El Deportivo 1-0 Rayo Majadahonda mantuvo la dinámica de los encuentros de Riazor. El Dépor firmó un encuentro notable con y sin balón, como viene haciendo últimamente en casa. Pero solo su falta de acierto ante Lucho García le privó de resolver el choque sin sufrimiento. Tras fallar innumerables ocasiones en un inicio fulgurante, el rival ajustó para dejar de conceder tanto. Y el cuadro coruñés tuvo que seguir picando piedra hasta que encontró, a partir de las bandas, la piedra filosofal. Porque por fuera siempre es más fácil.
Asociarse para correr
El equipo herculino perdía a Rubén Díez, pero recuperaba a Antoñito en relación a los últimos encuentros. Eso iba a tener una traducción clara, independientemente de estructuras, comportamientos y demás: más capacidad para atacar por fuera y menos para hilar pases por dentro.
Y eso se tradujo en el planteamiento de un Cano que buscó que su equipo fuese ancho. Para ello, recurrió a una estructura de tres centrales, con Narro de novedad como carrilero zurdo y Antoñito en la derecha. Con tres defensas más dos carrileros, sobraba alguien por delante. Y ese fue un mediocentro. El granadino apostó por un doble pivote con Villares y Olabe para mantener en ataque el tridente Soriano-Lucas-Quiles.
La intención del Deportivo fue atraer mucho la presión del Rayo. Sabía el cuadro herculino del gusto de Santaelena por ir arriba. Y en los primeros compases, hizo caer en la trampa a su rival. Así, el choque en los 20 minutos iniciales se pareció mucho al Deportivo-DUX Inter del pasado curso. ¿Quién era el entrenador de aquel rival? Alfredo Santelena. Y es que el conjunto majariego arriesgó mucho en salida de balón y quiso ir a buscar muy alto a su rival. Le salió mal hasta que ajustó.
El Rayo se estructuró en defensa en un 4-1-4-1 en el que los extremos estaban pendientes de los carrileros deportivistas, mientras que Mario García y Azkoidi, los interiores, eran los encargados de ‘saltar’ junto con el punta David Rodríguez a los tres centrales deportivistas. La descoordinación fue evidente y el Deportivo, atrayendo en esa iniciación, buscaba encontrar a Olabe y Villares como apoyos por dentro para soltar rápido a Soriano, Quiles o a los carrileros en profundidad.
Salió bien. Porque el Rayo se fue muy arriba, pero sin presionar al poseedor. Así, a partir de circulaciones fáciles, el Deportivo encontró ‘lanzadores’ con tiempo y espacio para filtrar pases casi definitivos, a los desmarques de ruptura de Lucas Pérez, Antoñito, Narro o Soriano, que atacaron mucho la profundidad. El Dépor simplemente corría a partir de asociarse.
Ni toserme
El Deportivo arrolló al Rayo Majadahonda en la primera mitad del período inicial a base de provocarle desajustes, pero también desde una buena presión. El conjunto herculino volvió a cimentar su triunfo en el aspecto defensivo. Porque el cuadro rayista ni le tosió en todo el partido. Edu Sousa fue un mero espectador, pues el Rayo chutó 7 veces -2 en el primer acto-, pero ninguna entre palos.
El equipo blanquiazul defendió bien de diferentes maneras según la fase del partido. Pero es que su entrada al choque, con una presión alta que no solo le permitió controlar el choque sino generar múltiples situaciones de gol, fue muy buena.
El Rayo Majadahonda es un equipo que quiere iniciar el juego desde atrás. Y el Dépor se lo permitió, pero para robarle y transitar. Lo consiguió en varias ocasiones gracias a que Óscar Cano no dudó en emparejar hombre a hombre en la zona de balón para atosigar a un bloque rival que, ni así, minimizó riesgos. Hasta que lo empezó a hacer cuando el choque ya podía estar sentenciado por ocasiones.
El Dépor se estructuró en un 3-4-3 que, como decimos, tenía como pauta ser muy agresivo en zona de balón. Así, el Rayo inició el juego con Javi Ros entre centrales, laterales abiertos y los interiores apareciendo al apoyo. Pero cada pase por dentro fue un caramelo para Villares, que se hinchó a morder rivales.
Con el carrilero yendo sobre el lateral, los tres puntas emparejándose con los tres hombres más retrasados (los dos centrales más Ros), Olabe y Villares persiguiendo a sus pares y lo mismo los centrales, el Deportivo ahogó al Rayo hasta que este empezó a jugar más en largo para cortar la sangría.
A partir de entonces, el Rayo Majadahonda dejó de sufrir tanto. Además, ajustó su salida lateralizando muchas veces al interior Mario para generar superioridad por ahí ante un Soriano que no podía presionar al central Ofoli y a la vez llegar a tapar a su tocayo. Con el lateral Aldalur más alto para fijar a Narro, el equipo de Santalena encontraba la fórmula de salir de la presión.
Sin embargo, no encontró el modo para hacer daño al Deportivo. Ni siquiera a la contra. Porque aunque el equipo coruñés colocó más piezas por delante de balón que últimamente y tuvo varias pérdidas en zonas de poca densidad, la estructura por detrás de balón fue suficiente para frenar a un enemigo que debía recorrer demasiados metros para inquietar a Sousa.
La autopista exterior
El Deportivo no ‘mató’ el choque en esos primeros 25 minutos sobresalientes. Y a partir de ahí, el choque se igualó gracias a un ajuste en la presión del Rayo, que pasó a estructurarse en 4-4-2 para inquietar mejor a los centrales y evitar que sus interiores saltasen a apretar y les cogiesen la espalda.
El Dépor debía retocar cosas. Y eso pasó por buscar directamente las ventajas por fuera. El bloque local dejó de buscar ventajas por dentro y pasó a ser más ancho para rasgar al Rayo en los carriles exteriores.
Así, fue habitual ver al conjunto blanquiazul juntar hasta a tres futbolistas en banda para generar una situación de igualdad numérica y desequilibrar por una mejor disposición. A pesar de la poca continuidad que tuvo en el juego, el Deportivo encontró sus soluciones en ese tipo de jugadas.
Aunque fue el camino de la circulación rápida y los giros de juego al lado contrario el que llevó al Deportivo 1-0 Rayo Majadahonda final. Para eso fue importante la posición de un Villares que lateralizó su posición casi a altura de centrales para hacer dudar al rival, recibir solo y poder lanzar a Antoñito.
El equipo de Riazor repitió ese patrón de jugada en varias ocasiones. Y la entrada de Isi Gómez fue en esa dirección, pues el madrileño ocupó el perfil de Villares y mandó al vilalbés al lugar del sustituido Olabe. Casi a las primeras de cambio, salió bien. Isi recibió, Quiles fijó hasta a tres jugadores y Antoñito recibió solo en carrera para progresar y poner un gran centro a media altura entre la defensa y el portero que Lucas Pérez transformó.
Esa acción terminó por desequilibrar un partido que el Deportivo debió sentenciar mucho antes, pero que no fue capaz de romper hasta que encontró las soluciones exteriores, en esos carriles que venía infrautilizando en los últimos encuentros. Esos pasillos que, con Antoñito y Narro, volvieron a ser productivos. Porque ya se sabe que por fuera es más fácil.