Cinco meses han pasado desde el último partido de Bicho con la camiseta del Fabril. Una lesión en el hombro derecho le dejó fuera de combate todo este tiempo. Conocedor de la Segunda B, estaba llamado a ser uno de los futbolistas diferenciales del filial en el presente curso, pero pronto se le complicó la travesía. En octubre pasó por quirófano. Hoy, un mes más tarde de lo previsto, y ya con el alta médica, vuelve a una convocatoria, la del Fabril-Pontevedra (Abegondo, 17h).
Hablar del sadense es hacerlo de un futbolista con una calidad fuera de toda duda. De la generación del 96, la misma que Pinchi, destacó en la base deportivista. Tanto, que llegó a convertirse también en un habitual de las categorías inferiores de la Selección Española. En agosto de 2013, con Fernando Vázquez en el banquillo, debutó con el primer equipo en Segunda. Su buen hacer, en los pocos minutos que tuvo, y su juventud llamaron la atención de otros clubes como el Barça. Cedido al filial culé en un principio por dos años, regresó a Coruña al finalizar el primero. Posteriormente, se sucedieron sus cesiones de media temporada a Leganés y Compostela, y de un año a Ferrol, su último destino.
De vuelta al Deportivo, el verano pasado fue citado para realizar la pretemporada con el primer equipo. Con Pepe Mel a los mandos, gozó de oportunidades en varios partidos amistosos. Y no defraudó. Su pretemporada fue muy buena, pero no consiguió convencer al míster para tener una ficha con los mayores y, tras esperar por unas ofertas de Segunda que no llegaron, acabó firmando con el Fabril. Con 22 años recién cumplidos, más maduro, tendrá una nueva oportunidad para demostrar que su talento merece tocar cotas más altas. Si lo hace igual de bien que en julio, lo lógico sería que tarde o temprano le llegase la llamada. Pero en el fútbol nada es seguro. Lo que pase de aquí a junio, decidirá en cierto modo su porvenir. En 2019 acaba contrato.