Si el Deportivo buscaba en el mercado un delantero para replicar el papel de Barbero, el fichaje de Mohamed Bouldini es un acierto. Más allá de su futuro e imprevisible rendimiento, que dependerá de múltiples factores, la incorporación del ariete marroquí responde a esa necesidad de contar con otro ‘9’ que aumente la competencia al almeriense y permita no modificar demasiados comportamientos si, como el curso pasado, Iván cae en desgracia.
El Dépor esperó hasta los últimos días del mercado de fichajes, sabedor de que no cualquiera valía para ese rol pretendido. Y cuando el Levante abrió la puerta a Bouldini para hacer espacio en su masa salarial, la entidad deportivista entendió que él era el adecuado. Porque Mohamed aunaba perfil y nivel, ya que a pocos jugadores de esas características tan concretas y más contrastados podría haber optado el actual Deportivo.
El marroquí llega después de dos temporadas y media en Segunda División. Experiencia demostrada, a pesar de que su trayectoria ha tenido altibajos en Orriols después de despuntar en sus primeros seis meses en Fuenlabrada con 7 goles en media temporada y ganarse un traspaso de 1,5 millones de euros (por el 50% de sus derechos) al Ciutat de Valencia.
En el Levante fue el máximo goleador en sus dos temporadas. La primera acabó con el desgraciado no ascenso en el último minuto del tiempo añadido del playoff por aquel penalti de Róber Pier y el recordado tanto de Villalibre. La segunda, con una actuación colectiva amarga, pues el equipo se quedó fuera del playoff después de acumular cuatro empates consecutivos en los últimos cuatro duelos de liga. Bouldini prácticamente calcó sus números en ambos años: 8 tantos por temporada, repartidos en 36 presencias, 21 partidos como titular y más de 2.000 minutos en cada curso.
Así, Mohamed Bouldini deja en Valencia la sensación de ser un ‘sí, pero no’. Porque en Levante, que probablemente no hubiese prescindido de él en caso de no necesitar hacer espacio para otras inscripciones, las expectativas con el ‘9’ de Casablanca eran muy altas después de su impacto en el Fuenla y la apuesta de la entidad valenciana nada más bajar de Segunda División por él. Y Moha no cumplió con lo esperado, sobre todo a nivel de regularidad y acierto de cara a puerta.
¿Qué puede aportar Mohamed Bouldini al Deportivo?
Una vez pasada ya su etapa de amor-odio en el Levante, Mohamed Bouldini llegó al Deportivo la pasada semana ante la imperiosa necesidad de contar con otro ariete puro como Barbero. Esa necesidad se hizo palpable en el primer partido en el que estuvo disponible, ya que Bouldini entró en la segunda parte sustituyendo al andaluz, a pesar de acumular apenas un par de entrenamientos con sus nuevos compañeros. Ningún fichaje lo había hecho hasta ahora.
En apenas media hora, el marroquí dejó una buena muestra de lo que es. Porque empezó a enseñar gran parte de sus virtudes y también alguno de sus defectos. Con Bouldini, el Deportivo no solo tendrá competencia en cuanto a un efectivo más para la punta de ataque, sino que también suma a un futbolista de unas características muy parecidas a Barbero. Y resulta evidente que, por sus condiciones, Barbero hace mucho bien al Dépor de Idiakez y de Lucas, Yeremay, Mella o Soriano.
Mohamed Bouldini es, sobre todo, un ganador de duelos aéreos (58,3% el pasado curso). De hecho apenas Enrich Gallego fue alcanzar un mejor porcentaje en cuanto a victorias en disputas aéreas en la Liga Hypermotion 23/24. Su 1,87 metros y sus aproximadamente 88 kilos de peso le ayudan a ser una evidente referencia en el juego directo, un recurso que el Dépor, a pesar de su evidente identidad predominantemente asociativa, ni mucho menos desestima. Tanto cuando le presionan arriba como si no encuentra circuito de pases.
El delantero africano es un deportista poderosísimo a la hora de quedarse balones gracias no solo a su complexión física, sino a la habilidad para usar su cuerpo. Así, a su buena capacidad de salto une una fortaleza evidente a la hora de plantar las piernas en el suelo y ganar la posición al adversario, una cualidad que también le sirve para proteger de manera sobresaliente la pelota una vez está en su poder.
De este modo, Bouldini es un ‘oxigenador’ del juego. Un recurso al que buscar cuando el equipo necesita avanzar metros, ante esa notabilísima capacidad tanto para vencer en disputas aéreas como para quedarse el balón una vez lo tiene domesticado. Esa evidente tendencia a la fricción le convierte en un ariete muy molesto para los centrales y capaz de fijarlos, algo que evidentemente beneficia tanto a Lucas Pérez como al resto de futbolistas de segunda línea del Deportivo, mucho menos dados a las disputas.
A mayores, su potente tren inferior le permite también ser un futbolista dañino en los primeros metros de carrera. Sin ser un atacante móvil ni rápido, Moha presenta más amenaza al espacio que Barbero. Es cierto que luego, su conducción y su mejorable toma de decisiones le restan cierto veneno. Aunque no es torpe, Bouldini no destaca en acciones verticales de ataque con el balón en los pies, a pesar de que su físico le otorga una capacidad de frenada que, unido a su giro de tobillo para recortar, le permite salir airoso de acosos pegajosos de rivales.
¿Y qué hay del remate? Pues ese es, quizá uno de los puntos más débiles de Bouldini. A pesar de que su cifra de goles ha ido más o menos acorde a la de sus goles esperados (un poco por encima el pasado curso según el modelo de Opta y un poco por debajo según el de Wyscout), el exgranota no sobresale por su fiabilidad en el área.
En estos últimos años en el Levante ha mezclado muy buenos goles y acciones de remate con otras situaciones en las que ha dejado que desear a la hora de la definición. Una muestra de esto último fue el bajón de persiana que sufrió el pasado domingo, cuando recibió en el área para culminar un contragolpe y ni siquiera disparó.
A pesar de sus buenas dotes para imponerse en el juego aéreo, Mohamed Bouldini tampoco es un consumado especialista cabeceador. Es decir, gana duelos, pero su técnica a la hora de cabecear no es la más pulcra, aunque a lo largo de su periplo por España ha dejado algún que otro testarazo de nivel. El marroquí tampoco destaca por su golpeo. Sin embargo, sí tiene talento para moverse en el área. A costa de participar poco y trazar un número bastante bajo de desmarques, Moha sabe alejarse de la jugada para amenazar cuanto toca, una vez esta avanza hacia la zona de castigo.
¿Llega Bouldini en decadencia?
Más allá de sus cualidades, es evidente que el hecho de no haber estado brillante durante las dos últimas temporadas pueden hacer pensar que, quizá, Bouldini llega a Riazor en cierta cuesta abajo. Sin embargo, a pesar de no alcanzar la excelencia ofrecida en su fulgurante aparición en el Fuenlabrada, parece demasiado osado creer que estos dos últimos cursos en el Levante le han hecho peor jugador. De hecho, los datos apuntan a que ha mejorado sus prestaciones asociativas. Sin ser un dechado de virtudes, Bouldini conecta bien de espaldas con sus compañeros para devolver paredes o jugar un tercer hombre cuando resulta evidente.
Así, la diferencia entre su etapa en Orriols y sus inicios en el Fernando Torres quizá se entienda más por una cuestión de contexto y confianza. En el Fuenlabrada era, en muchas ocasiones, principio y final. El equipo le buscaba, él participaba más y se sentía importante. Mientras, en el Levante de los vaivenes no ha terminado de encontrar su sitio. A pesar de contar con mejores futbolistas a su alrededor -o quizá precisamente por ello-, Bouldini participaba menos en el juego. ¿El resultado? Muchos menos pases recibidos y acciones en el último tercio, menos faltas y acciones de creación de tiro (ACT) generadas y mucha menos eficacia de cara a gol.
Fuese por el motivo que fuese, Mohamed Bouldini no terminó de confirmar en el Levante las expectativas. Pero seguía siendo un futbolista más que útil para el cuadro levantinista y al que el Deportivo estuvo hábil para pescar en cuanto se dio la oportunidad. Porque por condiciones, es justo lo que necesita el Dépor de Imanol Idiakez: un futbolista capaz de replicar el rol de Barbero y que supone una evidente mejora en algunos aspectos como la fortaleza en los duelos o la experiencia en la categoría.
Si en A Coruña encuentra el lugar donde sentirse de nuevo importante, quizá esté más cerca de certificar esa condición de futbolista de rol imprescindible para que el Dépor de los ‘bajitos’ brille.