El pasado miércoles, el Dépor Abanca quedó apeado de la presente edición de la Copa de la Reina. El equipo de Irene Ferreras lo intentó, pero tuvo una tarde tirando a espesa (especialmente en el apartado ofensivo) y terminó cayendo en los penaltis. Es una eliminación pronta y, no vamos a mentir, un tanto sorprendente por el contexto del partido: las coruñesas se medían al Fundación CD Tenerife, que milita una categoría por debajo.
Pero fútbol es fútbol y lo que cuenta es lo del verde. Y en una competición como la Copa, a partido único, las opciones de vivir escenarios como este se multiplican.
No es que perder una competición como la Copa de la Reina sea un drama, porque no lo es. El objetivo del Dépor Abanca está bien definido y es tratar de pelear por el ascenso. La liga es lo más importante. Pero eso no implica que a nadie le guste despedirse en el segundo partido. Sobre todo si es una situación que se repite en el tiempo.
En los tres años que el Dépor Abanca ha disputado la competición copera, nunca ha conseguido superar el segundo encuentro. Es decir, que no sabe lo que es pasar de segunda ronda.
En la temporada 2019/20 el equipo blanquiazul debutaba en Copa de la Reina. Era el año en el que todo el país disfrutaba viendo a las de Manu Sánchez y los dos partidos coperos fueron de lo más memorable del curso. Por aquel entonces, solo los equipos de Primera disputaban el torneo del KO, por lo que se empezó directamente en octavos de final.
Riazor abrió sus puertas por primera vez al conjunto femenino para el debut en la competición y tanto las jugadoras como la grada respondieron. Un contundente 7-2 al Valencia, en el que Peke se desató con un póker en su cuenta personal, hizo las delicias de los más de 7 mil espectadores que asistieron al estadio. Athenea, Tere Abelleira y María Méndez anotaron los 3 restantes. En cuartos de final esperaba el todopoderoso Barcelona.
El Dépor se plantó en la ciudad condal sin nada que perder y mucho que ganar… Y a punto estuvo de hacerlo. Ese partido, pese a la derrota, es historia del fútbol femenino nacional. A día de hoy, y con todo lo que ha ganado el Barça, se sigue recordando cuando las culés sufren para batir a algún rival. La narrativa es por todos conocida: 119 minutos de resistencia herculina hasta que un cabezazo de Hamraoui sobre la bocina las mandó a casa. La noche en la que Sullastres se hizo grande como deportivista. La noche que el Deportivo se ganó el respeto definitivo del panorama futbolístico.
El año siguiente, el Dépor no participó en la Copa. Desde la RFEF se tomó la (polémica) decisión de hacerla en un formato exprés debido al COVID y solo la jugaron los 8 primeros clasificados al término de la primera vuelta. El equipo blanquiazul, que estuvo todo el año en puestos de descenso, tuvo que seguirla desde la distancia.
El año pasado se amplió el número de participantes. Entraron equipos de Primera, Segunda y Nacional. El Dépor de Miguel Llorente, debutó con goleada y espectáculo en el campo del Pozuelo. Ganaron 1-9, con dobletes de Paula Gutiérrez y María Ruiz y goles de Carlota, Inés, Adule, Aroa Guerra y Ainhoa Marín. Pese a que el rival estaba una categoría por debajo, el inicio fue ilusionante.
En la segunda ronda se recibió al Granada en casa. Con las fuerzas más igualadas (las andaluzas también militaban en Segunda, pero en el Grupo Sur), el encuentro tuvo un claro color blanquiazul pero terminó, otra vez, en derrota. Un tanto a la contra de las visitantes fue suficiente para volver a tumbar al Dépor a la segunda de cambio.
Este curso, las deportivistas también empezaron arrasando 5-0 al Parquesol (hat-trick de Millene, Eva Dios y Paula Novo). Pero la barrera del segundo partido volvió a interponerse en el camino copero de las blanquiazules.
¿Será el próximo curso cuando el Dépor consiga pasar, por fin, a la tercera ronda o será esta una de esas “maldiciones” futboleras que se prolongan durante temporadas? El tiempo dirá. Ahora, de momento, a por la liga.