A pesar del importante partido de mañana con el Levante, la semana ha estado marcada por la mala imagen del Dépor en el Bernabéu y posteriormente la expulsión de Çolak del entrenamiento del martes. El turco, que el miércoles se entrenó al margen, volvió al grupo ya el jueves, pero Cristóbal lo ha dejado fuera de la convocatoria y ha sido duro con él en sala de prensa. Teniendo en cuenta los antecedentes de los últimos años y cómo gestionaron los diferentes entrenadores este tipo de polémicas, dos de nuestros redactores, Carlos Santamarina y Andrés Rayo, debaten sobre la decisión de Cristóbal con respecto a Çolak.
Sí
Carlos Santamarina
Cuando el pasado martes los presentes en Abegondo empezaron a informar de que Cristóbal había expulsado a Emre Çolak del entrenamiento lo primero que se me vino a la cabeza fue ese refrán que dice “éramos pocos y parió la abuela”, un expresión que resume a la perfección la situación que atraviesa el Deportivo en la actualidad. Sin embargo, lo que en cualquier otro vestuario sería visto como un lance puntual y sin mayor trascendencia, en A Coruña ha pasado a engrosar la extensa lista de conflictos o actos de indisciplina vividos en los últimos años, tantos que poco menos que ya se ha convertido en algo casi habitual. Culio – Juan Carlos, Luisinho – Culio, Arribas – Luisinho, Lucas – Oriol Riera, Lopo, Kakuta, Andone – Arribas… no hace falta rebuscar en las hemerotecas porque todos estos casos están muy frescos en la memoria de cualquier aficionado deportivista.
El de Emre Çolak es el último episodio, al menos hasta el momento, y ha vuelto a poner de manifiesto uno de los grandes males que afectan al equipo en los últimos tiempos y que está lastrando su rendimiento, la falta de un grupo unido, comprometido y disciplinado. En el caso del turco no se trata, ni mucho menos, de la primera vez que protagoniza un problema de este tipo y el del pasado martes parece haber sido la gota que colmó el vaso de la paciencia para Cristóbal. Según se desprende de las palabras del técnico su expulsión no fue fruto de ningún calentón, se produjo como consecuencia de una actitud inadmisible durante toda la sesión y por la que había sido objeto de varios avisos. De nada me sirven sus posteriores disculpas a través de las redes sociales escudándose en sus problemas con el castellano. Todo lo contrario. Lo del idioma no deja de ser un ejemplo más de su falta de compromiso. Que un futbolista que lleva cerca de dos años en España siga sin dominar con cierta soltura el idioma habla bien a las claras de su poco profesionalismo y su escasa ambición por adaptarse y seguir creciendo.
La forma en la que Cristóbal ha gestionado este enésimo acto de indisciplina ya no es que me parezca la correcta, sino que la veo como la única posible para poner punto y final a toda esa serie de desaires y foco de conflictos en las que se ha convertido el vestuario del Deportivo. Es innegable que Emre Çolak es uno de los futbolistas más talentosos de la actual plantilla, pero una de las misiones de cualquier entrenador es la de anteponer los intereses del grupo a los individuales, y lo primero hace tiempo que está en peligro con este tipo de conductas. Voces de ilustres veteranos como Cani o Álex Bergantiños advirtieron sobre ello. Es más, este caso surge en pleno mercado invernal, con el club intentando encontrar destino a varios jugadores con el fin de facilitar la llegada de un mediocentro defensivo, una coyuntura ideal para poner punto y final a la estancia del turco como blanquiazul. En manos del cuerpo técnico, y especialmente del consejo de administración, está el no repetir los errores del pasado y convertir esto en un punto de inflexión y un verdadero aviso para navegantes.
No
Andrés Rayo
Emre Çolak es sin duda uno de los futbolistas más habituales en este tipo de conflictos desde que llegó al Deportivo. Sin embargo, en el contexto en el que se encuentra actualmente el cuadro gallego, la vía de resolución por la que ha optado Cristóbal es errónea. El principal fallo del técnico es no anteponer los objetivos del equipo a situaciones de índole menor como esta. En el vídeo que filma la controversia, no hay ningún enfrentamiento entre compañeros, salida de tono, etc. Simplemente es una jugada en la que Çolak se enfada y lo manifiesta tirando el balón lejos del campo de entrenamiento. ¿Los motivos? La difícil situación del equipo, la intermitencia en el juego del turco, su rol secundario, un mal entrenamiento realizado por el mismo. Múltiples factores entendibles por parte de un futbolista.
A pesar de que no fueron las formas, es muy habitual que un futbolista a máximas pulsaciones no controle sus reacciones. Por otro lado, la respuesta en Instagram de Emre Çolak parece convincente: «En el entrenamiento, por el problema de lengua, no he entendido bien esa sesión del entrenamiento y con el enfado he tirado el balón. Eso no era un acto para nadie. Era un acto solo por un enfado conmigo», reforzando la postura que antes he expuesto.
El equipo se encuentra sumido en la zona de descenso y tiene ante sí una auténtica final frente al Levante. Por tanto, esta semana no era precisamente la adecuada para generar un conflicto como este, y menos si se trata de un futbolista con la calidad de Çolak, capaz de revolucionar un partido con su entrada al campo. Es un jugador necesario para el choque liguero, y su no convocatoria supone una decisión desacertada. Es lógico que se marche antes de tiempo del entrenamiento para rebajar pulsaciones y la tensión, e incluso puede llegar a ser aceptado el hecho de que al día siguiente entrene al margen, pero no convocarle y dedicarle las palabras que le ha dedicado Cristóbal en la rueda de prensa de hoy no ayudan a la unión de vestuario. Tampoco a que el Deportivo consiga sufragar sus problemas deportivos. Por tanto, la mano dura impuesta por el técnico deportivista me parece desproporcionada, en un momento en el que el Dépor necesita huir de todo esto.
El termómetro de la afición
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