Vicente Gómez regresó al once del Deportivo ante el Lugo por la sanción de Gaku y fue de más a menos en el partido, al igual que el equipo. El canario lamenta no haber podido dar ese paso: «Nos quedamos con ganas de más. En la primera parte estuvimos más acertados en el último pase, podíamos haber cambiado el partido, pero en los últimos minutos no fuimos capaces de encerrarlos en el área con los cambios. Esperábamos ese arreón y no pudo ser».
A nivel individual, se pone buena nota: «Cuando no he jugado he intentado trabajar más. Sé cómo es esto, que cuando a uno le llega la oportunidad no puede justificarse con que no ha jugado. Me encontré bien en el partido, el míster me pidió jugar entre líneas e hice daño. Si hubiese estado más acertado en el último pase habría conectado más con Sabin».
A Vicente no le preocupa la mala racha y cree que puede ser positivo para mantener los pies en el suelo: «Es verdad que somos ambiciosos. Cuando te pones con 2-0 ante el Girona y a un partido de los de arriba… es una pena. Luego la expulsión… (en Zaragoza) Pero si miras desde la última jugada ante el Tenerife todo son buenas sensaciones. Sería bueno enlazar otras victorias seguidas, pero nos puede venir bien esta dosis de realismo, de que no hay nada hecho. Queda mucho por conseguir y trabajar«.
No cree, de todas formas, que el Dépor tenga que cambiar mucho: «Si uno mira la categoría, ve que lo que hicimos es muy complicado. Lo más normal es esto. Es una lástima la primera vuelta tan mala que nos hizo estar en esta situación, con el gancho a pesar de la racha extraordinaria. Al final todos nos estudiamos, nos conocemos. Cada vez uno ve los partidos y cuesta más ganar. Parece un tópico, pero es la realidad. Todo está muy igualado y a lo mejor los pequeños detalles pueden decantarlo a favor».
Vicente Gómez y su expulsión con Figueroa Vázquez
Vicente habló también por primera vez desde su expulsión. Explicó la situación con Figueroa Vázquez, aunque no le dio más importancia: «Fue eso, que es lo que queda grabado y hay que pasar página. Se lo digo por la confianza de tantas veces que me ha arbitrado. Él se equivoca, pero yo quizá no tengo que decirle nada porque estaba caliente».