El 27 de mayo es una de esas fechas marcadas a fuego en el calendario histórico blanquiazul. La del primer ascenso moderno. Una victoria que devolvió al equipo, un año después de la dramática pérdida de categoría contra el Valencia, a lo más alto del fútbol español. Aquel día, Riki y Xisco se pusieron el traje de héroes para tumbar al Huesca (2-1) y desatar la locura entre las más de 30.000 personas que abarrotaron Riazor.
Quizá fueran los fantasmas del año anterior, o las ganas de poner el broche definitivo a la temporada delante de su afición, pero los jugadores del Deportivo no salieron cómodos al terreno de juego aquella tarde. Ya durante los primeros compases del choque, un Huesca muy motivado con el luego deportivista Antonio Nuñez como principal arma ofensiva, se empeñó en demostrar que aquel no sería un partido fácil para los de José Luis Oltra.
Un Dépor desconocido cedió el balón durante los primeros minutos a los oscenses -que ya no se jugaban nada más que su orgullo en la competición- y a punto estuvo de pagarlo caro. En el minuto 33 de la primera parte, el propio Nuñez ejecutó un gran eslalon entre el desaparecido centro del campo y la defensa blanquiazul, se plantó ante Aranzubia y consiguió batirle tras golpear su disparo en Colotto. El gol visitante congeló durante unos instantes los ánimos de una grada que veía por el retrovisor a Celta y Valladolid relamiéndose ante un posible pinchazo.
El equipo se sobrepuso, tiró de casta y se fue con todo arriba. Esto estuvo a punto de ocasionarle un grave disgusto cuando Lázaro se vio completamente solo en el área blanquiazul, pero la mandó a las nubes. Sin demasiado orden pero con corazón trataron de sobreponerse los blanquiazules que comenzaron a asociarse con peligro y a volcarse sobre la portería de Luis García.
Siete minutos después del tanto de Núñez llegó, con fortuna, la respuesta del Deportivo en forma de empate. Apertura a banda izquierda de Bruno Gama para Morel que se incorporó desde el lateral, gran centro del paraguayo y el esférico fue empujado a la red entre Riki y el defensa Luis Helguera. Un gol necesario que llegaba antes del descanso y permitía a los deportivistas afrontar la segunda parte con ánimos renovados.
Pero la ansiedad hizo mella en un Deportivo que salió de nuevo con las mismas dudas del comienzo del encuentro. Los atacantes se mostraban incapaces de generar peligro mientras que cada llegada de los visitantes generaba desconfianza. Mientras tanto, los perseguidores en la tabla se imponían cómodamente en sus respectivos encuentros. En este contexto ingresó al campo un jugador llamado a ser clave y que a la postre decidiría el partido: Francisco Jiménez “Xisco”.
Apenas tres minutos llevaba en el campo el delantero balear cuando remató con el alma un centro de Bruno Gama al segundo palo e hizo estallar Riazor, alojando el balón en la portería de Marathon. El propio Xisco había anotado un gol épico en el descuento para permanecer líderes, unos días atrás, contra el Nástic de Tarragona.
En este contexto se llegó a los minutos finales del partido en los que el Deportivo defendió con todo ante un Huesca que parecía jugarse mucho más de lo que demostraba la tabla clasificatoria. Sin embargo el marcador no se movió hasta el final del partido. El silbato de Arias López señaló el final del encuentro y el comienzo de una gran fiesta para jugadores, cuerpo técnico y afición, que empezó en el campo y acabó en Cuatro Caminos.
El Dépor confirmó con mucho sufrimiento –como no podía ser de otra manera- su vuelta a Primera División, tras apenas una temporada en el infierno de Segunda. A Coruña entera salió a la calle para celebrar junto a sus jugadores, el broche de oro a una gran temporada en la que, además, consiguió el récord de la categoría, con 91 puntos en 42 encuentros disputados. El Dépor volvía a ser de Primera. Hoy se cumplen cuatro años de aquel día.