La destitución de Pepe Mel y la apuesta por Cristóbal Parralo para el primer equipo generó en el Fabril un vacío y una situación muy poco habitual: buscar un técnico para un equipo que venía de ganar siete partidos consecutivos. De manera provisional, Rubén Coméndez -entrenador del Juvenil A- se hizo cargo del filial mientras el Deportivo trabajaba en la incorporación de otro preparador. De manera sorprendente para muchos, finalmente se decidió por dar la oportunidad a Gustavo Munúa, con pasado en A Coruña pero hasta ahora sin experiencia en Europa. Dos de nuestros redactores, Martín Castiñeira y Carlos Santamarina, debaten acerca de si el club herculino acierta con el fichaje del exguardameta.
Sí
Martín Castiñeira
Partiendo de que se trata de una situación especial y de que pocas veces veremos a un entrenador llegar a un equipo que acumula diez jornadas sin perder y cuyo anterior técnico se despidió con siete triunfos consecutivos, cualquiera que fuera el fichaje sería una apuesta arriesgada. Porque si los resultados se mantienen será complicado no pensar que se debe a la base dejada por Cristóbal y porque si empeoran -lo normal puesto que hasta ahora la hoja de ruta es impecable- lo fácil será señalar al nuevo. ¿Apostar por Munúa es arriesgado? Sí, por supuesto, pero con un nombre así también tienes cosas que ganar.
Tal y como expuso en su primera rueda de prensa, Munúa parece convencido a hacer lo que debería hacer cualquiera que asumiera el cargo: dar continuidad al sobresaliente trabajo realizado hasta ahora. El Fabril es ya un equipo hecho, con una plantilla muy completa y diferencial para la categoría y que solo necesita ser administrada con sentido común para mantenerse en la zona alta de la tabla.
Además, con Munúa el Deportivo refuerza su estructura e introduce en el club un técnico joven y de proyección que posee ya experiencia en dos grandes de Sudamérica -más de lo que tenía Cristóbal a primer nivel cuando llegó a Abegondo- y que se postula como una apuesta de futuro para el primer equipo. Además de para formar futbolistas, el Fabril debe servir tambíén para hacerlo con los entrenadores y para propocionar una opción si se decide cambiar en el primer equipo como acaba de ocurrir con Cristóbal. Y por ahí Munúa podría ser un acierto. Confiar en Cristóbal de cara al futuro es una obligación, pues se lo ha ganado y tiene todo lo que hace falta para triunfar en este Dépor, pero también resulta obligatorio ser precavido y creo que así se explica que Richard Barral haya tomado parte de esta decisión.
No
Carlos Santamarina
Vaya por delante que yo soy una de esas personas que aún cree que el fútbol es un deporte que va mucho más allá de un mero espectáculo que arrastra a las masas y es visto como un gran negocio. Por ese motivo, ver como gente con pasado más o menos reciente en la entidad regresa años más tarde a la que otrora fue su casa, suele servirme para despertar y alimentar ese sentimiento de orgullo y fidelidad hacia un club que parece tener muy en cuenta a aquellos que formaron parte de su historia y tuvieron un papel importante en su crecimiento. Sin embargo, analizando todo lo que rodea la figura de Gustavo Munúa creo que su contratación es una apuesta muy arriesgada.
En lo referente a su pasado como guardameta del Deportivo, en las seis temporadas que permaneció en A Coruña se podría decir que el papel del uruguayo fue más que discreto, una estancia que tristemente quedó marcada y siempre será recordada por su agresión a Dudu Aouate tras un entrenamiento. La polémica volvió a salpicar al arquero sudamericano años después de abandonar tierras gallegas y otra vez con el conjunto herculino como gran damnificado. Gustavo Munúa fue uno de los integrantes de la plantilla del Levante investigados y llamados a declarar por un juez a raíz del presunto amaño del último partido de Liga de la temporada 2010-2011, duelo que enfrentó a los granotas con el Zaragoza y cuyo resultado trajo como consecuencia el descenso del Deportivo a Segunda División. Ambas circunstancias contribuyeron a que la imagen y el recuerdo dejado en A Coruña por el charrúa diste bastante de lo que puede ser considerado como un modelo a seguir.
En cuanto a su perfil única y exclusivamente como entrenador las dudas hacia él se multiplican. El uruguayo llega para hacerse cargo de un Fabril con el doble reto que siempre supone el hecho de ponerse al mando de un filial. Por un lado está la vertiente meramente formativa, una labor totalmente novedosa para él en su hasta ahora escasa trayectoria como entrenador, la cual se limita a una breve experiencia al frente del Nacional de Montevideo y una fugaz estancia en el banco de la LDU Quito. Y por otro está el plano competitivo, con un equipo situado en la zona alta de Segunda B, una categoría muy dura y compleja con equipos y campos de muy distintas características, en la que Munúa carece de experiencia alguna y en la que el conocimiento de la misma suele ser fundamental. Por todo ello, y sin estar en condiciones de poder valorar con exactitud cuál es su propuesta futbolística, considero que había otros nombres como los de José Manuel Aira o Claudio Barragán, por citar algunos, cuyo perfil de cara a tomar las riendas del Fabril se ajustaba mucho más a las actuales necesidades.
EL TERMÓMETRO DE LA AFICIÓN
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