Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, ahora enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. Su rutina también se ha visto afectada por la pandemia y os traemos un serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’ en el que nos irá contando cómo lleva el día a día en su vida personal, al tiempo que trata de seguir lo mejor posible la actualidad deportivista:
Como todo lo que está pasando en el mundo, si me llegan a decir en octubre del año pasado que la temporada iba a acabar con nosotros levantando la copa de campeones y yo siendo parte importante del equipo, no lo hubiese creído. En ese momento estábamos lejos del líder tras haber cedido puntos contra los tres últimos, y yo me acababa de romper el ligamento lateral interno de la rodilla con varios meses de recuperación por delante, no voy a negar que se me pasó por la cabeza que habían sido mis últimos momentos como futbolista.
Después vino la pandemia. Seis meses de parón que me permitieron recuperarme y fortalecer la rodilla sin perderme casi partidos de la temporada. Algunos de los equipos que nos habían quitado puntos decidieron no terminar la competición y nos dieron la posibilidad de acercarnos a la cabeza, porque se cancelaron todos los puntos que los demás habían conseguido contra ellos, y nos plantamos en septiembre, con seis partidos por delante para ganar la liga y la copa y yo completamente recuperado para poder ayudar al equipo a hacerlo. Difícil de creer, pero a veces, entre tanta hostia, la vida te sonríe un poco.
Este fin de semana acababa todo, y aunque la esperanza es lo último que se pierde, no dependíamos de nosotros mismos, y el líder jugaba contra un muy buen equipo pero que llegaba ya muy tocado y con ganas de que acabar la temporada más que de otra cosa. Nosotros hicimos nuestro trabajo, y a falta de media hora ya ganábamos 4-0, así que solo quedaba esperar. Nuestros compañeros en la grada estaban viendo el otro partido, que seguía con empate a 0, y los últimos minutos fueron agónicos. Si hubiésemos tenido la oportunidad de verlo nos habríamos dado cuenta de que fue más agónico todavía y de lo milagroso que el partido acabase en empate.
Pero lo hizo, y gracias a eso ganamos la liga más extraña y larga de las que jugué en mi vida. La séptima desde que estoy en Hong Kong y la décima de mi equipo en toda su historia. Y este año el premio es mayor. La Champions League asiática amplió el número de equipos y en 2021 el campeón de Hong Kong tiene plaza directa en la fase de grupos, lo que significa que, si el virus lo permite, vamos a enfrentarnos a los mejores clubes del continente. Puede ser el colofón a una década jugando en el Kitchee. Quien sabe, igual el 2021 es tan loco como el 2020, y todo puede pasar.
Además del título, el domingo celebramos que tras mes y medio confinados pude pisar la calle para otra cosa que no fuese entrenar y jugar. La burbuja pasó, por lo menos de momento, a mejor vida, y creo que nunca disfruté tanto de una caña en una terraza, sintiendo la brisa de la libertad y la sensación del deber cumplido.
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Aunque en realidad también puede ser que quisiera ahogar las penas del partido de Bembibre. En el último partido antes de jugar sin red, el Depor dejó más dudas que nunca. Mas allá de lo anecdótico del fallo de Lucho en el gol, lo preocupante es que el portero fue el mejor del equipo. Que el equipo nunca fue superior ni dominó a un Valladolid Promesas que no está entre los candidatos al ascenso. Que los delanteros que en teoría son de superior categoría no hicieron ni uy, y que en estrategia contra un filial, que siempre sufre, un equipo de la altura del Depor no sólo no hizo daño sino que acabó concediendo incluso un gol.
Falta futbol, falta desequilibrio y ni siquiera fue un equipo consistente a pesar de jugar con un doble pivote. Solo Mujaid parece ser a día de hoy un jugador de superior categoría, y el Depor necesita mucho más de todos para ascender. Solo hay una buena noticia en todo esto. Igual los rivales también vieron el partido y ya no piensan que somos el rival a batir.
Esperemos cuando empiece la competición en Riazor todo cambie. Pero la segunda B está llena de trampas como la de Bembibre y no hay tiempo para recuperarse si se cae en una de ellas. O nos enchufamos ya o va a ser un año muy largo. ¿Nos salvará Rolan de todo esto?