Aterrizó discreto, con el único ruido que el montante de su pase provocaba ante la austeridad. Una austeridad de la que se comenzaba a tener consciencia.
No mucha gente sabía por aquel entonces quién era ese nuevo fichaje. Ni siquiera ese que todo lo sabe, el que se sienta a tu lado en Riazor. El tipo –un común tipo cualquiera, de los que abundan-, acérrimo y crítico hincha deportivista, acostumbrado visionario pronosticador de trayectorias, no tenía más información de aquel melenudo corpachón que la leída días atrás en los diarios. No obstante, las primeras actuaciones del sujeto bastaron para que le defenestrara. Él y tantos otros. De hecho, gran parte de la grada lo hizo. Se aventuraba un soberano despilfarro en aquel despropósito en que el zaguero convertía cada una de sus tempranas aventuras deportivistas.
—Y mira que siempre tuvimos buen ojo para los centrales —se lamentaba el paisano.
—Nada, ni en esas acierta ahora Lendoiro —replicó su partenaire de los domingos, en esa arquetípica conversación que empezaba por un mal saque de banda y terminaba con la cabeza de alguien clavada en una pica. Metafóricamente hablando, claro, los medios no daban para más.
Honestamente, el currículo del aspirante a baluarte no brillaba: campeón en categorías inferiores con su selección, sí, pero sin grandes experiencias en ligas importantes y ya algo mayor. Eso, ciertamente, era poco para alguien que venía a sustituir a Coloccini, recién traspasado al Newcastle, ese equipo inglés que hace unos años miraba hacia A Coruña con muy buenos ojos. Al menos, sus nombres empezaban de manera similar, así que ‘algo tendrá’, empezó a pensar la gente. Tras esas cuasi bochornosas actuaciones, Diego Daniel Colotto (Córdoba, Argentina, 1981) se topó con su suerte: dos goles en Riazor ante el Brann, resarciéndose así del pésimo encuentro que había disputado en la ida. De todas formas, tan solo le valió para ganarse curiosos motes como ‘Golotto’ -acuñado por el presidente-, pero no para cambiar las presunciones sobre sus escasas dotes defensivas y competitivas. Tenaz y profesional, a la espera de su oportunidad desde el banquillo, completó un año al que el calificativo de discreto le cae amable.
Y, de repente, el Xerez; el partido ante el Xerez. Allí, en Chapín, en una de las primeras jornadas del curso 2009/2010, entró en el once por Zé Castro –señalado por Lotina- y comenzaron las victorias. Ya nadie lo movería del once. Con autoridad, experiencia y empaque, con gallardía de defensa central, le arrebató a la grada su cariño. En una forma física soñada, con superioridad y confianza, completó los tres mejores años de su carrera deportiva. De supuesto ‘fraude’ a ídolo de la hinchada, a bastión de un Riazor sumido en una constante búsqueda de héroes.
—Siempre dije que este chico tenía madera, siempre se le vio consistente, aguerrido. El típico defensa argentino, vaya.
También ese es el oficio del central: sobreponerse a las adversidades, a las suplencias, ganar en confianza y encontrar por fin un sitio en el que destacar. Y, precisamente por ello, no hay que darle más importancia de la que tiene a la marcha de Colotto, un central de 31 años en la cuesta abajo de su carrera y que ofreció todo lo que tenía en A Coruña: como vino, se fue. Y llegará otro. Mejores defensores se fueron antes que él. Siempre llegaron otros que cumplieron. La habitual solidez defensiva del Deportivo así lo demuestra. Con o sin gol, un equipo se mantiene en Primera poniendo el foco en los cimientos, priorizando la zaga para crecer desde atrás. Y sí, aunque en ocasiones haya excepciones.
Dentro de unos márgenes, el club ofreció todo lo que pudo por el argentino, ya habituado a la casa blanquiazul, lo que le otorgaba una importante ventaja, pues el dinero escasea y se mira cada céntimo, no hay lugar a fallo. Una vez desechada la contraoferta y con ese posible sueldo en el bolsillo, no son las prisas ni la impaciencia buenas consejeras de cara a buscar reemplazo, de cara a cerrar un plantilla que no sufra agobios en Primera División. Lendoiro lo sabe mejor que nadie y actúa en consecuencia. La secretaría técnica no da palos de ciego, y el sustituto de Colotto lo será de garantías. En una nueva temporada de la ilusión, la casa estará armada desde la base.
—No te preocupes, compañero, siempre tuvimos buen ojo para los centrales. Paciencia.