Alfonso Núñez analiza en su columna ‘Desde la tele’ la salida del Deportivo este verano de hombres como Colotto y Andrés Guardado, que dejan -como también fue el caso de Adrián López o Lopo- cero euros en las arcas tras su marcha.
En los últimos tiempos detecto en el Dépor una peligrosa moda, la salida por la puerta de atrás de jugadores con peso dentro de la plantilla. Los casos recientes de Andrés Guardado y Diego Colotto, se unen a salidas como la de Adrián López, Lopo o Juan Rodríguez, futbolistas que han dejado cero euros tras su marcha. Esto provoca un efecto negativo con una doble vertiente. La primera y más evidente, es el dinero que deja de ingresar el club con la marcha de jugadores importantes, y la segunda, es la falta de identificación con jugadores que sólo ven negocio donde los aficionados esperarían sentimiento.
Cuando uno conoce como se mueve el fútbol por dentro, genera en su interior una sensación de decepción. Crecí admirando a futbolistas del Dépor, hasta que la cruda realidad te hace darte cuenta de que en muchas ocasiones no merece la pena tal reconocimiento. Admiro y admiraré a gente como Mauro Silva, Valerón o Manuel Pablo, personas que sienten el Dépor tanto como yo.
No criticaré a futbolistas que se van de A Coruña porque es lícito y normal: pero el negocio y los intereses se adueñan cada día más del mundo del fútbol. A gente como Guardado y Colotto sólo podemos darles las gracias por haber pertenecido al Dépor y haber luchado por devolver al equipo a su sitio natural: pero ninguno de los dos será recordado por Riazor como un ídolo.
La crisis afecta a todo el mundo, pero la situación de un jugador es completamente antagónica a la de una persona normal. En ocasiones viven alejados de la realidad, con ingresos que superan de forma exponencial al de la media de los trabajadores de este país, y por supuesto a la media de los aficionados que acuden cada domingo a verles al estadio.
La situación del club no es sencilla en materia económica. Las dificultades para cumplir al día existen, pero no son críticas. Si fuera así, jugadores con mucho peso dentro de este vestuario habrían alzado la voz. Tiene que ser increíble recibir el cariño y el apoyo de una hinchada como la nuestra y eso es algo difícil de encontrar en otros sitios. Dinero y sentimiento se entremezclan en el negocio del fútbol, y el gran perjudicado como siempre es el aficionado que sufre por unos colores.