Se estrenaba el Deportivo en Riazor con un encuentro lleno de carga simbólica. Regreso a casa tras un año nefasto, incertidumbre después unas primeras jornadas de luces y sombras… y un rival directo como el Sporting, que suponía la primera gran prueba de fuego para el equipo de Natxo González. 95 minutos después, la sensación es que la afición blanquiazul puede estar tranquila y, sobre todo, que el resto de equipos que se han propuesto luchar por el ascenso deberían estar preocupados.
Porque el Dépor lanzó este pasado domingo un aviso a navegantes. Un golpe sobre la mesa que retumbó en mayor medida con el gol de Pablo Marí en el descuento, pero que quizá asuste más por el cómo. Con un once que sigue ajustándose, Krohn-Dehli y Bergantiños eran los únicos que ya habían jugado sobre el césped herculino como locales, sin los dos delanteros titulares y con varios parches en ataque, el conjunto coruñés empequeñeció a los asturianos hasta el punto de ni siquiera permitirles tirar a portería.
El planteamiento de Baraja fue rácano, de eso no hay duda, pero la sensación de superioridad blanquiazul fue total, tanto futbolística como mental. No es fácil jugar con la presión de tener que agradar a tu afición ante un equipo encerrado. Muestra de madurez y paciencia importante la que dieron los de Natxo, liderados por un Vicente Gómez que ya es el timonel indiscutible del proyecto.
Las anclas están un poco más atrás. Domingos Duarte completó una nueva exhibición y esta vez no estuvo solo. Porque además de convertirse en protagonista con el gol del triunfo, Pablo Marí cuajó un encuentro sobresaliente. Tan solvente como el portugués en defensa y con la misma claridad y tranquilidad para salir con el balón jugado. Una pareja de altura. Literal y figurada.
La falta de puntería sigue siendo el lunar del equipo blanquiazul, que volvió a desaprovechar varias ocasiones claras, incluido un penalti
Los buenos momentos de dominio intermitente en los anteriores encuentros dieron paso a un monólogo total esta vez, acentuado en una segunda parte que sólo dejó una pega: la puntería. Esa incapacidad recurrente para materializar ocasiones está siendo el principal lunar del equipo en lo que va de Liga. No son muchas, pero sí lo bastante claras como las que tuvo Carlos Fernández o el penalti fallado por Moreno.
Y por cierto, todo ello sin olvidar que Fede Cartabia únicamente jugó los últimos 20 minutos. Fueron suficientes, de todas formas, para comprobar que lo anunciado en Albacete no era un espejismo: el argentino marcará diferencias. El resultado decanta la balanza e incluso puede llegar a desvirtuar análisis, pero lo que está claro es que el partido contra el Sporting sirvió para reforzar de forma decisiva la candidatura del Deportivo al ascenso.