En el último partido del año del Deportivo se vivieron muchos contrastes. A sabiendas de que una victoria era lo único que valía para mantener viva la llama de la salvación, Luis César diseñó un equipo distinto pese a que había jugadores que venían de jugar contra el Illueca el miércoles.
En primer lugar, durante todo el día existió la duda de si se iba a disputar el partido. El estado del terreno de juego mantuvo en vilo a los aficionados, aunque finalmente Vicandi Garrido decidió que se jugase. Cabe recordar que el Deportivo no solicitó en ningún momento el aplazamiento del mismo, pero sí envió un informe al comité de árbitros para detallar la situación en la que se encontraba el verde.
Los blanquiazules salieron a presionar al Tenerife, buscando en todo momento llevar el peso del partido. Y la primera fue para los de Luis César. Penalti señalado por el VAR. Aketxe asumió la responsabilidad, ante un punto de penalti rodeado de fango, pero Ortolá le adivinó el disparo.

Un mazazo que en otra ocasión hundió a los blanquiazules, pero que no lo hizo en esta. Koné puso un balón al área donde Christian Santos voló en plancha y superó a Ortolá -ahora sí- con un cabezazo de esos que da gusto hasta ver entrar.

Con el partido encarrilado, el Deportivo perdió fuelle en la segunda mitad. Explicó Luis César en la rueda de prensa, que sus jugadores habían pagado el esfuerzo ante el Illueca y la falta de presión de los delanteros fue haciendo que todo se cayese como un castillo de naipes.
Pero el disparo en el pie fue obra de Montero. En una jugada inexplicable, el central alargó el brazo para despejar a saque de esquina. Lógicamente, el VAR entró en acción y revisó la jugada. De nuevo era protagonista el punto de penalti del fango. Pero en esta ocasión, Suso Santana no falló. Superó a Dani Giménez y enmudeció a los 8.000 de Riazor.

Quedaba una jugada. Todo el Deportivo subió cuando el marcador ya señalaba el último minuto de partido. Voló el balón tras salir de las botas de Aketxe, y también lo hizo Peru Nolaskoain. El vasco superó a todos y llevó el delirio a las gradas hasta el punto de protagonizar la imagen de la temporada. Su celebración con el recogepelotas es el claro indicativo de que el Deportivo está vivo y lleno de rabia.




Y tras el sufrimiento, en muchas ocasiones suele llegar el alivio. Los puños en alto, los gritos, los choques entre cabezas, también daban paso a las lágrimas. Lampropoulos fue el más afectado, el griego decidió dejar salir así a todo lo vivido estos últimos meses. Un punto de inflexión que llega en el momento de reseteo de las Navidades.
Lágrimas @RCDeportivo
Me lo manda mi amigo @nazikabuzaid
No es coruñés
Pero es súper deportivista pic.twitter.com/6ZSrQlweYW— Alex Sande (@AlexandreSande) December 21, 2019