El último encuentro de liga regular esconde para el Deportivo más retos de lo que parece a simple vista. Porque más allá de tener en juego su puesto final, el choque de Pasarón es una gran oportunidad para que el bloque de Rubén de la Barrera siga sumando sensaciones positivas, tras arrancar la nueva etapa con una goleada contra el Algeciras.
La tercera posición, un premio con valor
Ya totalmente descartado de cualquier lucha por el campeonato y el subcampeonato -no lo estaría de haber sumado, por ejemplo, los tres puntos en Linares-, el Deportivo se medirá al Pontevedra con la única aspiración de finalizar en tercera posición. Más allá del ‘honor’ que no pasar a la historia con tres equipos por delante en la clasificación definitiva, el bronce esconde una importante ventaja competitiva de cara al playoff de ascenso.
Por un lado, el hecho de medirse al cuarto del otro grupo (puede ser el Castellón, la Real B, el Barça B o el Murcia) permitiría al Deportivo pasar la eliminatoria en caso de empate al término de una hipotética prórroga. Esa ventaja ya la poseía el pasado curso, cuando fue segundo. Pero contra el Albacete la desperdició en los últimos minutos del tiempo extra.
A mayores, hay que tener en cuenta un elemento que el pasado curso no concurría, al disputarse las eliminatorias a único partido en ‘sede neutral’ y no a doble encuentro, como este curso. El tercer puesto permitiría al Dépor jugar la vuelta de la semifinal de ascenso en Riazor. Un elemento importante, sobre todo teniendo en cuenta la diferencia de rendimiento blanquiazul hasta ahora entre los partidos disputados en A Coruña y los jugados a domicilio.
Crecer compitiendo
Más allá de lo estrictamente clasificatorio, el Pontevedra-Deportivo es una oportunidad inigualable para que el colectivo siga afianzando los nuevos conceptos que Rubén de la Barrera y su staff han traído. El preparador coruñés lleva menos de 10 días en el cargo, un tiempo ínfimo para asentar aspectos del juego si son muy novedosos.
De la Barrera cuenta en esta segunda etapa con una plantilla que se adapta mucho más que la de su estreno con el Dépor a su modelo de juego ‘tipo’. Pero es necesario tiempo y trabajo, por más que ante el Algeciras se viesen novedades interesantes. Algo que pudo ser fruto de una conjugación de elementos: el habitual subidón que produce un cambio de entrenador, el evidente conocimiento de los puntos débiles que tenía el equipo o una apuesta que cambió aspectos concretos y no troncales. «Son matices dentro de una idea más o menos común de los tres cuerpos técnicos que hemos estado este año», reconoció De la Barrera en rueda de prensa.
Ante esta tesitura de tener que construir un equipo competitivo sin apenas margen, el poder competir contra rivales de la misma categoría sin tener una presión extra por el resultado es el contexto ideal. El Dépor ya estaba prácticamente clasificado para el playoff ante el Algeciras y desde muy pronto solventó el partido.
Ahora, frente a un Pontevedra ya descendido que únicamente competirá por el honor de acabar bien delante de su gente y no ser colista, el equipo coruñés tampoco tiene un agobio excesivo por el marcador final. Porque su tercera posición depende de que el Real Madrid Castilla ‘pinche’ en el Nuevo Mirador.
Por tanto, será un test importante para medir los progresos del Deportivo y que el equipo pueda crecer en un contexto real, mucho más competitivo que las sesiones diarias. Porque el marcador tiene premio, porque hay un rival enfrente de la misma categoría, porque se jugará en un estadio ‘desconocido’ y ante una nutrida presencia de aficionados.
De hecho, Rubén de la Barrera apeló: «Es el primer partido de playoff. Debemos tener mentalidad ganadora, competir, generar más que el rival y portería a cero».
¿Oportunidades para reivindicarse?
Junto al aspecto colectivo, sobresale el rendimiento individual. El partido de Pasarón es una buena oportunidad para comprobar cuáles son los planes de Rubén de la Barrera de cara al playoff de ascenso. Si empieza a tener decididos con qué futbolistas se jugará las habichuelas o si el casting sigue muy abierto.
El técnico herculino recalcó a su llegada al Deportivo que apostaría por aquellos hombres que viese mejor preparados para competir. Y, apelando a la metáfora del semáforo, si daban luz verde en el campo, seguirían jugando. El pasado sábado ante el Algeciras, el técnico introdujo 7 cambios en el once. El 4-0 se forjó por el buen nivel colectivo, pero no se puede entender sin un óptimo rendimiento individual generalizado.
Lebedenko, Álex Bergantiños, Yeremay Hernández o Max Svensson aprovecharon con creces la oportunidad de Rubén y se ganaron, probablemente, la opción de continuar. Mientras, Trilli o Lapeña no ofrecieron malas sensaciones a pesar de llevar mucho tiempo parados. El primer partido fue un éxito y ahora está por ver si De la Barrera apuesta por la continuidad teniendo en cuenta que todavía está en juego el tercer puesto o abre el abanico de oportunidades.
Con Lapeña y Mario Soriano descartados para Pasarón al estar en riesgo de perderse el primer partido del playoff por tener cuatro amarillas (una vez acabe la temporada regular se limpian), parece evidente que Jaime o Pepe Sánchez (puede que los dos, ante las molestias de Pablo Martínez) y Rubén Díez o Isi Gómez se ganarán un puesto en el once. Ambos centrocampistas venían siendo importantes para Cano, pero el maño ni siquiera tuvo minutos en el debut del nuevo técnico.
Tampoco participaron otros futbolistas que venían contando con minutos como Antoñito o Raúl Carnero, mientras que la aportación de Kuki Zalazar (está apercibido también y no jugará) y Saverio fue testimonial. Arturo Rodríguez, que venía siendo poco habitual con Óscar Cano, fue otro de los que no contó con opciones ante el Algeciras.
De este modo, la disyuntiva en Pontevedra está entre seguir apostando por la continuidad del bloque que goleó en Riazor con las excepciones de Lapeña y Soriano o bien mezclar a los futbolistas que respondieron con creces ante el Algeciras con otros que también demandan una oportunidad.
Romper la dinámica
Por último, el encuentro en Pasarón surge como la oportunidad de afrontar el playoff con unas mejores sensaciones también a domicilio. El Deportivo ha respondido siempre en casa, pero su talón de Aquiles ha estado lejos de Riazor. En 2023 tan solo acumula una victoria. Y en toda la liga, son 5. Unos números muy pobres para un candidato al ascenso que, con 22 puntos fuera, ve cómo 10 equipos tienen iguales o mejores registros que él en este sentido.
Además, esta sensación se ha agudizado en los últimos meses. Porque el Dépor encadena 6 partidos sin ganar fuera de casa. Media docena de encuentros en los que únicamente ha logrado tres míseros empates. Por lo tanto, romper esta dinámica es fundamental para afrontar dos duelos directos por el ascenso con más garantías. Sobre todo, en el aspecto mental.
De vencer en Pasarón a un Pontevedra que ha sumado casi todos sus puntos en casa (28 de 35), el Deportivo podría acabar la temporada como el quinto mejor visitante, con 25 puntos. Un registro que no es suficiente y que ni siquiera compensa el hecho de haber sido el mejor conjunto en su casa. Pero, en todo caso, tres puntos más que le permitirían encadenar una dinámica de dos triunfos seguidos por primera vez desde febrero. Un reto no menor teniendo en cuenta la trascendencia del aspecto psicológico en eliminatorias con tanta tensión.
«Lo más importante, incluso más que la tercera plaza, es construir mentalidad ganadora. No tenemos que esperar a que haya un buen resultado fuera de casa para creernos lo que somos. Este es un equipo con posibilidades y el resultado tiene que ser una consecuencia», apuntó De la Barrera a este respecto, alterando el orden de la causa-consecuencia para mejorar fuera.