El Pontevedra llega al último partido de liga mirando hacia todos lados menos al verde. El equipo pontevedrés recibe en Pasarón al Deportivo de La Coruña, en un duelo que ha perdido trascendencia para el entorno granate, a pesar de que estaba marcado en rojo en el calendario como un encuentro especial. Por un lado, porque entre los dos clubes siempre han mantenido una buena conexión. Por otro, porque es un choque que, por desgracia para la entidad pontevedresa, pocas veces repetido en las últimas décadas.
Ya descendido desde hace casi dos semanas, el sino del Pontevedra se veía venir desde mucho antes. Porque el club acumula un año de parálisis, indefinición y malas decisiones en el ámbito deportivo. Desde no comunicarse con el entrenador del ascenso hasta un mes después de certificar el salto de categoría, a apostar en enero por el director deportivo como técnico simplemente para desgastarlo y justificar su cese. Pasando por renunciar a acudir con fuerza al mercado en enero y acabar fichando en febrero a un uruguayo fuera de forma y que ha jugado, literalmente, un minuto. O readmitir a Libasse Guèye después de haberse ‘fugado’ de tres meses, incluso con la opinión contraria del vestuario y la afición.
Ese mal proceder a nivel deportivo ha agravado la grieta social entre el consejo de administración y su afición. Una afición hastiada de la forma de proceder de quien dirige el club. No solo en el apartado deportivo, sino también en otros como lo comunicativo o lo social. El caldo de cultivo, unido al ‘esperado’ descenso, provoca que la marejada sea grande en Pasarón. Aunque más que de marejada, la sensación es de vacío. Porque la mayoría de la otrora amplia masa social granate ha ido ‘desenganchándose’ del club, más resignada y poco identificada con lo que ve que rebelde.
Adiós al ‘Lucas Pérez del Pontevedra’
Esa sensación de vacío que se vive en la ciudad del Lérez se acrecienta con el triste adiós de Charles Dias. El mítico delantero pone este sábado punto y final a su carrera deportiva. Lo hace después de regresar en el verano del 2020 a Pontevedra directamente desde el Eibar de Primera División, en un movimiento ya solo concebible en casos como el brasileño o Lucas Pérez, ‘los últimos románticos’ del fútbol.
El fin de la carrera de Charles genera una melancolía extrema entre aquellos que aún siguen fieles al Pontevedra. Pero ni la retirada del máximo goleador histórico del club ha provocado una alta demanda de entradas para el partido ante el Deportivo. En parte, porque el club granate permitió a los socios obtener un billete a precio habitual la semana pasada antes de subir su precio, buscando al menos generar una buena taquilla aprovechando la fidelidad de la afición deportivista.
De este modo, la despedida de Charles de la competición oficial (el próximo miércoles el club organizará un «partidillo» homenaje) es el verdadero aliciente en Pontevedra para ver por última vez a su equipo en Primera Federación. Aunque si algo ha hecho bien el conjunto granate en esta segunda vuelta es competir en su estadio. Porque los 17 puntos que ha conseguido los ha cazado, al completo, en Pasarón.
Fuera de casa, el Pontevedra acumula 10 derrotas seguidas, en el que es el récord negativo de la categoría. En su hogar, tan solo el Ceuta (1-3 en la jornada 25) y el Mérida (1-5, en la fecha 32ª) han logrado vencer. La primera derrota supuso la destitución de Toni Otero, director deportivo colocado como entrenador durante seis encuentros. La segunda, la consecución virtual del descenso.
Señor, sí pero no
Tras el cese de Otero, que tuvo que convivir con una plaga de bajas, el club apostó de manera sorprendente por Juan Señor como tercer entrenador del curso. El histórico autor del 12-1 a Malta llevaba dos décadas sin entrenar hasta que el Pontevedra lo ‘rescató’ de nuevo. Y lo cierto es que su llegada coincidió con una reacción en cuanto a resultados, pues el cuadro pontevedrés pasó de verse colista a 7 puntos de la permanencia a colocarse a 3. Sin embargo, las causas de esa respuesta se vinculan más a un acto de rebeldía de una plantilla que ya se veía sin nada que perder y que empezó a recuperar numerosos efectivos que a la mano del entrenador.
El 1-5 ante el Mérida lo destruyó todo y desnudó las carencias de un Pontevedra mal trabajado, que ha seguido compitiendo casi únicamente por autogestión. De hecho, eso hace que el bloque granate sea un equipo difícil de descifrar, con muy buenos momentos con balón y otros de bloqueo absoluto. Esa capacidad para atacar bien responde a ese talento de Miguel Román, Borja Domínguez, Yelko Pino o Brais Abelenda, ideales para un modelo de juego asociativo.
La red de centrocampistas junto al empuje del capitán Álex González por la banda izquierda o la sensibilidad en el remate de Charles son los puntos fuertes del Pontevedra. Mientras, el exdeportivista Derik Osede no ha terminado de asentarse, a pesar del poco talento defensivo del equipo y sus dificultades para presionar y, sobre todo, correr hacia atrás. Porque el Pontevedra ha sido un equipo en esta última etapa bastante tendiente al desorden.
Juan Señor ha apostado por muchas variaciones en el once, casi siempre bajo una estructura 4-2-3-1 en la que el meta Cacharrón, el central Churre, los centrocampistas Román, Borja y Yelko, el extremo Álex y el punta Charles son los que más nivel ha mostrado. No solo en el pobre periplo de Señor, sino prácticamente durante una temporada con muchos altibajos y en la que varios futbolistas importantes no han estado al nivel. A esa falta de respuestas no ha ayudado una profundidad de plantilla que se ha demostrado más bien escasa.
Así, un conjunto granate que depende mucho de la inspiración de sus futbolistas amenaza a un Deportivo con más motivos para ganar. El Dépor acude además de necesitado, sin una excesiva presión. Aunque habrá que ver cuánto suma el honor granate y las ganas de despedir como se merece a una leyenda como Charles, un futbolista con el que Lucas Pérez se sentirá tremendamente identificado.