«Mira cómo floto, mira cómo vuelo. Mira cómo avanzo, valiente, dejándolo todo atrás». No, Miss Caffeina no está entre los clásicos de la megafonía de Riazor. Pero, por momentos, el Deportivo 5-0 Badajoz pareció una coreografía idílica para montar sobre el ritmo y la letra del tema más icónico del grupo madrileño. Porque el conjunto herculino firmó un inicio de partido apabullante desde su gestión de balón para golpear con un directo al mentón de su rival.
El 1-0 le hizo, poco a poco, perder la intención dañina de su juego. Se refugió. Y aunque no sufrió, recuperó antes la pegada que el fútbol para firmar un redondo 3-0 al descanso que le dio tranquilidad para gestionar la segunda mitad. Primero, intercambiando ataques. Luego, domesticando al Badajoz hasta provocar que bajase los brazos y gustarse con una ‘manita’ que elevó al equipo hasta la segunda plaza, aunque permitiéndole todavía estar agazapado con respecto al liderato.
En estado de ‘flow’
Parece un término asociado al deporte americano, sí. Pero el ‘estado de flow’ está desarrollado en la psicología y se relaciona con el talento y la creatividad, pues habla de ese estado subjetivo que las personas experimentan cuando están completamente involucradas en una actividad hasta olvidarse de todo, menos de la actividad en sí misma. Con ese ‘fluir’ inició el Dépor el partido, pues el bloque herculino avasalló hasta el 1-0 a su contrario, como viene haciendo en el arranque de casi todos sus partidos en casa.
El Badajoz saltó a Riazor con un 5-4-1 que apuntaba a ser difícil de abrir. Tanto por estructura en sí, como por las características de un rival que basaba su poderío en el orden sin balón. Pero nada de eso le afectó a un Deportivo que partió con la única novedad de Isi por el sancionado Villares en un once sin extremos puros. Dio igual. Porque el Dépor, carente de regateadores natos, desestructuró a su rival a base de asociación. Desde una circulación de balón limpia y de ritmo alto, encontró el dinamismo.
El Dépor se juntó en el sector derecho. Y empezó a fluir desde el intercambio de posiciones y la precisión. Un aparente caos que al único que desordenaba era al rival, pues la creación y ocupación de espacios siempre fue racional. Así hasta, en su jugada con más veneno, encontrar el 1-0 en una combinación absolutamente fuera de categoría.
La filtración de Lucas al desmarque de Quiles, que se inventó un haz de luz en forma de asistencia donde todos, menos Soriano, veían oscuridad. El madrileño se activó en cuanto el andaluz se disponía a recoger el balón y le dio a su compañero la única solución para salir del atolladero de piernas. Por imposible que pareciese, los dos se imaginaron la jugada y el ’10’ estampó su firma para enviarla a la compilación de mejores goles de la temporada en Primera Federación.
Juntar talentos individuales que no suman, sino que multiplican el rendimiento colectivo. Generar sinergias para que todo fluya de manera orgánica. Eso fue lo que consiguió hacer el Deportivo en esos primeros 15 minutos que apenas tienen explicación desde la pizarra, pues su única lógica atiende a la naturaleza de los propios futbolistas, como defendería Óscar Cano.
Aunque para provocar esta irrupción, obviamente sí hubo algo de pizarra. Porque el Dépor renunció de manera muy evidente a atacar por el sector izquierdo en ese inicio de partido. A propósito. Por un lado, en ese carril el Deportivo juntaba a su mejor conductor (Rubén Díez), a su jugador más profundo (Antoñito), a un falso ‘extremo’ (Quiles) capaz de atacar en vertical o de acudir al apoyo y a un punta (Lucas) que por su naturaleza de zurdo obtiene más rango de acción en ese perfil si logra jugar de cara a portería.
A eso había que sumarle la posibilidad de que tanto Isi Gómez como Mario Soriano dejasen el carril izquierdo para acudir al derecho y, así, sumar superioridad numérica a la cualitativa que el Dépor tiene ante casi todos. Como guinda, Adilson. El extremo portugués fue de la partida en el Badajoz. Y todo lo bueno que tiene en ataque, lo pierde en defensa. Salmerón lo introdujo en banda izquierda y ahí quiso dañarle el Deportivo, que buscó atraerle con Rubén Díez lateralizado o con un central para jugarle a la espalda.
Así, el equipo herculino no repitió un patrón para construir, sino que fue improvisando en función de las respuestas de su rival bajo la única premisa de cargar el sector derecho para juntarse, apretujar ahí al contrario y acabar por el lado opuesto. Como sucedió en el gol y como pasó en alguna que otra ocasión más a lo largo del partido. Las constantes apariciones desde atrás de Lebedenko en zonas ‘vaciadas’ no fueron una casualidad.
Un paso atrás
Tras esos primeros minutos soberbios premiados con el 1-0, el Deportivo rebajó marchas. Ya había conseguido el botín y prefirió guardar la ropa. El equipo local dio un paso atrás, sí. Pero también provocado por el evidente paso adelante del Badajoz. Porque el bloque extremeño elevó su presión. Dejó atrás ese bloque medio, poco agresivo, en 5-4-1 y pasó a emparejar hombre a hombre al Dépor.
No es fácil salir desde atrás de situaciones así. Y el conjunto de Riazor perdió ese control del que había disfrutado en el inicio y le que había llevado a ‘amasar y golpear’. Los espacios empezaron a aparecer porque el Badajoz los dejó elevando su altura. Y el Dépor los quiso buscar. Pero eso le hizo caer también en más imprecisiones. No tuvo pausa. Pretendió atacar rápido y eso le hizo que no tuviese tiempo para asentar, de nuevo, a todo su bloque en el campo rival.
El rival te hunde, tú no te tomas tiempo cuando la recuperas para volver a instalarte arriba y eso te impide seguir presionando alto. Algo que, además, tampoco te interesa ya tantísimo. Porque en tu subconsciente pesa una renta que hay que manejar. La dinámica del choque cambió, aunque el Dépor únicamente sufrió 2 chuts en la primera mitad, ambos a balón parado. Uno de ellos, el disparo de Calderón que sacó Mackay tras la falta de Olabe, en la única ocasión en la que el Deportivo concedió en transición defensiva pues, como acostumbra, mantuvo un buen equilibrio, muchas veces ayudado por la ubicación de Isi Gómez como ‘falso’ lateral izquierdo.
En ese momento del encuentro con menos dominio deportivista cayó el segundo gol, en un centro de falta rematado sin querer en propia portería. El tanto devolvió el partido a su cauce, pues dañó al Badajoz y devolvió al Deportivo el balón. Y con más balón, mejor presión. El equipo blanquiazul volvió a apretar arriba a su rival, mezclando jugadores emparejados y otros en intermedias que decidían cómo ‘saltar’ en función de lo que hacía el contrario. Una presión de Rubén pudo acabar en gol de Lucas. Y otra de Quiles acabó, precisamente, en eso. 3-0 con solo 6 disparos y 2 a puerta. Efectividad.
La gestión
Con el tercer gol, el partido prácticamente se acabó. El Deportivo solo tenía que gestionar su renta y lo supo hacer. Aunque el Badajoz inquietó en el inicio de la segunda mitad gracias al cambio ofensivo que pasó por romper su línea de 5 defensas quitando al central Juanmi e introduciendo al atacante David Soto. El zurdo partió desde la banda derecha, pero en la práctica actuó como otro punta. Eso permitió a Alfaro participar más en el juego y a Gorka Santamaría liberarse. De hecho, el vasco ejerció como continuador de muchas buenas jugadas de su equipo en el tramo inicial tirando buenos apoyos a espaldas del centro del campo del Dépor.
Así, el Badajoz volvió a asomarse a la meta de Mackay ante un Dépor que, en su campo, defendió mucho en zona, priorizando no ser superado, pero sin apretar demasiado al poseedor ni perseguir los desmarques de apoyo de los atacantes contrarios. Aunque daba la sensación que más que pérdida de control, se trataba de un plan para manejar el resultado y buscar de manera totalmente intencionada el contragolpe. No mató en esas situaciones de transición ofensiva, pero la entrada de refresco por las bandas le devolvió definitivamente el balón.
Con Yeremay y Saverio, el equipo se hizo más amplio y punzante. Y ante un Badajoz que a cada minuto que pasaba sin marcar al menos el 3-1 bajaba más los brazos, comenzó a transformar el 105×68 de Riazor en un rondo gigante. El Deportivo empezó a juntar de nuevo a un rival ya castigado en un lado y a salir con éxito hacia el otro para atacar en ventaja. Y el choque acabó en un Deportivo 5-0 Badajoz que pudo ser más, debido a que el equipo herculino flotó como casi siempre hace en Riazor y, además, voló al segundo puesto a base de goles.