A mis 31 años he tenido tiempo a vivir derbis de todos los colores. He vivido victorias, derrotas y empates que han mezclado sensaciones de máxima alegría con grandes decepciones. No obstante entre mis recuerdos, en líneas generales, el equipo con más títulos de Galicia ha sido superior a su rival y eso es una percepción que siente todo deportivista. Recuerdos como el 0-5 en Balaídos, el golazo de Lassad en Riazor o la obra de arte del malabarista Djalminha son solo algunas imágenes que se cuelan en la mente de cualquier deportivista cuando dedica cinco segundos a pensar lo que significa un derbi para él.
De todos esos partidos he querido quedarme con uno. No es el más trascendente, ni tampoco la victoria más abultada e incluso ni siquiera lo pude vivir en directo, pero sé que siempre perdurará en mi memoria por muchas razones.
Dicen que cuando un gallego vive fuera de su tierra la morriña se apodera de él, y eso es algo que experimenté en mis diez años lejos de casa, de A Coruña natal. En ese tiempo me las arreglé para intentar venir a estos partidos de máxima rivalidad fuera como fuera y decidí que jamás dejaría de pagar mi abono, algo que me permitirá este año alcanzar mis bodas de plata con el Dépor.
Era soleada la mañana del 15 de abril de 2012. Trabajaba en Onda Madrid, la radio autonómica de la Comunidad de Madrid, y me mandaron a Valdebebas a cubrir un Real Madrid Castilla – Atlético de Madrid B dentro de un programa especial con todos los partidos de Segunda B y Tercera. Y allí estaba yo, pendiente del derbi de filiales de manera presencial y del derbi gallego a través de mi Ipad y de las nuevas tecnologías. Con el 0-2 todo era alegría y satisfacción, algo que cambió drásticamente con la igualada celeste. «¡Cómo podía ser que empatasen el partido!», me maldecía. En Valdebebas el derbi discurría con emoción y el 1-0 anotado por Álex Fernández parecía ser definitivo. Cuatro de mis cinco sentidos, se habían ido de Valdebebas y estaban en Balaídos. Fue entonces cuando me enteré del gol de Borja Fernández.
Mi subconsciente me llevó a gritar el gol sin saber que el micro estaba abierto. Los presentadores dieron paso a Valdebebas para preguntar qué había pasado, que a qué se había debido ese grito y no supe cómo esconderme. «Hubo gol en el derbi gallego», dije, y me escudé en lo que pude. «Lo ha anotado por un ex jugador de la cantera madridista». Por suerte, siempre me tocó trabajar en un ambiente distendido y en una radio alegre y ese despiste resultó bastante divertido.
Ya en la zona mixta desfilaban jugadores madridistas como Carvajal, Jesé, Chéryshev o Mosquera. El coruñés se acercó rápidamente a mí y su pregunta fue clara: «¿Qué pasó en el derbi?». «Pedro, hemos ganado 2-3 con un gol de Borja. Si, Borja Fernández, tu ex compañero del Getafe». La cara de Mosquera fue tan expresiva que yo me quedé convencido de que algún día vestiría la blanquiazul. Así que ya sabes Pedro, estás a unos días de debutar en ese derbi que siempre quisiste jugar. Ojalá consigas tu el gol de la victoria y Riazor siga vibrando con tu juego.