No se trata de un título oficial, pero como si lo fuera. Diez años después, el fino interior diestro repasa cómo fue el día previo al partido y recuerda cómo vivió en primera persona uno de los momentos más felices de la historia del Deportivo. El Dépor – Milan, desde dentro.
Una década después, todavía se sigue mencionando en muchos artículos aquella impresionante remontada al Milan en Riazor. Un Deportivo que había caído por 4-1 en el encuentro de ida, demostró al mundo entero la manida frase ‘querer es poder’. Víctor Sánchez del Amo, uno de los protagonistas de tamaña gesta, recuerda para Riazor.org cómo vivió una de las eliminatorias que permanecerán en la memoria del aficionado al buen fútbol.
«Tengo amistad con Seedorf, fuimos compañeros en el Real Madrid. Hacía tiempo que no nos veíamos personalmente, ya que no pude estar en el partido de ida. Cuando vinieron al partido de vuelta, antes de irme a la concentración del Dépor pasé por su hotel a saludar a Clarence. Aproveché además para que conociera a mi hijo Daniel, que había nacido en Coruña hacía año y poco», recuerda Víctor.
«Estuve con él tomando un café y poniéndonos al día, el ambiente que había era muy relajado, distendido. Me hacía comentarios sobre que teníamos muy buen equipo, que no había sido justo el resultado de la ida y que la próxima temporada seguro que tendríamos posibilidades. Daban por hecho que iban a pasar. Cuando nos despedimos, le avisé de que no se confiaran, que Riazor y las ‘meigas’ del Dépor le podían dar un susto. Le expliqué qué eran las ‘meigas’, nos reímos y nos despedimos», prosigue.
La historia tiene un final que ya todos conocemos, y que seguramente Seedorf jamás olvidará. «Después del partido, cuando volví a encontrarme con él en los vestuarios, me recordó la famosa frase de las ‘meigas’. Ellos estaban en estado de shock, fue tremendo verse eliminados y una vez acabado el partido les costó digerirlo. Nosotros también lo estábamos, pero por la gesta que habíamos hecho».
Y es que según nos detalla el que ahora es segundo entrenador del Olympiakos, «de inicio a fin, el equipo salió a por todas. Desde el calentamiento el equipo empezó a estar enchufado», recuerda. «Aquella plantilla del Deportivo, tenía una característica clave: la mentalidad. Era un equipo con una mentalidad ganadora a nivel individual muy grande, pero con la capacidad de ponerla al servicio del equipo. Ante situaciones que para un deportista normal puede suponer miedo, para aquella plantilla era al revés. Y en ese partido, el equipo salió con mentalidad desde el primer momento para conseguir algo muy importante. Hay más ejemplos, como ser el único equipo español que le ha ganado al Bayern de Munich en Alemania o las conquistas de Old Trafford, Highbury, San Siro…».
Mientras los aficionados recorrían el Paseo Marítimo, entraban por Alfonso Molina o se preparaban en sus casas, los jugadores del Deportivo comenzaban su ritual. «Éramos conscientes de que podíamos remontar desde el calentamiento. Los jugadores hablamos siempre antes de que inicie el partido para recordar las cosas importantes que hay que hacer en el partido, pero aquel calentamiento no fue normal. Empezamos a arengarnos. Teníamos una forma de calentar que se iniciaba de forma individual, de banda a banda. Cada vez que nos cruzábamos nos animábamos unos a otros. Si era con un defensa, ‘es muy importante que no nos marquen gol’. Te volvías a cruzar, y te decían ‘tienes que ayudar en el centro del campo, son muy fuertes’. Lejos de estar asustados, calentábamos pensando que se podía ganar y levantar la eliminatoria».
El 4-0 ha marcado a una generación de deportivistas, mientras que otros, pese a no haberla vivido, la conocen a la perfección. «Con el paso de los años, me siento cada vez más orgulloso de aquel partido. Al mismo nivel, o incluso más, que algunos títulos que he conseguido en mi carrera deportiva. De pequeñito me influenció mucho el ambiente de las remontadas históricas del Real Madrid. Siempre me llamaron la atención esas gestas, como también el 12-1 a Malta. Creo que la del Dépor es equiparable a todas ellas. Es un orgullo haber sido partícipe de ese partido que pasará a la historia del fútbol», prosigue Víctor.
«No solo lo recordarán los deportivistas. Todo aficionado al fútbol reconoce ese encuentro del Déportivo 4 – Milan 0 como uno de los mejores de la historia del fútbol. El máximo momento de felicidad para un deportista es conseguir un título. Ese día no lo hicimos, pero el conseguir superar al vigente campeón de Europa y de aquella manera, fue perfecto».
Momentos clave de una remontada espectacular
«Para mí hay tres momentos clave en el partido. El primero llegó en el calentamiento. Había inquietud, nerviosismo, un clima que te hacía creerte que podías conseguirlo. Los jugadores nos íbamos arengando los unos a los otros. Lejos de asustarnos la plantilla que teníamos enfrente o el resultado adverso de la ida, nosotros de lo único que teníamos ganas era de salir a por ellos. El segundo llegó con el gol del Rifle. Fue como una continuación a los gritos y ánimos que nos dábamos en el calentamiento. El tercer momento se dio con 1-0. Kaká, futuro Balón de Oro, se plantó frente a Molina y nuestro portero le aguanta hasta el último momento para que el brasileño no lograse marcar. A partir de ahí, sabíamos que podíamos».
Destaca además, una anécdota que sucedió en el descanso. «Con 3-0 nos fuimos al descanso. Nadie fue andando ya que todos corrimos como una estampida hacia el vestuario. Una vez allí, fue un caos. El entrenador quería dar instrucciones y no podía. Estábamos todos hablando agitados, bulliciosos. Solo queríamos que empezase la segunda parte para salir a por otro gol».
Así se gestó la jugada del último gol
No se dejó nada al azar. La plantilla de Irureta sabía lo que hacía, y sobre todo, los motivos por los cuáles se hacían. Así fue como Víctor le puso un balón al 10 blanquiazul, que terminó en la explosión de júbilo del cuarto gol. Historia. «Participé en el cuarto gol haciendo la jugada por banda derecha. Era una jugada que hacíamos de memoria en el Deportivo. Llegaban ambos extremos por banda y el del lado contrario iba al segundo palo para sorprender a la defensa y marcar. Cuando di el centro ya estaba con los ojos puestos en Fran. Esperando, consciente de su calidad. No era un partido cualquiera, tenías los sentidos puestos en cada jugada que hacías». El resto de la historia, ya se la saben.