Define la RAE la agresividad como la «tendencia a actuar o responder violentamente». Pero ante el DUX Internacional de Madrid, el Deportivo le dio otra nueva acepción a la palabra. Porque el cuadro herculino avasalló a su rival desde su intención de ser agresivo con y sin balón. No le hizo falta la violencia a un Dépor que, sin embargo, mordió al Inter en todas las fases del juego para completar, quizá, su partido más redondo de la temporada en el peor momento de la misma.
Una encerrona
Sabían Borja Jiménez y su cuerpo técnico que el DUX es un equipo que pretende construir fútbol combinativo. Y que precisamente en un estadio como Riazor no iba a dejar de hacerlo. Así que el Deportivo planteó una presión muy agresiva, prácticamente hombre a hombre. Permitía iniciar el juego al DUX, pero a partir del primer pase invadía la zona de balón y perseguía a cada uno de los jugadores que trataban de aparecer en la jugada al apoyo.
No le importó al Dépor, en principio plantado en 4-3-3, que Juergen Elitim, Álex Bergantiños, Jaime Sánchez o Héctor Hernández presionasen hacia delante abandonando su línea. Porque el conjunto herculino tenía claro que el DUX no le iba a hacer demasiado daño al espacio. Y que, además, iba a arriesgar jugando en corto pese a este acoso.
Así, desde su encerrona, el Deportivo firmó su registro más alto del curso en recuperaciones en último tercio: 24. El anterior dato más elevado había sido 17, en casa contra el Zamora, en un partido que no desencalló hasta el tramo final. A ellas sumó los 32 balones que robó en la zona media. Una barbaridad de datos (el 67,5% de sus recuperaciones fueron en zona media o alta) que demuestran que la presión blanquiazul fue tremendamente exitosa.
Muy amplios, muy profundos
Pero no solo de su presión vivió el Deportivo. El bloque coruñés estuvo muy bien sin balón. Pero durante casi todo el encuentro, dominó también el esférico. El DUX es un conjunto que sufre mucho para recuperar la pelota. Y el Dépor le hizo correr. Borja Jiménez varió su estructura defensiva cuando el equipo disponía de la pelota. Y planteó un 3-4-3 que le permitía iniciar el juego con comodidad ante el 4-4-2 con el que defendía el Internacional. Villares era el encargado de dar salida por el costado diestro y permitir coger vuelo a Diego Aguirre.
El zurdo volvió a jugar en el costado derecho, como en Balaídos. Y aportó una gran profundidad. Porque trazó desmarques verticales y, además, se atrevió a encarar. Así llegó, por ejemplo, el primer gol. Aguirre se fabricó la ventaja en un dos contra uno y, aprovechando que estaba a pie cambiado, colocó un centro peligrosísimo sin necesidad de llegar a línea de fondo.
El toledano repartió dos asistencias a remate (una fue el citado gol), realizó con éxito 2 regates de los 4 que intentó y a nivel defensivo, venció en el 83% de sus duelos, siempre según datos de Wyscout. Pero su gran valor estuvo en su movilidad sin balón. Porque permitió al Dépor ser amplio, estiró ese carril con desmarques profundos y se complementó de maravilla con un Soriano que gozó entre líneas con los espacios que le generaba la actividad de ‘su’ lateral. El carril diestro blanquiazul, normalmente más infrautilizado que el izquierdo, adquirió muchísimo peso ofensivo: el Deportivo atacó con dos cuchillos, no solo con uno.
De este modo, con Aguirre y Héctor recibiendo siempre muy abiertos y liberados, el Deportivo fue capaz de progresar. Pero clave para ello fue que el equipo no dudase. Siempre tuvo intención de fluir con velocidad, de verticalizar. Tanto Jaime Sánchez como Villares fueron claves en este aspecto. No dudaron en conducir, dividir e incluso filtrar pases verticales. La intención era dañar, no pausar. Y salió a la perfección. El central andaluz firmó un 89% de eficacia en pases hacia delante (24 de 27) y consiguió que sus compañeros recibiesen 8 envíos en último tercio (intentó 10). Estuvo maravilloso en su regreso a la titularidad y coronó su actuación con un gol de córner en el segundo tiempo.
Con un circuito muy fluido, el Deportivo fue capaz de tener más el balón que su rival durante el encuentro, ya que cerró el choque con un 54,5% de posesión. El equipo coruñés intentó 546 pases (100 más que su media) y firmó uno de sus registros más altos de acierto, con un 88%. Pero sobre todo, destacó porque batió récords en pases con la intención de avanzar. Es decir, verticalizó sus acciones. Con 186 pases hacia delante, los pupilos de Borja Jiménez firmaron su quinto mejor dato en este curso. Los cuatro anteriores llegaron en derrotas (las dos ante el Real Unión, la SD Logroñés y el Racing de Santander). Es decir, pese a ir ganando, el Dépor fue a por más.
Ambición
Precisamente ese punto de ambición fue el que le hizo redondear su partido. Porque tras unos minutos finales en el primer tiempo en el que el DUX logró salir de la jaula deportivista, el equipo herculino recuperó el control. Y lo hizo para no perderlo durante todo el segundo tiempo. Así, pese a su ventaja en el marcador, el Deportivo mejoró muchos de sus datos tras el descanso. Chutó 10 veces (7 en el primer tiempo), recuperó más pelotas en zona alta (13, por las 11 del acto inicial) y aumentó su posesión hasta el 56,6% (apenas llegó al 52% en los primeros 45 minutos).
De este modo, los de Borja Jiménez no rebajaron ni un ápice la altura de su presión. Entendieron que les iba a ser más productivo tratar de robar arriba que esperar atrás y salir a la contra con muchos metros. Siguió el Dépor arriesgando en la presión y fueron Villares y, sobre todo, Álex Bergantiños los que compensaron los posibles desequilibrios. El capitán firmó un partido excelso. Su interpretación táctica siempre fue excelente, lo que le llevó a certificar 5 interceptaciones y 15 recuperaciones. Pero es que esa lectura fue también brillante con pelota, ya que el ‘4’ tuvo un gran acierto en el pase (93%). Y eso que no todos sus envíos fueron sencillos, pues completó 5 de 6 pases largos y 22 de 24 a último tercio.
Con Álex corrigiendo y el Deportivo fluyendo a nivel ofensivo, la aparición de Yeremay Hernández fue otra de las noticias optimistas para el equipo. El canario firmó 2 regates exitosos de 3 intentos y dejó aciertos en casi todos sus contactos con el balón. Pegado al costado izquierdo pero también apareciendo por dentro, demostró que puede ir adquiriendo minutos. Sobre todo como alternativa a un William De Camargo que no tomó buenas decisiones, pero dejó uno de sus partidos con mayor acierto en el dribbling: 63%, con 5 de 8 regates exitosos.
Así, con la hostilidad inicial hacia el rival acabó el Dépor el encuentro que necesitaba para reponerse. El conjunto coruñés firmó su partido con más goles esperados (xG) del curso. Tuvo un volumen y una claridad de ocasiones para marcar 3,17 tantos. Es decir, a poco que hubiese estado acertado, debió golear con una mayor diferencia. Pero es que además, concedió oportunidades por valor de 0,24 xG. Fue su cuarta mejor marca de la temporada. Evidencias de una actuación redonda en la que gracias a su agresividad, el Deportivo recuperó también el optimismo.