Si el Deportivo quiere mantener la inercia positiva en Riazor tras el importante triunfo ante la Real Sociedad B, ya sabe que el plan con el que venció al filial txuri urdin le servirá de poco ante la Ponferradina (domingo, 19:00 horas). Porque a A Coruña llega el líder y campeón de invierno, sí. Pero un líder con un juego reactivo, basado en la solidez defensiva y en ser muy vertical con pelota, características muy diferentes a las del propositivo conjunto vasco.
No se prevé, por lo tanto, que sea el rival el que proponga y el Deportivo el que espere para buscar matar al contragolpe, como hizo la escuadra coruñesa hace ya 16 días en su estadio. Porque la Ponferradina es precisamente eso: un conjunto que prefiere reaccionar a lo que hace el rival antes que proponer con la posesión. Que no quiere el balón para construir ataques largos, sino que pretende tenerlo poco pero con intención de hacer rápidamente daño. Bien sea al contragolpe aprovechando espacios, bien sea de una manera directa, saltándose líneas y buscando dañar por fuera, la Ponfe no se anda con rodeos.
Esa tendencia a verticalizar y sus dificultades para construir con pausa se expusieron claramente en el encuentro de ida ante el Deportivo, en el que la Ponferradina sufrió mucho para dañar a un enemigo con 10 que le esperó atrás. Precisamente por ello, no es de extrañar que el conjunto berciano acumule casi el mismo número de puntos fuera (19) como en El Toralín (20), donde ha jugado un partido más en esta primera vuelta, pero donde también ha sufrido más que a domicilio.
Para muestra, un botón: la última derrota del cuadro blanquiazul se dio en Ponferrada, 0-1 ante el Tarazona. Un accidente que se repitió a finales de octubre en el derbi contra la Cultural (1-2). Esas dos son los únicos encuentros en los que la Ponfe se ha ido de vacío en un curso en el que no sabe lo que es perder lejos de su casa. 5 victorias y 4 empates componen el sobresaliente expediente del cuadro entrenado por Ion Vélez, que tan solo ha encajado goles en Barcelona (1-1), Donosti (1-2) e Irún (1-1).
Su último partido, en Logroño, fue un ejemplo más de esa solvencia como visitante. A los 4 minutos, gracias a dos contragolpes por su fructífera banda izquierda, vencía 0-2. Y justo antes del descanso, remató el choque con un tanto construido a partir de un saque de banda perfectamente trabajado en el carril diestro. Fue su manera de romper, marcando pronto, una dinámica positiva, pero peligrosa. Porque en 4 de las 7 jornadas anteriores, había logrado victorias o empates agónicos, con goles más allá del minuto 75.
Un gol en el añadido para ganar al Rayo Majadahonda (1-0). Otro a domicilio para vencer en el Reina Sofía ante Unionistas (0-1). Un tercero para superar al Cornellà con lo mínimo (1-0). Y dos para darle la vuelta al encuentro contra un Arenteiro (2-1) que vencía en El Toralín en el minuto 83. En total, 9 puntos ganados en los epílogos de los últimos partidos, a los que se les suma el empate postrero logrado en el inicio de campeonato ante el Sabadell en casa. El ‘rush’ final de la Ponfe es clave para entender su campeonato de invierno.
Llámelo fe. Llámelo mentalidad. Llámelo empuje. Llámelo paciencia. Llámelo acierto. O llámelo de todas esas maneras a la vez. Lo cierto es que la Ponferradina ha ido capeando dudas en cuanto a determinadas capacidades con resultados, por muy sufridos que fuesen estos. 9 de sus 11 triunfos han llegado por la mínima, un dato que demuestra que no necesita marcar demasiado. Porque rentabiliza al máximo sus goles.
El meta Andrés Prieto, el secreto de la Ponferradina
Clave en esta faceta es el sistema defensivo, liderado por un Andrés Prieto que ha firmado una primera vuelta de matrícula de honor. El ex meta del Alcorcón llega adonde no lo hace el resto y ha logrado ir tapando cada uno de los resquicios que defiende bien, pero no tantísimo como indican sus cifras de 11 goles encajados y 10 porterías a cero en 19 partidos. Sobre todo a domicilio, por ese plan tan reactivo, genera poco y concede bastante. Pero su acierto y el desatino de los rivales, empequeñecidos por Prieto, marcan la diferencia.
El central Kevin Sibille, fundamental en la línea defensiva, no podrá jugar en Riazor por lesión. El argentino ya se perdió el duelo de la ida por sanción y la Ponfe notó su ausencia. Para que esa baja no duela tanto, a El Toralín ha llegado este invierno el zaguero David Andújar, que formó pareja en la retaguardia con Pablo Vázquez en Cartagena hace algunas temporadas, antes de irse al extranjero.
Pese a su presunto nivel, todo hace indicar que Vélez seguirá apostando por el joven binomio Leal-Lancho. Mientras, el exceltista Carrique y el también ofensivo Andoni López apuntan a ocupar los laterales en una línea que parece haberse asentado de nuevo con cuatro nombres, tras coquetear sin demasiado éxito el técnico en algunos momentos con cinco futbolistas.
Por delante, Vélez ha ido variando mucho en función del momento de su equipo y el rival. Markel Lozano es indiscutible como pivote. Y en Logroño, la aparición del flamante fichaje Borja Valle como segundo punta provocó que estuviese acompañado solo por un mediocentro más. En Las Gaunas fue un James Igbekeme que últimamente había perdido el peso ante opciones más ofensivas como Pol Llonch o Clavería, con las que buscó durante tramos de curso potenciar algo más su juego interior.
Arriba, con el gallego Raúl Dacosta como indiscutible en el costado izquierdo durante todo el curso por su carácter multidisciplinar para asociarse y también desbordar, se abren las dudas. Ante la SD Logroñés, Borja Valle debutó con gran éxito como titular en una doble punta muy móvil, acompañando a Ernesto Gómez, extremo de naturaleza.
La presencia del exdeportivista parece evidente. Josep Cerdá, cedido por el Barça, puede actuar en la derecha o arriba, al igual que Ernesto. Sin un ‘9’ referencia tras la salida de un Álvaro Vázquez mediocre, Brais Abelenda o Yuri también cuentan con opciones de formar junto a Valle. El ex de Pontevedra y Compostela, que apenas ha podido actuar en su predilecta posición de segundo delantero, ha visto puerta en las tres últimas ocasiones en las que se ha medido al Dépor -dos en Riazor-. El brasileño ha perdido protagonismo, pero con 5 tantos sigue siendo el máximo goleador del equipo berciano.
Sea cual sea la opción, Iñigo Vélez tiene a su disposición talento suficiente como para hacer daño al Deportivo en ataque posicional -si logra ser directo- o en transición ofensiva. Siempre cediéndole la iniciativa a su rival, aprovechando además las pocas apreturas que tiene y la enorme necesidad y urgencia con la que acude el Dépor al choque. Porque se puede ser líder de muchas maneras. Y el mejor ejemplo es esta Ponferradina.