» que el de Riazor. Y también tuvo más claro su plan. Quiso ser más vertical, atacando sin pasos intermedios la espalda de la zaga de un Sanse que, como era de esperar, presionó arriba.

Así, tras un inicio en el que el novedoso Isi Gómez ejerció de hombre clarividente para construir unos ataques más reposados y por bajo, el Dépor pronto modificó su plan. Probablemente estaba pautado desde la caseta que si el rival no esperaba e iba con agresividad hacia delante para tratar de robar la pelota, el antídoto era el juego en largo.
Ante esta tesitura, el doble pivote no perdió altura para añadir un elemento más a la línea de centrales, sino que fueron los laterales los que retrasaron su posición junto a Jaime y Pablo Martínez para estirar al rival. Porque estructurado en 3-5-2 el Sanse, tenían que ser los carrileros -sobre todo el más ofensivo, Borja Martínez- los que ‘saltasen’ sobre los laterales deportivistas para presionar. Así, el Deportivo provocaba que su rival se alargase y no tuviese tan fácil ganar el segundo balón tras el envío directo blanquiazul.
De este modo, el Deportivo empezó a jugar en largo, pero no buscando las disputas por alto en el carril central, sino los desmarques verticales de sus puntas de dentro hacia fuera. El objetivo era jugar al espacio y si no se podía ir hacia portería, al menos ganar el balón o el segundo balón para, ya en posiciones más adelantadas sin riesgo de pérdida, empezar a construir.
Fue así como llegó la ocasión más clara del primer tiempo, en un balón largo de Antoñito a Lucas que Quiles recogió tras la disputa y cambió de frente. Lebedenko recogió y filtró para Svensson, que atacó la espalda de la defensa para meter el balón al área, donde el andaluz no conectó la zurda con su veneno habitual.

Sin embargo, poco a poco el Sanse fue controlando ese patrón de juego del Deportivo, que cada vez fue teniendo más y más dificultades para encontrar el espacio a espaldas de su rival. El equipo herculino no terminó de estar del todo cómodo saltándose el centro del campo y buscando directamente por aire los desmarques de sus atacantes. Y así, su juego ofensivo tuvo muy poca continuidad en el primer tiempo.
Combinación sin ‘punch’
El escenario cambió tras el descanso. El Sanse, incapaz de dañar a su rival desde la recuperación al no arriesgar el Deportivo en su inicio de juego, modificó el guion. El cuadro sansero mantuvo su estructura de 3-5-2, pero esta se aproximó más a un 5-3-2 porque los carrileros modificaron mucho su altura. El rival dejó de ir a presionar tan arriba y priorizó esperar en un bloque medio-bajo que invitaba al Dépor a jugar por fuera.
Eso provocó que el conjunto coruñés tuviese menos reparo en regresar a su ‘yo’ habitual, con un inicio de juego más asociativo. Con Isi Gómez lateralizándose en el carril derecho y Mario Soriano bajando su posición pero siempre escorado a la izquierda para ofrecer líneas de pase a Lapeña, Pablo Martínez y Olabe, el Deportivo empezó a jugar más por tierra.

La intención del cuadro coruñés era progresar por los carriles exteriores para, luego, meter el balón dentro hacia Quiles, Soriano, Lucas o el propio Svensson, que en ese tramo del choque le restó mucha continuidad al juego desde sus imprecisiones. Pero en ese carril central, el Dépor no encontraba los espacios. Y, por lo tanto, tampoco las ventajas. Ante el 5+3 que el Sanse plantaba cerca de su área era difícil combinar.
Además, la circulación no era fluida. Y eso hacía que el equipo coruñés no lograse tampoco encontrar por fuera con libertad a Antoñito o a Lebedenko. Y aunque lo hiciese tras algún giro de juego bueno y el Dépor pudiese progresar, dentro del área siempre había superioridad del conjunto local, muy sólido y centrado en no descomponerse.
Así, la combinación del Deportivo carecía de ‘punch’. Por tierra tampoco funcionaba la cosa. Y el equipo empezó a mezclar de vez en cuando ese juego en corto con algún balón diagonal largo que exigiese a la última línea del Sanse.

El partido pedía a Arturo Rodríguez y la entrada del murciano mejoró a los suyos en ataque a base de duelos ganadores y buenos apoyos. Al menos, en el tiempo que se pudo ver hasta que la señal de televisión dijo ‘basta’ ante el atasco del Deportivo, al que Cano prefirió no tocar más al no querer modificar la estructura y entender que sobre el verde ya estaban todos los futbolistas con más opciones de acercar al equipo al gol.
Control desde la agresividad
En el debe del conjunto blanquiazul estuvo su incapacidad para romper el Sanse 0-0 Deportivo durante todo el choque. Pero en su haber, el plantel herculino se llevó su habilidad para domesticar a su enemigo en tierra hostil. Porque el Dépor volvió a ser ese equipo sólido sin balón. Ordenado pero a la vez agresivo. Tanto que fue capaz de controlar el choque, por más que la escuadra sansera generase alguna oportunidad en acciones más bien aisladas.
El bloque dirigido por Cano se estructuró también a nivel defensivo en un 4-4-2 que pretendió ser agresivo para provocar que el Sanse se equivocase en su salida de balón. La intención habitual del equipo madrileño pasa por atraer al rival para luego filtrar un pase dentro o jugar largo, con la intención de generar espacios para correr. Pero el Dépor no le dejó.

Siempre bien estructurado, tan solo en una de las primeras jugadas en las que el Deportivo se emparejó uno para uno pudo atacar a la carrera el Sanse. Fue una acción que acabó con una definición forzada de Pedro Benito.
A partir de entonces, el Dépor ajustó muy bien, gracias a la pareja Isi-Olabe entendiendo qué debía hacer en cada momento para que el equipo no se partiese. Y defendiendo de manera más que óptima tanto el juego directo a la disputa aérea como al espacio.

Por norma general, el equipo coruñés presionó bien tras pérdida, al mantener unas buenas distancias entre sus piezas que le hacían llegar a la emboscada del poseedor. Tan solo una pérdida en el carril derecho en el segundo tiempo que pilló a los laterales altos y en la que Villares prefirió ser agresivo en vez de conservador acabó en un centro peligroso que Villapalos remató fuera por muy poco.

Así, tuvo mérito el encuentro defensivo del Deportivo, que se fue del Matapiñonera con un solo punto y un juego ofensivo pobre, pero también un refuerzo positivo en cuanto a solidez sin balón. Nada para ser muy optimista, pero algo para no censurar del todo la última visita del equipo a Madrid.