La portería a cero del Deportivo como el camino corto para ganar. El equipo blanquiazul había detectado como uno de sus grandes problemas en este inicio liguero una fragilidad defensiva que le conducía a encajar casi por sistema. Partido sí, partido también. No eran muchos los goles en contra ni demasiadas las ocasiones concedidas. Pero sí tenían la suficiente continuidad y claridad como para que sus rivales le castigasen una y otra vez.
El Dépor no terminaba de unificar su intención de ser agresivo sin pelota a una verdadera capacidad para robar lejos de su área. Y se acababa exponiendo demasiado. Dos porterías a cero en siete partidos con Borja Jiménez. Ninguna en los dos primeros encuentros con Óscar Cano, pese a su minimización de riesgos sin balón. El equipo coruñés debía cerrar los caminos hacia Ian Mackay. Así lo hizo público. Y así lo logró el pasado sábado ante el Sanse, en el que fue su primer encuentro sin recibir gol en Riazor. A la sexta llegó la vencida.
¿Qué cambió esta vez? Pues, principalmente, el desacierto del rival, algo a lo que contribuyó el tiento de Ian. El meta sacó una mano prodigiosa para evitar que el cuento de la Balona, el Pontevedra o el San Fernando se repitiese. Al marcador no subió el 0-1 en esa acción gestada por el carril izquierdo deportivista, en una de las dos grandes oportunidades concedidas al Sanse en juego abierto. Intervino Mackay ahí, tras un saque de banda en el que el conjunto salsero puso demasiado fácil a correr a Coulibay a la espalda regalada de Carnero y Pablo Martínez. El atacante asistió a Arturo, pero el remate del ‘9’, raso y cruzado, se topó con la manopla del capitán.
Previamente, el Sanse ya había gestado por ese sector sin mucha oposición otro ataque que acabó con Arturo desmarcándose desde el lado contrario hacia el mismo espacio para cazar un envío vertical de Mecerreyes. El punta, algo más escorado, no logró colocar entre palos. Descoordinaciones de la última línea, muy pendiente del poseedor de balón ante la excesiva tranquilidad de la que disponía este para decidir cómo poner en aprietos al Deportivo.

Poca portería a cero del Deportivo, pero números positivos
A estas dos situaciones claras se le sumó alguna en un balón parado en el que el Dépor no fue capaz de camuflar con agresividad en la defensa de la zona su debilidad ‘per se’. De este modo, el Sanse se fue a los 10 disparos, aunque solo dos de ellos a puerta. Un dato superior a la media concedida por el equipo coruñés este curso, que ahora mismo es de 8,9. Sin embargo, sus goles esperados en función de la claridad de la situación de remate -previas al chut- fueron de 0,54. Una probabilidad de gol menor que la concedida por el equipo blanquiazul en cinco encuentros de esta temporada. Y una probabilidad que, por lo tanto, hace bajar el promedio del conjunto herculino a 0,78 xG en contra por encuentro. Al Dépor le deberían haber marcado 7,74 goles y ha recibido 8. Se acerca, por tanto a un balance positivo necesario para dejar atrás esa sensación de endeblez.
Solo Racing de Ferrol (7,18) y Alcorcón (7,64) conceden menos volumen de oportunidades claras, según el modelo de Wyscout. Es un primer paso, pero no el único. Porque, como se ha citado, el mal del Deportivo no está en la cantidad -que no es excesiva-, sino en la claridad. Uno o dos soplidos potentes son suficientes para derribar la muralla. Excepto por un Sanse que mantuvo, más o menos, la tendencia de la temporada en cuanto a los rivales deportivistas. Pero se encontró con su mirilla desafinada y la elasticidad poderosa de Mackay para llegar donde solo llegan los elegidos en este categoría y convertir en 0 un disparo con una probabilidad de gol de en torno al 60%. El pasado sábado, su talento -y el de Quiles- fueron los que disfrazaron un partido ramplón en puntos revitalizantes. Los males fueron parecidos. El final, diferente. Porque la primera portería a cero del Deportivo en Riazor ya es, por fin, una realidad.